Un libro que habla sobre cómo peligra la sustentabilidad de la vida humana acaba de ser editado por la Universidad de Oxford, Inglaterra. La obra describe las inmensas pérdidas que sufre la ciencia médica debido a la disminución y extinción de las especies en la naturaleza.

(24-04-08 – Agencia CyTA – Instituto Leloir. C.G.) – Es probable que una nueva generación de antibióticos, nuevos tratamientos para reducir enfermedades óseas o falla renal, y nuevas terapias contra el cáncer estén a punto de desaparecer, a menos que el mundo actúe para revertir la alarmante tasa de pérdida de biodiversidad que existe actualmente, afirma el libro: “Sustaining Life: How Human Health Depends on Biodiversity” (Vida sustentable: cómo la salud humana depende de la biodiversidad) lanzado al mercado hoy (24 de abril) en Nueva York.

Su aparición se realiza en vísperas de la Novena Reunión de las Partes en el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CBD) del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) que se celebrará en Bonn, Alemania, en mayo próximo. Allí, líderes empresariales, académicos y miembros de la sociedad civil de 190 países discutirán formas de acelerar las acciones para reducir la tasa de pérdida de la biodiversidad para el 2010.

“Sustaining Life” es el resultado del trabajo de más de 100 expertos que han recibido apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUMA, por sus siglas en inglés); la Secretaría de la Convención sobre Diversidad Biológica (CBD, por sus siglas en inglés); el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD, por sus siglas en inglés) y la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN, por sus siglas en inglés) y de la Oxford University Press, que lo ha publicado.

En síntesis, los expertos piensan que quizás, el mundo natural mantenga secretos de analgésicos más seguros y potentes; tratamientos para una de las principales causas de la ceguera – la degeneración macular – y tal vez, hasta formas de regeneración de tejidos y órganos perdidos, derivados del estudio de tritones y salamandras. Sin embargo, advierten que probablemente perderemos gran parte de las formas de vida terrestre y marina de interés económico y médico antes de que podamos aprender sus secretos, y en algunos casos, antes de siquiera saber que existen. Esa es la opinión de los autores de “Sustaining Life”, considerado como el abordaje más completo que se haya escrito sobre este tema a la fecha. En opinión de la crítica, la obra aporta jugosa argumentación en favor de la conservación de la naturaleza.

Adiós a los ácidos de rana

Un ejemplo particularmente ilustrativo, resaltado por los autores del libro, de lo que pudiera perderse con la extinción de las especies, puede encontrarse en la rana incubadora gástrica (Rheobatrachus), que fue descubierta en los bosques lluviosos vírgenes de Australia en la década de 1980.

Esas ranas crían a sus renacuajos en el estómago de la hembra, espacio dónde, en otros animales, serían digeridos por las enzimas y los ácidos. Estudios preliminares indicaban que los renacuajos producían una sustancia que inhibía las secreciones de enzimas y ácidos e impedían que la madre vaciara su estómago a sus intestinos mientras las crías estaban desarrollándose.

Eric Chivian y Aaron Bernstein, autores claves del libro, quienes trabajan en el Centro para la Salud y el Medio Ambiente Global de la Escuela de Medicina de Harvard, señalan que la investigación en ranas de incubación gástrica podría haber revelado nuevos conocimientos para la prevención y el tratamiento de úlceras pépticas en humanos, que afectan alrededor de 25 millones de personas solamente en los Estados Unidos. “Pero estos estudios no pudieron ser continuados porque ambas especies de Rheobatrachus se extinguieron, y los valiosos secretos médicos que guardaban ahora se han ido para siempre”, afirman.

Los siete grupos amenazados

Una parte sustancial del libro es el capítulo dedicado a la exploración de siete grupos de organismos amenazados considerados valiosos para la medicina: anfibios, osos, caracoles cono, tiburones, primates no humanos, gimnospermas, y cangrejos de herradura. En él se resalta lo que podría perderse para la salud humana, si las especies se extinguieran: la promesa de nuevas soluciones en investigación médica y nuevos tratamientos, productos farmacéuticos y pruebas diagnósticas.

Tanto los autores como la crítica especializada enfatizan que las conclusiones del libro no deberían ser interpretadas como una licencia para acabar indiscriminadamente con la vida silvestre, generando más presión sobre las especies que ya se encuentran amenazadas, vulnerables y en peligro. Al contrario, debería ser un estímulo para una conservación aún mayor y un mejor manejo de las especies y de los ecosistemas que habitan.

El aporte de los anfibios

La categoría Amphibia está compuesta por ranas, sapos, tritones, salamandras y cecilias—organismos sin patas poco conocidos, que se asemejan a gigantescas lombrices de tierra. Cerca de un tercio de las casi seis mil especies de anfibios conocidas están en peligro de extinción. No obstante, estos animales producen una amplia gama de sustancias novedosas, algunas de las cuales son generadas solamente por anfibios que viven en su hábitat natural y no por aquéllos que están en cautiverio.

Entre esas sustancias, podemos mencionar las pumiliotoxinas producidas por la rana venenosa panameña. que podrían transformarse en medicinas que fortalezcan las contracciones del corazón y, por consiguiente, fueran útiles en el tratamiento de las enfermedades cardíacas. Asimismo, cabe citar los alcaloides que fabrican especies como la rana venenosa de Ecuador, que podrían ser la fuente de una nueva generación de analgésicos.

También están los compuestos antibacteriales producidos en la piel de las ranas y los sapos, tales como la rana con garra africana y las ranas de hojarasca de Centro y Sur América. Asimismo, son conocidas la bradikinina y maximakinina, producidas en las glándulas de la piel de especies como la rana bombina maxima (Chinese Large-Webbed Bell Toad); la rana verde mejicana, y la rana norteamericana Pickerel, que dilatan el músculo liso de los vasos capilares en los mamíferos y, por lo tanto, ofrecen alternativas prometedoras para tratar la hipertensión.

Por su parte, la goma de rana, producida por especies como la rana australiana, podría conducir a la obtención de adhesivos naturales para la reparación de cartílagos y otros tejidos desgarrados en los humanos.

De las ranas también se sabe que algunas, como la rana arbórea gris y la rana Chorus (cantante) han sobrevivido largos períodos de congelamiento sin sufrir daño celular. La comprensión de cómo consiguen hacerlo podría proporcionar conocimientos clave sobre una mejor preservación de los órganos que van a ser transplantados.

A su vez, muchas especies de tritones y salamandras, tales como el tritón moteado del este, pueden regenerar tejidos como los músculos del corazón; el tejido nervioso en la espina dorsal y hasta órganos completos. En vista de que nosotros, en términos evolutivos estamos estrechamente relacionados con estas especies, éstas constituyen modelos vitales para comprender cómo algún día podríamos aprovechar nuestro propio potencial regenerativo que se encuentra latente.

La ofrenda de los osos

El libro da cuenta de nueve especies de oso que están amenazadas de extinción. Entre ellos, se cita al oso polar, el panda gigante y el oso negro asiático.

Las riesgos sufridos por los osos son similares a los que enfrentan los anfibios. Pero además, sufren una amenaza adicional, ya que se los mata para obtener la vesícula biliar, codiciada en los mercados negros de países como China, Japón y Tailandia. Ocurre que los osos polares y los negros son capaces de convertir en medicina, el ácido ursodeoxicólico presente en bilis. Esa sustancia se utiliza para prevenir la acumulación de la bilis durante el embarazo, disolver ciertos tipos de piedras biliares y prolongar la vida de los pacientes que sufren cirrosis biliar primaria y están esperando un transplante de hígado.

Además, algunas especies de oso, conocidas como “hibernantes” porque caen en un estado de adormecimiento cuando la comida escasea, tienen un valor incalculable para la medicina, ya que son capaces de reciclar una amplia variedad de las sustancias de su cuerpo. Al contrario de las personas, quienes pueden perder hasta un tercio de su masa ósea, si han estado “postradas en una cama” por un período de cinco meses, a los osos les puede aumentar la masa ósea durante el período de hibernación.

Pareciera que los osos producen una sustancia que inhibe a las células que descomponen los huesos y promueven la formación de otras que estimulan a las células que producen huesos y cartílagos. Actualmente, en el mundo, se verifican 740 mil muertes como resultado de fracturas de cadera; gran parte de las cuales son causadas por osteoporosis. Se estima que para el 2050, habrá un alrededor de seis millones de fracturas de cadera relacionadas con la osteoporosis a nivel mundial. ¿Tendrán tiempo los científicos de escrutar esas sustancias para incorporarlas al vademécum?

La farmacopea de las gimnospermas

Han sido identificadas alrededor de 1.000 especies de gimnospermas (plantas cuyas semillas permanecen al descubierto. Por ejemplo: pino, abeto, ciprés), las más viejas del material vegetal vivo del planeta. Entre ellas, las cícadas, han sido clasificadas bajo peligro de extinción.

A la fecha, varios productos farmacéuticos han sido aislados de las gimnospermas. Tal es el caso del taxol, un medicamento contra el cáncer y de ciertos descongestionantes. Sin embargo, los investigadores creen que aún, muchos más quedan por descubrirse y se perderían si las especies de gimnospermas se extinguieran.

Una de ellas, el Ginkgo, produce una sustancia capaz de reducir la producción de receptores que están relacionados con la pérdida de la memoria en el sistema nervioso humano. Por consiguiente, puede jugar un papel para contrarrestar la enfermedad de Alzheimer. También pueden ayudar en el tratamiento de la epilepsia y la depresión.

Compuestos de caracoles cono

Existen alrededor de 700 especies de caracol cono, siete de las cuales fueron identificadas a partir del 2004. Hace diez años, solamente cuatro fueron clasificadas como vulnerables. Como no han sido evaluadas otra vez, se supone que la cifra puede haber aumentado y que se esté subestimando el número real de especies de caracoles cono en vías de extinción. La conclusión deriva del hecho de que casi el 70 por ciento de los 380 caracoles cono estudiados tenían más de la mitad de su rango geográfico en áreas donde los arrecifes coralinos, su hábitat principal, está amenazado.

Se sabe que las especies de caracol cono pueden producir de 70 mil a 140 mil compuestos peptídicos, muchos de los cuales podrían tener valor medicinal para los humanos. Sin embargo, solamente se han caracterizado algunos cientos. Uno de ellos, conocido como ziconotide, es mil veces más potente que la morfina. Las pruebas clínicas han demostrado que proporciona un alivio considerable a los pacientes con cáncer avanzado y con SIDA. En modelos de animales, ya se ha demostrado que otro de esos compuestos protege las células del cerebro de la muerte cuando el flujo sanguíneo es inadecuado. Éste podría resultar en una terapia en los casos de lastimaduras en la cabeza o de accidentes cerebrovasculares; y hasta se sospecha que podría contribuir a la terapia para pacientes con Parkinson y Alzheimer.

Sustancias de los tiburones

La obra cita que muchas de las 400 especies de tiburones se encuentran amenazadas. De hecho, el tiburón martillo, el tiburón blanco y el tiburón Thresher, ha sufrido una merma del 75 por ciento durante los últimos 15 años.

La principal causa de esta pérdida es la sobrepesca debida al aumento de la demanda de carne de tiburón como sustituto para la captura de peces comerciales tradicionales, el mayor consumo de sopa de aleta de tiburón y el creciente mercado de cartílago de tiburón para una serie de propósitos médicos aún no comprobados.

Mientras tanto, la farmacopea corre el riesgo de perder la escualamina, una sustancia presente en el hígado de la variedad cazón, que podría transformarse en una nueva generación de antibióticos, medicación antitumoral y supresora del apetito.

En la actualidad, se realizan pruebas para ver si la escualamina puede tratar la degeneración macular relacionada con la edad, capaz de conducir a la pérdida severa de la visión. Al respecto, se ha visto que la sustancia producida por el tiburón puede detener el crecimiento de nuevos glóbulos sanguíneos en la retina, relacionado con la pérdida de la función retinal y la ceguera.

También se encuentran bajo estudio las glándulas secretoras de sal de algunos tiburones que servirían para obtener información sobre el funcionamiento de los riñones de los humanos. Si se descubiera cómo los iones de cloruro son transportados por las membranas, podría saberse más sobre dos enfermedades: la fibrosis quística y la enfermedad policística de los riñones.

Además, los autores resaltan que los tiburones han evolucionado como una de las primeras criaturas con un sistema inmunológico “adaptativo” en pleno funcionamiento. Se los considera modelos irremplazables para llegar a comprender la inmunidad humana. “El potencial que estas criaturas aún pudieran guardar para aumentar nuestro conocimiento de la inmunidad se está reduciendo debido a la matanza masiva y la puesta en peligro de estos animales en el mundo”, afirman.

Péptidos de los cangrejos de herradura

Existen cuatro tipos de cangrejos de herradura, que poseen cuatro ojos y seis órganos más que detectan la luz y una sangre que se torna azul cobalto cuando es expuesta al aire.

En vista de que de los 90 mil huevos producidos por la hembra apenas diez crías sobreviven, los cangrejos de herradura son altamente sensibles a la sobrepesca. Es utilizado como carnada y es procesado para servir de fertilizante. Sin embargo, varias clases de péptidos con propiedades antibacterianas se han aislao de su sangre.

Otro péptido del cangrejo de herradura ha sido desarrollado en un compuesto conocido como T140; que en pruebas preclínicas ha demostrado ser tan efectivo como el fármaco AZT en la inhibición de la replicación del Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH).

Asimismo, el T140 también ha mostrado ser prometedor en la prevención de la propagación de ciertos tipos de cáncer tales como leucemia, cáncer de próstata y cáncer de mama, y como un posible tratamiento para la artritis reumatoidea.

Por lo antedicho, hay material para discutir en Alemania. “La Convención sobre Diversidad Biológica (CBD) ha logrado muchísimo, pero necesita conseguir mucho más si queremos cumplir con las metas y objetivos de la comunidad internacional. Necesitamos que en Bonn se dé un gran avance sobre los tres pilares de la convención: conservación, uso sostenible, y acceso; y que se compartan los beneficios de los recursos genéticos”, señaló Achim Steiner, Subsecretario General de Naciones Unidas y Director Ejecutivo del PNUMA, en oportunidad del lanzamiento del libro.

En pocos días, veremos qué repercusiones tiene el libro y a qué conclusiones llegan los participantes de la reunión en la ciudad alemana. Nos atañe a todos.