Llevar puesto un par de auriculares un día de tormenta no es lo más recomendable. Médicos canadienses cuentan el singular caso de un hombre que el año pasado terminó con los tímpanos perforados mientras hacía footing y escuchaba su iPod en un parque. Según los profesionales, es la primera vez que se documentan lesiones en los huesos del oído medio a causa del impacto de un rayo.

(22/8/07 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Florencia Mangiapane) – Mientras hacía footing y escuchaba su iPod en un parque de Vancouver, Canadá, un hombre de 37 años fue sorprendido por un rayo, al desatarse una tormenta eléctrica. El impacto fue conducido por los auriculares que llevaba puestos, lo que le ocasionó no sólo una perforación de las membranas timpánicas, sino también una luxación en los huesos del oído medio, con pérdida severa de la audición.

El hecho, ocurrido el año pasado, fue dado a conocer en los últimos meses en dos revistas científicas internacionales (American Journal of Neuroradiology y New England Journal of Medicine) por los propios especialistas que atendieron a la víctima. Los médicos informaron que se trata del único caso de lesiones en la cadena de huesos del oído medio a causa de un rayo que se haya reportado alguna vez en la literatura internacional.

Si bien es común que las membranas timpánicas se perforen por esta causa (le ocurre a más del 50% de las víctimas de un rayo), hasta ahora no se conocían casos en que el daño traspasara esa barrera y afectara la cadena de huesitos del oído, formada por el yunque, el martillo y el estribo.

Cómo ocurrió

El hombre caminaba a paso rápido por el parque mientras sonaba en su iPod la música que debía tocar el domingo siguiente en la iglesia, según contó la revista NewScientist. De pronto, recibió de rebote un rayo que había dado contra un árbol cercano. La fuerza de la electricidad le provocó tal contracción muscular que salió disparado a más de dos metros de distancia, perdiendo momentáneamente la conciencia.

Cuando el hombre llegó al servicio de emergencia del Hospital General de Vancouver, no recordaba nada. Tenía quemaduras en el cuello, el pecho, el abdomen y las piernas, además de la mandíbula y los dientes fracturados. Las membranas de los tímpanos se le habían roto y los oídos le sangraban.

Los médicos lo revisaron y le practicaron una tomografía computada de alta resolución. Allí descubrieron la magnitud del daño.

La explicación de los médicos

“Según tenemos conocimiento, se trata del primer caso de luxación osicular (dislocación de los huesos del oído) a causa de un rayo que se haya documentado. Nuestro informe aporta imágenes que prueban la teoría de un shock cilíndrico en forma de onda”, dicen los doctores Heran y Graeb, del Hospital de Vancouver, en un informe que presentaron en mayo pasado en el American Journal of Neuroradiology.

Esta teoría sostiene que un rayo puede dañar el oído de una persona al generarse una onda cilíndrica expansiva (directamente proporcional a la distancia entre el oído y el eje del rayo) lo suficientemente fuerte como para transmitirse hasta el oído interno.

Se estima que en el mundo se producen 8 millones de relámpagos por día, y que en Estados Unidos mueren entre 300 y 600 personas por año a causa del impacto de un rayo. La corriente conducida puede variar entre los 100 y los 110.000 amperes, y el exceso de temperatura generada es de alrededor de 20.000 grados centígrados.

La manifestación más común a nivel auditivo es la ruptura de la membrana timpánica y la sordera parcial que, con ciertos cuidados médicos, se recupera fácilmente en más del 85% de los casos.

Una señal de advertencia

“La perforación de las membranas timpánicas se produce como resultado del aumento repentino de la temperatura y la expansión de aire que se registra alrededor de la corriente eléctrica. Es común ver perforaciones en pacientes que han sufrido el impacto de un rayo, pero es muy extraño que aparezcan lesiones osiculares”, coinciden otros tres médicos del hospital, que enviaron en julio último una carta dirigida al editor del New England Journal of Medicine en señal de advertencia a la población.

Aunque es posible recibir el impacto directo de un rayo, lo más común es que éste llegue a la persona a través de un objeto cercano que lo recibe primero, como un árbol. Dada la gran resistencia que ofrece la piel, el rayo suele salir del cuerpo, pero el sudor o la presencia de objetos metálicos en contacto con la piel pueden dirigir la corriente hacia y a través de la cabeza del paciente, explican Eric Hefferman, Peter Munk y Luck Louis.

Los médicos aclaran que si bien el uso de un dispositivo como el iPod no aumentaría las probabilidades de que alguien pueda ser alcanzado por un rayo, en este caso tanto el sudor como los auriculares metálicos ayudaron a conducir la corriente hacia la cabeza.

Al hombre de Vancouver le acomodaron la mandíbula y le repararon las membranas timpánicas, injertándole cartílago, pero su audición siguió siendo débil, por lo que debió someterse a una cirugía reparadora de los huesos del oído. De haber sabido que sudar la camiseta con metales en las orejas no era la mejor de las ideas para un día de tormenta, quizá se habría ido con la música a otra parte.