El hallazgo del esqueleto intacto de un pingüino que vivió en la zona de Puerto Madryn hace 10 millones de años resultó clave para conocer el eslabón entre las especies actuales de pingüinos que habitan la Patagonia y las que ya se extinguieron. El fósil, único en el mundo por su estado de preservación, pertenece a una especie nunca antes descripta, Madrynornis mirandus. Según un análisis de científicos del Museo de La Plata, habría evolucionado hasta derivar en las formas patagónicas modernas, como el pingüino de Magallanes.

(27/7/07 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Florencia Mangiapane) – Hace 10 millones de años vivió en la costa patagónica un pingüino parecido a los que hoy habitan la zona austral de la Argentina. El animalito, de poco más de medio metro de altura, se pasó la vida nadando por las costas de Chubut en busca de alimento, sin saber que a fines del siglo xx el hallazgo de sus restos lo convertirían en un objeto de estudio único de la paleontología.

“Quince años atrás, en una de sus campañas científicas a Península Valdés, el investigador argentino Mario Cozzuol encontró el esqueleto articulado y casi íntegro de este pingüino, que fue dado a conocer entonces como una nueva especie a la espera de su minucioso estudio”, señala Carolina Acosta Hospitaleche, especialista en pingüinos fósiles de la División Paleontología Vertebrados del Museo de Ciencias Naturales de La Plata.

La doctora Acosta Hospitaleche, investigadora del Conicet, trabajó los últimos años en el Museo de La Plata para corroborar la hipótesis junto con sus colegas Claudia Tambussi, especialista en aves fósiles, y Mariano Donato, experto en análisis filogenéticos.

Después de años de trabajo, los investigadores llegaron a buen puerto y publicaron los reveladores resultados del estudio del ejemplar en el último número de la revista científica internacional Acta Paleontologica Polonica. Allí describen de manera minuciosa las características de la nueva especie, que data de principios del Mioceno tardío, y la vinculan estrechamente con los pingüinos actuales.

Ave maravillosa

La nueva especie fue bautizada Madrynornis mirandus, que significa “ave maravillosa de Madryn”.  El ejemplar es un macho adulto apenas más alto que el actual pingüino de Magallanes, y fue recogido en el Golfo San José de la Península Valdés, donde se encuentra la formación de Puerto Madryn, un grupo de rocas sedimentarias de unos 10 millones de años de antigüedad.

Lo “maravilloso” es su excepcional estado de preservación: se trata del único pingüino fósil del mundo del que se conoce su esqueleto completo. Toda una rareza tratándose de un ave, que tiene huesos muy susceptibles a las fracturas y la destrucción durante los procesos de fosilización.

Al pingüinito lo habría sorprendido la muerte durante una tormenta capaz de enterrar su cuerpo rápidamente bajo un manto de arenisca de un metro de profundidad, hecho que parece haber facilitado su conservación.

El antecesor de Magallanes

A la hora de estudiar a Madrynornis mirandus, el principal desafío de los investigadores fue encontrarle un lugar dentro de la gran familia de los pingüinos, los Spheniscidae. Estas aves marinas de simpático aspecto llevan unos 55 millones de años sobre la Tierra. Algunas especies ya se extinguieron y otras siguen vivas y coleando. Aunque todas se parecen entre sí, sus relaciones de parentesco todavía no están del todo claras para los científicos.

El análisis practicado en el Museo de la Plata consistió en comparar las características del ejemplar de Madrynornis mirandus con 44 rasgos óseos conocidos de 14 especies representativas de todos los géneros vivientes, y otras cuatro fósiles de la zona: Paraptenodytes antarticus, Spheniscus urbinai, Spheniscus megarhamphus y Palaeoshpeniscus biloculata. Así, los investigadores se dieron cuenta de que estaban ante una pepita de oro: la primera especie fósil descripta de la Argentina que tiene gran relación con los pingüinos actuales.

“Madrynornis mirandus constituye un eslabón entre las especies que actualmente habitan las costas patagónicas y las fósiles”, destaca Acosta Hospitaleche.

“Creemos que las especies actuales han evolucionado a partir de una fauna de pingüinos entre los cuales se encontraba Madrynornis –continúa la especialista-. Las evidencias nos indican que las mismas especies de pingüinos que habitaban las costas atlánticas de Argentina vivían en las costas pacíficas de Chile y probablemente en Perú.”

¿Por qué se supone que Madrynornis mirandus es el puente entre las viejas especies y las actuales? Porque tenía una anatomía muy similar a las de hoy, en especial la Spheniscus, a juzgar por el grado de fusión del tarso-metatarso y la ubicación de un agujero característico dentro de este hueso. Al mismo tiempo, su índice de elongación se aproxima al de pingüinos anteriores al Mioceno.

Por los rasgos que lo acercan a las especies actuales, los investigadores se inclinan a pensar que, al igual que el pingüino de Magallanes, Madrynornis era un ave buceadora, que se alimentaba de peces y nadaba en las aguas de las costas patagónicas en busca de alimento. Además, vivía formando colonias junto con otras especies de mayor y menor tamaño.

Hasta ahora los paleontólogos han recuperado ejemplares de pingüinos en sitios del hemisferio Sur: la Antártida, África, Australia, Nueva Zelanda y América del Sur, en particular Perú, Chile y la Patagonia argentina, que cuenta con una gran variedad de especies fósiles, originarias del Mioceno tardío.

“Madrynornis apareció en los sedimentos más modernos que hemos estado estudiando. Pero también hemos trabajado en el Plioceno de Chile, donde hallamos restos de especies modernas”, explica Acosta Hospitaleche.

Se estima que los pingüinos modernos aparecieron a principios del Plioceno, es decir, cuatro o cinco millones de años atrás, o quizás a finales del Mioceno, hace algo más de 5 millones de años, pero faltan evidencias para decirlo con certeza.

“Esta fauna fue reemplazada a finales del Plioceno por las especies actuales. Desconocemos las causas de la extinción, pero sabemos que las especies de pingüinos han demostrado ser longevas”, señala Acosta Hospitaleche.

El esqueleto de Madrynornis mirandus se encuentra actualmente depositado en el Museo Paleontológico Egidio Feruglio de Trelew para ser exhibido al público. Mientras tanto, en el Museo de La Plata siguen abocados al estudio del material y esperan aportar próximamente novedades sobre las costumbres del nuevo viejo amigo de las costas patagónicas.

“Este uno de los hallazgos más importantes en la historia de los pingüinos. Su estudio ha sido revelador y seguirá arrojando interesantes datos en el futuro, ya que tenemos previsto continuar con los análisis desde otras perspectivas como son su modo de vida, su alimentación y sus mecanismos de buceo”, concluye Acosta Hospitaleche.