Ocasiona casi el 97 por ciento de los envenenamientos. La aplicación oportuna del antídoto es efectiva para evitar muertes.

(14/05/2014 – Agencia CyTA-Instituto Leloir)-. Distribuida a lo largo de todo el país el género de las serpientes yararás (Bothrops) es el que produce la mayor proporción de envenenamientos: casi el 97 por ciento, según surge de un exhaustivo relevamiento sobre mordeduras de ofidios publicado en la revista “Transactions of the Royal Society of Tropical Medicine and Hygiene”. La especie jararacuzu puede llegar a medir 180 cm, también están la yarará chica, la ñata y la grande, entre otras.

Los doctores Jorge Adrián Dolab, del Departamento de Vacunas y Sueros del Instituto Nacional de Producción de Biológicos ANLIS “Dr. Carlos G. Malbrán”, y Adolfo de Roodt, del Laboratorio de Toxinopatología del Centro de Patología Experimental y Aplicada de la Facultad de Medicina de la UBA, analizaron junto a otros colegas 8083 casos de mordeduras por serpientes registrados en el país entre 1978 y 1998, la mayor parte en trabajadores rurales. Aunque la cifra de ataques ofídicos ha descendido desde entonces, de Roodt considera que la proporción relativa de especies involucradas se mantiene.

El veneno de la yarará provoca daños tisulares muy severos y alteraciones en la coagulación que se traducen en hemorragias y daños orgánicos. “Por eso es muy importante la aplicación del antídoto. Si no se administra, la víctima puede en algunos casos morir, en otras ocasiones pueden quedar con secuelas generales como insuficiencia renal o locales como incapacidad funcional de la zona mordida y hasta la pérdida de extremidades”, indicó el doctor Jorge Dolab, del Instituto Nacional de Producción de Biológicos y autor principal del estudio.

Otras mordeduras potencialmente letales son las de la víbora de cascabel (Crotalus durissus terrificus), que actúa a nivel neuromuscular y puede provocar parálisis respiratoria e insuficiencia renal aguda; y las de la serpiente de coral (Micrurus), cuyo veneno también es neurotóxico.

De todas formas, de los más de 8.000 casos estudiados, sólo tres resultaron mortales “gracias a que los pacientes fueron tratados en forma oportuna con un antiveneno producido por el Ministerio de Salud de la Nación”, afirmó de Roodt. En el 90 por ciento de los casos, dentro de las cuatro horas.

Por otra parte el doctor Dolab señaló que este estudio epidemiológico servirá como base para estudiar la evolución de los casos de mordeduras en el país y orientar la adopción de medidas en aquellas provincias que todavía tienen respuestas que podrían mejorarse.

 

FOTO YARARA 

La “yarará” chica (en la foto) son mayores que los machos y pueden llegar a medir 1,20 metros. En cambio la especie jararacuzu (también del genero Bothrops) puede alcanzar una longitud de 1,80 metros.

Créditos: Gentileza del doctor Adolfo Rafael de Roodt.