Los requisitos legales para viajar al espacio, las condiciones de seguridad y hasta los trajes espaciales que se utilizarán en los viajes pioneros suborbitales fueron algunos de los temas del primer simposio de acceso privado al espacio que se realizó en Francia hace pocos días. En el encuentro, que reunió a expertos de todo el mundo, participó un ingeniero argentino.

(05/06/08. Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Laura García Oviedo) – Las empresas de turismo espacial ya tienen en sus listas de espera a cientos de personas que quieren realizar vuelos orbitales y suborbitales en los próximos años. Parte del tour consistirá en salir a pura adrenalina hasta la estratosfera en una nave, mirar la Tierra y las estrellas y regresar en pocos minutos.

De todos modos, todavía hay múltiples aspectos que deben ser resueltos antes de que ese tipo de actividad sea una realidad. Por ejemplo, aún se baraja qué trajes utilizarán los tripulantes.

“Así como en la actualidad se utilizan trajes espaciales en las diferentes naves que viajan a la Estación Espacial Internacional, como los cohetes rusos Soyuz y los transbordadores o “shuttles” estadounidenses, de igual manera debe protegerse de los mismos riesgos a los futuros astronautas no profesionales”, dijo a la agencia CyTA, el ingeniero Pablo de León, quien participó del primer Simposio de Acceso Humano Privado al Espacio, realizado del 28 al 30 de mayo en Archachon, Francia.

Durante ese encuentro, también se debatieron los requisitos para realizar ese tipo de viajes comerciales, las condiciones de seguridad para proteger a los pasajeros y los beneficios de esa nueva rama del “turismo” en la creación de nuevos empleos.

Los trajes que se utilizan en la actualidad son dos: el típico traje naranja de la NASA llamado ACES, y el traje ruso denominado Sokol. “Se utilizan dentro de la nave durante el lanzamiento y la reentrada. Protegen al astronauta del riesgo de descompresión súbita de la cabina, que puede ser producida por el impacto de un micro meteorito u otro objeto espacial, o también a causa de un fallo de la nave, como ocurrió en la misión Soyuz 11”, destacó De León, quien es director del Laboratorio de Trajes Espaciales en la Universidad de North Dakota. En el trágico viaje de Soyuz, murieron tres cosmonautas soviéticos, ya que en esa época no se usaban trajes espaciales en el interior de las naves.

Un accidente en el comienzo de la era del turismo espacial podría causar el mismo impacto que causó la tragedia del Hindenburg de la compañía Zeppelin en el desarrollo de los autodirigibles, remarcó el ingeniero. En 1937, ese dirigible alemán se incendió cuando aterrizaba en Nueva Jersey, Estados Unidos. Murieron 35 personas, casi un tercio de los pasajeros, lo que generó una desconfianza que marcó el fin temprano de ese tipo de vehículo.

Riesgo máximo

“Volar en estos vehículos, todos ellos experimentales, sin un adecuado sistema de protección es un error. Más adelante, cuando se demuestre la seguridad de estas naves, se podría prescindir de ellos, pero no al principio”, señaló el ingeniero, quien presentó ante la audiencia el prototipo de traje presurizado intravehicular DL/H-1, de 16 kilos de peso, que desarrolló su equipo. “Ante una eventual descompresión súbita del vehículo espacial, el DL/H-1 se inflaría automáticamente para así proveer la necesaria presión y atmósfera a los tripulantes”, informó Pablo de León.

En los hechos, los tours espaciales “orbitales” ya comenzaron. Varias personas multimillonarias viajaron a la Estación Espacial Internacional, pagando de manera previa un boleto de 25 millones de dólares estadounidenses a la empresa Space Adventures. Los viajes suborbitales que ofrece esa compañía y otras, como Virgin Galactic y Rocketplane, serían un poco más “económicos”: costarían entre 100 mil y 250 mil dólares.

Para algunos entusiastas, como el empresario Richard Branson, en el 2008 se verán grandes avances en el área de las naves para hacer turismo por el espacio. De todos modos, los técnicos coinciden en que aún falta que se resuelvan los aspectos de seguridad, entre muchos otras variables, para que esa actividad sea una realidad.