Un informe del Comité Consultivo Europeo de Investigación (EURAB) muestra cómo en Europa hay preocupación por incrementar la vinculación entre los científicos y las organizaciones sociales para que las investigaciones logren resultados relevantes desde el punto de vista social. Un ejemplo que países que están en la cola del desarrollo, como Argentina, deberían imitar.

(12/7/07- Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Ricardo Gómez Vecchio) – En los últimos años, los investigadores europeos han aumentado sus esfuerzos para comunicar su trabajo de investigación a la sociedad. Entre las actividades que se realizan con ese fin están las semanas de la ciencia, los festivales y los congresos en los cuales participan organizaciones no gubernamentales.

Sin embargo, para el Comité Consultivo Europeo de Investigación (EURAB), que ha elaborado recientemente un informe sobre este tema, esas iniciativas de comunicación han tenido un éxito limitado y, en algunos casos, incluso han exacerbado la percepción de riesgo que tiene la sociedad respecto a los avances conseguidos por la investigación.

Según el informe, el fracaso de la conexión entre los investigadores y la sociedad puede atribuirse a que ésta a menudo no tiene las mismas prioridades y sistemas de valores que aquéllos. Los colectivos sociales pueden tener perspectivas diferentes y seguir caminos hacia el conocimiento distintos de los de los investigadores. Por tanto, la conclusión es que comunicar mejor lo que la ciencia está haciendo puede no ser suficiente e incluso incomodar.

En el informe se sugiere que “los investigadores deberían tratar de ver su labor desde la dimensión social, involucrar a otras partes interesadas y considerar seriamente las inquietudes que la sociedad tiene sobre su trabajo”.

Pero no se trata únicamente de disipar estas inquietudes; los europeos consideran que adaptar la investigación a las necesidades y los intereses de la sociedad es también importante para el futuro crecimiento económico.

“Si los investigadores no se identifican con las inquietudes de la sociedad, expresadas por ejemplo a través de las partes interesadas y de los colectivos sociales –expone el informe- sus resultados podrían no ser suficientemente relevantes desde el punto de vista social, lo que pondría en riesgo cualquier innovación potencial que pudiera desarrollarse.”

El EURAB da algunas recomendaciones sobre cómo la comunidad científica podría mejorar el diálogo y la implicación con diferentes colectivos sociales. Sugerencia que sin duda podría adoptar un país como la Argentina, donde la ciencia pareciera estar volviendo a ocupar el lugar que alguna vez tuvo y nunca debería haber abandonado.

Una de estas sugerencias es introducir la perspectiva no científica en los planes de estudios universitarios. Según el informe, debido a que los investigadores trabajan principalmente en círculos cerrados, raras veces enfrentan otras perspectivas u otros colectivos sociales. Por lo tanto, según afirma EURAB, las universidades deberían tratar de desarrollar estructuras para fomentar el diálogo y plantar las semillas de una mayor interacción entre todas las partes.

“Es justamente durante los años de formación cuando los investigadores podrían comprender cómo percibe su trabajo el público, no como respuestas tajantes en las que todo es blanco o negro, sino como tonos de gris matizados por otras inquietudes”, afirman los expertos de EURAB.

Otra forma de incrementar el diálogo sería haciendo del mismo un factor que influya en las perspectivas profesionales del investigador. En una cultura guiada por la investigación, los investigadores se encuentran sometidos a una presión enorme para publicar su investigación, atraer financiación para sus departamentos y construir carreras basadas en una investigación fuerte. Por eso, para muchos investigadores, comunicar la ciencia está visto como algo que produce un efecto negativo en sus carreras.

Para EURAB, modificar esta percepción será un proceso a largo plazo, en el cual la Comisión Europea podría desempeñar un papel importante. Podría, por ejemplo, generar una serie de acciones que subrayen el valor de una mayor implicación y cómo esta implicación podría hacer avanzar las carreras de investigación.

Pero, según el informe, no son únicamente los investigadores los que deben cambiar; la sociedad también tiene que involucrarse más en el proceso de investigación. “Habilitar a los colectivos sociales es el primer paso para motivarlos a mantener un diálogo en torno a la investigación y la innovación», según EURAB. Mantenerlos involucrados en el proceso supone proporcionar los medios para que los colectivos sociales se identifiquen a sí mismos como personas que contribuyen positivamente al diálogo, de algún modo, como socios.

Esta sugerencia sería particularmente útil si se aplicara en la Argentina, donde la interacción entre las organizaciones civiles y los organismos de investigación es incuestionablemente menor que en Europa y otros países desarrollados, que le otorgan a la ciencia y la investigación un papel preponderante para el desarrollo económico y social.

Las plataformas tecnológicas europeas (PTE) también podrían proporcionar un medio eficaz para incrementar la implicación de la sociedad en la investigación, afirma el informe. Hasta la fecha, la implicación en las PTE de las múltiples partes interesadas se ha limitado en gran parte a la empresa, los gobiernos y el mundo académico.

Para involucrar a un público mayor, EURAB sugiere el establecimiento de talleres de consenso. “La información generada a través de procedimientos participativos, incorporados a las plataformas tecnológicas, no es útil únicamente para identificar las posiciones de consenso de las partes interesadas con el fin de marcar el rumbo de la investigación, sino que, en última instancia, podría promover una interacción más equilibrada de los colectivos sociales en las plataformas”, afirma.

La última recomendación que propone el informe es la relativa a una implicación mayor de los diferentes colectivos sociales en las diversas etapas de la evaluación de la investigación. Esto supondría, ante todo, determinar la implicación de los colectivos sociales en los procesos de evaluación y evaluar las tendencias de su nivel de participación.

“Los colectivos sociales podrían hacer grandes contribuciones a los equipos que se ocupan de la evaluación de impactos. Si los colectivos sociales se encuentran en la posición de juez y jurado, esto podría también motivar a los investigadores a tener un diálogo más amplio y a integrar otros puntos de vista durante su investigación”, concluye EURAB.

El informe en sí y sus sugerencias son más que interesantes, pero más aún lo es ver cómo en los países desarrollados existe hoy la preocupación por una mayor comunicación entre los sectores que producen conocimiento y las organizaciones civiles y otros actores sociales, no sólo para comunicar los resultados de las investigaciones, sino para mejorar sus productos en cuanto a su utilidad social. Un ejemplo sin duda a imitar en estas latitudes para no quedar al margen de las posibilidades reales de desarrollo, y no seguir formando para exportación cerebros con valor agregado y materias primas sin valor agregado.