El empleo de microorganismos hace posible detectar la contaminación de diferentes ecosistemas.  Una especialista de la Universidad Nacional del Litoral explica algunas claves en el uso de los llamados bioindicadores.

(21/10/11 – Agencia CyTA –Instituto Leloir / Comunicación Científica UNL. Por Fernando López)-. Casi insignificante, imperceptible, un gusano de color rojo demuestra el bajo grado de oxigenación que tiene un curso de agua. La explicación es que segrega mucha hemoglobina para compensar la falta de oxígeno. Esa vinculación causa-efecto es una particularidad de los llamados “bioindicadores”, seres vivos que pueden servir a la ciencia para descubrir el nivel de contaminación de los ecosistemas.

El ámbito de estudio de cómo ciertas sustancias afectan a la biota es la ecotoxicología, una síntesis entre la ecología y la toxicología. De esta disciplina y el uso que hace de determinados microorganismos habló Ana María Gagneten, docente e investigadora de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), en la última edición del Café Científico organizada por la Secretaría de Estado de Ciencia, Tecnología e Innovación del gobierno de Santa Fe junto con la UNL, la Facultad Regional Santa Fe de la Universidad Tecnológica Nacional (FRSF-UTN), la Universidad Católica de Santa Fe (UCSF) y el Centro Científico Tecnológico (CCT) Conicet Santa Fe.

“No es nada nuevo, porque ya los canarios que se usaban en las minas mostraban la falta de oxígeno”, destacó. Gagneten se dedica a estudiar comunidades minúsculas como el zooplancton, microorganismos que flotan en las columnas de agua.

“No son simpáticos, pero los estudiamos porque están en las bases de las cadenas alimentarias. Las algas son comidas por el zooplancton, que a la vez es alimento de las larvas de los peces y de peces juveniles”, comentó.

Bioindicadores

Según la especialista, en la ecotoxicología se tiene en cuenta cómo los distintos estudios moleculares, bioquímicos y fisiológicos se desarrollan en distintas escalas de tiempo, en individuos o comunidades de mismas especies. “Observamos también el crecimiento, la demografía o, por ejemplo, la proporción de machos y hembras”, continuó.

En este sentido, acotó que todas estas indagaciones tienen una sensibilidad en las respuestas, que disminuyen a medida que aumenta la relevancia ecológica. “Cuando se trata de estudios a nivel celular, obtenemos respuestas rápidas y muy precisas, pero la posibilidad de extrapolar esos resultados a lo que ocurre en una escala mayor es muy baja. Lo bueno es que podemos manipular las variables y atribuir una relación causa-efecto mucho más certera. En un determinado ecosistema la complejidad es altísima”, aclaró Gagneten.

Esa complejidad se da por los vínculos que se establecen entre los sistemas, donde se encuentran todo tipo de organismos, como fitoplancton, zooplancton, insectos o materia orgánica. “Tratamos de comprender una parte pequeña de todo eso y cómo se ven afectadas algunas comunidades cuando el agua está contaminada”, afirmó en la charla.

Biomonitoreo

Al mismo tiempo, Gagneten contó que realizan “biomonitoreo”, esto es, el estudio de variables físicas, químicas y biológicas. “Implica usar algunas especies para tratar de entender cómo la contaminación del agua las está afectando”, expresó.

El del gusano rojo es sólo un caso de indicador de la situación de un ecosistema, pero la lista es muy variada. “Nosotros tenemos como objetivo evaluar el impacto de metales pesados y plaguicidas en organismos como las microalgas, los microcrustáceos y en macrocrustáceos, como los cangrejos. Nos interesan los invertebrados porque tienen una altísima diversidad y son muy importantes para los ecosistemas”, destacó.

Gagneten resaltó que un ejemplo de esta clase de estudios es la masculinización como resultado de la contaminación química, que evidencian hembras de carpas, expuestas a efluentes industriales relacionados con la producción de pulpa de papel. También el empleo de una especie de crustáceo, Cerodaphnia reticulata, que permite detectar la toxicidad del herbicida glifosato.

 FOTO bioindicadores UNL

 

El estudio de microorganismos hace posible detectar la contaminación de diferentes ecosistemas. 

Créditos: Prensa UNL