Intervenir en los genes que están dañados o funcionan de manera incorrecta es algo que los investigadores plantean como una meta posible para tratar diversas enfermedades. Un experto mundial en terapia génica estuvo de visita en la Argentina y repasó el panorama actual de esta disciplina.

(25/04/08 -Agencia CyTA-Instituto Leloir. L.G.O y B.G.) – Un virus diseñado en el laboratorio es utilizado como vehículo para ingresar al núcleo de una célula, y dejar allí genes con “instrucciones” especiales. El fin es inactivar o reemplazar el ADN que no funciona en forma correcta. Este tipo de procedimiento se llama terapia génica, y aunque aún está en desarrollo, hay evidencias médicas que señalan que podría ser un camino para tratar diversas enfermedades hereditarias, ciertos tipos de cáncer e infecciones virales.

El estadounidense David Curiel, un referente mundial en esa disciplina, habló sobre los últimos avances y desafíos de ese campo. Fue durante su reciente paso por la ciudad de Buenos Aires, donde ofreció varias conferencias, invitado por un experto argentino en el área, el doctor Osvaldo Podhajcer, director del laboratorio de terapia molecular y celular de la Fundación Instituto Leloir.

“Hemos vivido muchos avances y retrocesos, pero en la actualidad, estamos en un período de gran entusiasmo”, afirmó a la Agencia CyTA David Curiel, quien dirige la “División de Terapia Génica” de la Universidad de Alabama, en Birmingham, Estados Unidos.

La realización de ensayos clínicos con resultados positivos en pacientes con cáncer en el “National Cancer Institute” de su país, es una de las razones que respaldan ese optimismo. “Se trataron pacientes con melanoma avanzado, que no tenían opción terapéutica efectiva, y se consiguió extender la vida de algunos de ellos. Fue un logro realmente importante”, destacó el especialista.

“Otro estímulo a la investigación en el área sucedió hace poco, cuando una firma farmacéutica japonesa compró una gran parte de una compañía de terapia génica. Hay varias iniciativas en ese campo, pero el problema tradicional es que las empresas no suelen invertir en su desarrollo”, agregó.

Asimismo, en China se aprobó el primer producto comercial de terapia génica para tratar cáncer de cabeza y cuello. “En el último año, ha sido elevado al nivel de una droga farmacéutica regular, como cualquier otra droga. En ese país, se ha producido un desarrollo sorprendente en investigaciones de este campo, y se han realizado inversiones significativas en infraestructura e implementación”, contó Curiel. Por eso, el país más poblado del mundo está en el ranking de líderes en esa área, junto a los Estados Unidos y algunas naciones europeas.

Ensayos clínicos y virus “a la carta”

En los últimos 20 años, el equipo de Curiel ha tenido dos grandes objetivos. Según sus propias palabras: “demostrar que la terapia génica funciona y, también, lograr que exista como cualquier otra droga farmacológica en el futuro”.

Con respecto a la evolución de los estudios, el experto señaló que ha aumentado la cantidad de ensayos clínicos en las diferentes enfermedades estudiadas, así como el perfil de seguridad. “Desde sus orígenes, se han realizado 200 ensayos clínicos. Eso incluye a más de dos mil pacientes. La mayoría de estos ensayos confirmaron que puede ser una intervención segura”, opinó Curiel. Y agregó que si bien ha habido difusión sobre sus problemas, también hubo muchos avances.

Los científicos cuentan con un inventario de los genes que posee el ser humano (el resultado del Proyecto “Genoma humano”), y desde hace años se dedican a encontrar cuáles son los genes relacionados con diversas enfermedades. Sin embargo, eso no es suficiente, si no se encuentra la manera de “incorporar” los genes terapéuticos, afirma Curiel.

El equipo de Curiel se especializa en el diseño de vectores, es decir, virus que funcionan como el transporte de los genes que se depositan en las células. “A lo largo de los años, he colaborado en diferentes protocolos con vectores virales y no virales. Los virus tienen una manera de infectar la célula, que ha evolucionado por millones de años. Nosotros ahora tenemos la habilidad de cambiar eso, y fabricar virus que sean seguros y puedan ser monitoreados”, explicó.

Los investigadores utilizan un tipo de virus llamado “adenovirus”. Éste mide entre 90 y 100 nanómetros (un nanómetro equivale a una mil millonésima parte de un metro), y puede causar diferentes enfermedades en humanos, como por ejemplo, algunas enfermedades respiratorias. Para ser utilizado en una terapia génica, se lo modifica en el laboratorio, de manera tal que sea un vehículo de genes inofensivo que los transporte a la célula “blanco” de una manera precisa.

“Es un virus que ha sido eficientemente estudiado y comprendido. En los primeros tiempos de la biología molecular, cuando los científicos estudiaban las reglas básicas de cómo se expresan los genes y cómo se fabrican las proteínas, se utilizó al adenovirus como herramienta para hacer ciencia básica”, dijo Curiel. Y agregó: “Así que cuando llegó la época de hacer vectores, ya conocíamos bastante sobre su estructura y función, lo que nos permitió modificarlo con la ingeniería genética”.

Desafíos pendientes

¿Cuáles son algunos de los desafíos de la terapia génica en la actualidad? Para Curiel, es necesario desarrollar vectores que sean más seguros y adecuados para las personas, pero para ello, afirma, se requiere apoyo financiero. “Podemos hacer estudios en animales, pero para hacerlos en humanos se necesitan mayores recursos. En la actualidad, se trabaja mucho en ensayos de Fase I, en los que se evalúa la toxicidad del vector. Pero es clave la ayuda de la industria y del gobierno para continuar con las siguientes fases de estudios clínicos”, dijo.

“Tenemos muchos estudios en animales que han dado respuestas positivas, pero hay muchas preguntas que aún deben ser respondidas. Los obstáculos que se presentan en humanos podrían ser diferentes a los problemas que se encuentran en animales. Pero hasta que no hagamos más ensayos clínicos en humanos, nunca lo sabremos”, agregó Curiel.

Mientras tanto, su laboratorio desarrolló una técnica para trabajar con muestras de tejidos de pacientes, obtenidas bajo su consentimiento. De esa manera, estudian cómo se comportan los virus que transportan genes. “Demostramos ante la FDA (N.del R.: la autoridad regulatoria de medicamentos y alimentos de los Estados Unidos) que ese sistema es útil, y recibimos la aprobación para hacer nuevos experimentos con el fin de aprender más sobre el tema”.

La promesa de la medicina genética fue un “boom” hace 20 años. Pero luego, algunos ensayos clínicos ineficaces a fines de los 90 llevaron a los científicos a ser más cautelosos. En los últimos cinco años, esa área comenzó a repuntar a raíz de nuevas evidencias que surgieron en ensayos en animales y humanos, en el campo de algunas enfermedades hereditarias y diferentes tipos de cáncer.

No mucho tiempo atrás, descifrar el genoma humano parecía una utopía. La terapia génica aún es una promesa. Quizás, algún día deje de serlo para ser una realidad cotidiana.