Se trata de un logro de científicos de la Universidad Nacional de Rosario, quienes crearon un híbrido a partir de una especie silvestre de Perú.  Tomates con un buen peso, firmeza, mayor vida poscosecha, buen sabor y color, entre otros atributos, fueron desarrollados por investigadores argentinos.

(15/11/2013 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Bruno Geller)-.

Analizando una gran cantidad de datos con software desarrollados en el país, identificaron perfiles genéticos de tomates que tenían esas
cualidades productivas. Posteriormente las plantas seleccionadas fueron cruzadas para crear variedades que reunieran todas esas buenas características.

“Evaluamos 2570 frutos en más de 180 plantas”, explicó a la Agencia CyTA uno de los autores del estudio, el doctor Guillermo Pratta, investigador del CONICET y director de la Especialización en Bioinformática de la Universidad Nacional de Rosario (UNR).

Dos de esas variedades están actualmente inscriptas en el Registro Nacional de Cultivares INASE (Instituto Nacional de la Semilla), bajo los nombres de Gemma y Querubín.

Para crear esos frutos, los investigadores de la Cátedra de Genética de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNR realizaron cruzamientos a partir de un híbrido entre una variedad argentina de tomate y una especie silvestre recolectada en Perú (zona de origen del tomate), cuyas características mejoran la vida poscosecha de los frutos.

El aporte de las especies silvestres de tomate para prolongar la vida poscosecha de los frutos, en lugar de las técnicas de modificación genética  es un enfoque original de este grupo de investigación que comenzó a trabajar a mediados de los 90. Además del tomate obtenido, este abordaje nos habilita para producir una mayor diversidad de tomates para el mercado local e internacional, concluyó Pratta. El equipo también lo integraron las doctoras Sabina Mahuad, Roxana Zorzoli y Liliana Picardi y el doctor Gustavo Rodríguez.

 

FOTO TOMATE 

El tomate desarrollado por los investigadores argentinos es sabroso y tiene una mayor vida poscosecha.

Créditos: Guillermo Pratta