Son estrellas de 300 mil años de edad, y su imagen fue capturada por el telescopio espacial Spitzer, de la NASA. Según los astrónomos, son astros muy jóvenes en comparación con las estrellas más antiguas del universo, que alcanzan una edad de 12 mil millones de años. Estudiar cómo nacen ayuda a conocer los estadios tempranos en la evolución del universo.

(14/02/08 – Agencia CyTA_Instituto Leloir. Por Laura García Oviedo) – Para averiguar más sobre cómo se forman las estrellas, los humanos apuntan los telescopios hacia ellas desde la Tierra e incluso desde el espacio. Uno de los instrumentos espaciales, el Spitzer de la NASA, capturó recientemente imágenes de estrellas “recién nacidas” en una de las regiones más cercanas al Sistema Solar de formación de estos objetos luminosos.

Esa región de nubes de polvo se llama Roph Oph y está ubicada cerca de las constelaciones Escorpio y Ophiuchus, a 407 años luz de la Tierra. Un año luz es la distancia que tarda la luz en recorrer durante un año, que es de alrededor de 10 billones de kilómetros.

La gran nube de moléculas de hidrógeno contiene al menos 300 jóvenes estrellas en su interior, que tienen una edad promedio de 300 mil años. Algo que para los astrónomos significa muy poca edad en comparación con los astros más viejos del universo, que alcanzan los 12 mil millones de años de edad.

“Rho Oph es una de las regiones favoritas para los astrónomos que estudian la formación de estrellas. Al ser estrellas tan jóvenes, podemos observarlas en un estadio temprano de su evolución, y como la nube molecular Ophiuchus está relativamente cerca, podemos tener más detalles que en otros conglomerados más distantes, como Orión”, dijo Lori Allen, investigador del Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics y líder de las nuevas observaciones.

La imagen de la nube de polvo principal de Rho Oph, que se llama Lynds 1688, tiene colores falsos creados a partir de la información provista por la cámara infrarroja y el fotómetro de imágenes multibanda del telescopio Spitzer, según informa el comunicado del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL, por sus siglas en inglés) de la NASA, de los Estados Unidos.

“El color de la nebulosa depende de la temperatura, la composición y el tamaño de las partículas de polvo. La mayoría de las estrellas en formación están concentradas en gas denso y frío que se ve como una nube negra en la zona del centro y de la izquierda de la imagen. El fondo es polvo caliente y brillante”, informaron los expertos del JPL.

Las estrellas más jóvenes y con mayor temperatura, que en la imagen se ven con color rojo, están rodeadas por discos de gases y polvo. Las más desarrolladas tienen color azul en la imagen tomada por Spitzer.

“Este tipo de imágenes con alta resolución espacial permiten ver muchos detalles en la región estudiada. Más aún, la observación simultánea en distintas bandas fotométricas (o falsos colores) permite determinar la temperatura de los distintos objetos que aparecen en esa región de formación estelar, y son esas temperaturas las que tienen relación con el estadio evolutivo de las estrellas”, dijo a la Agencia CyTA Anahí Granada, licenciada en Astronomía de la Universidad Nacional de La Plata y becaria doctoral del CONICET.

Según explicó Granada, las envolturas de polvo alrededor de las estrellas en formación tienen las temperaturas mas bajas (rojo), mientras que las estrellas ya formadas se ven azuladas.

Asimismo, la astrónoma destacó que las estrellas observadas, de 300 mil años, “son muy jovencitas”. Por ejemplo, el Sol tiene un período de vida activa –los astrónomos llaman a esa fase “secuencia principal”– de 9 mil millones de años, y en la actualidad se encuentra en la mitad de ese estadio. “Si bien en las estrellas más calientes el tiempo de vida en secuencia principal es menor, de todas formas 300 mil años es muy poco”, agregó.

El telescopio espacial Spitzer fue lanzado desde el Centro Espacial Kennedy, en Cabo Cañaveral el 25 de agosto de 2003. Su misión, mientras realiza una órbita heliocéntrica siguiendo a la Tierra, consiste en estudiar objetos del Sistema Solar y de otras áreas del universo. Forma parte del “Programa de la Búsqueda Astronómica de los Orígenes”.

Al tomar imágenes desde el espacio, evita los obstáculos que enfrentan los telescopios que están en la superficie terrestre. Por ejemplo, la atmósfera obstruye el ingreso de la radiación en ciertas longitudes de onda que son esenciales para conocer mejor a los astros.