Ya se aprobó la ley que fomenta la producción y uso sustentable de los biocombustibles, que genera las bases para el inicio de su producción a escala comercial. La Argentina, que cuenta con grandes ventajas porque es una importante productora de las materias primas para su elaboración, contaría en 2010 con instalaciones capaces de producir unos 3 millones de toneladas de biodiesel.

(30/10/06 – Agencia CyTA – Instituto Leloir. Por Alejandro Manrique) – La crisis de energía que se presenta en nuestro país, en especial la que se origina como consecuencia del agotamiento de recursos no renovables como el petróleo, al igual que la emisión de gases que contaminan el medio ambiente y que producen el perjudicial efecto invernadero, lleva a la imperiosa búsqueda de fuentes energéticas alternativas.

Los biocombustibles usan la biomasa vegetal y son una fuente de energía renovable para los motores. Su utilización representa una menor contaminación ambiental y cobra protagonismo frente al agotamiento de energías fósiles, como el gas y el petróleo, cuya explotación se encuentra en un punto de saturación por la elevada demanda y con precios internacionales cercanos a sus marcas históricas, sumado a las crecientes tensiones existentes en Medio Oriente. Basta pensar que 40 años es el plazo en el que se acabarán las reservas mundiales de petróleo si se sigue consumiendo al ritmo actual, unos 30 mil millones de barriles anuales.

La Argentina posee ventajas comparativas para el desarrollo de un mercado de biodiesel y bioetanol: una infraestructura altamente eficiente y tecnificada de producción de oleaginosas, una producción creciente de metanol y etanol, y un mercado de nafta y gasoil con gran dimensión.

La reciente sanción de la Ley Nº 26.093, que instituye el Régimen de Regulación y Promoción para la Producción y Uso Sustentable de Biocombustibles, establece que a partir de 2010, todo el gasoil y la nafta que se produzca en el país deberán contener 5 % de biodiesel y bioetanol respectivamente, por lo que la producción de estos biocombustibles comienza a tener gran relevancia de carácter técnico, económico y social.

La introducción de los biocombustibles en la matriz energética argentina, es una decisión importantísima por sus implicancias ambientales y económicas, al igual que el estímulo al sector agropecuario para posicionarse como fuente de energía.

La norma define como biocombustibles al biodiesel, bioetanol y biogás, que se produzcan a partir de materias primas de origen agropecuario, agroindustrial o desechos orgánicos.

El biodiesel es el combustible renovable que tiene el mayor potencial de desarrollo en el país. Se puede usar puro o mezclado con gasoil en cualquier proporción y en cualquier motor diesel. No es una concepción nueva: ya en 1900, Rudolf Diesel utilizó aceite de maní para el motor que hoy lleva su nombre.

El bioetanol puede reemplazar a la nafta, como ya se hace en Brasil con el alcohol de caña o el de maíz en los Estados Unidos. Permite sustituir los aditivos usados en la actualidad, que generan contaminación ambiental.

Proceso de obtención

La energía que proviene de la biomasa, deriva de la utilización de productos y residuos animales y vegetales. Se la obtiene mediante procesos termoquímicos (combustión, gasificación y pirólisis), biológicos (fermentación aeróbica o anaeróbica) o químicos.

El biodiesel, que brinda al campo y a la industria aceitera una alternativa de comercialización y diversificación de la producción, se puede obtener a partir de aceites vegetales o de grasas animales. En el caso de los aceites vegetales, pueden utilizarse el de soja, colza, cártamo, jojoba, palma, etc., quedando como residuos glicerol (para la producción de glicerina) y ácidos grasos. Con el glicerol que se obtiene como deshecho se pueden fabricar jabones y otros productos de higiene personal o para el hogar.

Se llega básicamente al biodiesel partiendo de la obtención del aceite deseado. Luego se lo introduce en un reactor, donde, mediante la agitación por paletas y calefacción por vapor, se lo lleva a unos 70º C. Se le adiciona en forma gradual una solución de alcohol metílico y soda cáustica, siguiendo con la agitación durante unos 40 minutos. Con dicha operación se logra separar los ácidos grasos de la glicerina, que se decanta por diferencia de densidad y precipita al fondo.

Con respecto al bioetanol (alcohol etílico deshidratado con un 99,4% de pureza), se obtiene de alcoholes a partir de caña de azúcar, maíz, sorgo, remolacha, mandioca, eucalipto, etc. En el caso de la caña de azúcar, queda como residuo la corteza de caña, y en el del maíz quedan granos y solubles secos destilados.

El biogás resulta de la fermentación de los desechos orgánicos y es un combustible más en la matriz energética del país.

Consumo y demanda

El biodiesel es un combustible que no trae muchos inconvenientes al motor, ya que tiene un alto contenido lubricante (más que el gasoil fósil) y por ende duplica la vida útil de los motores.

A partir del año 1998 el biodiesel puede ser utilizado sin muchas modificaciones al motor, ya que éstos vienen con mejor diseño y el único problema que se presenta es el desprendimiento de pintura del tanque, las conexiones y el desgaste de mangueras.

Con relación a la futura demanda de aceites vegetales para la producción de biodiesel y teniendo en cuenta que en el país se consumen anualmente unos 12 millones de metros cúbicos (gran parte se importa) de gasoil, se demandarían unos 600.000 metros cúbicos de biodiesel (5%) para el año 2010.

En el caso del bioetanol, el consumo anual de nafta en nuestro país es de 3,6 millones de metros cúbicos, lo que implica que se requerirán 180.000 metros cúbicos de bioetanol (un 5 %) para el año 2010.

Ecológico, económico y renovable

“Cuando se utiliza biodiesel, se reducen los gases de efecto invernadero”, dice el ingeniero Marcelo Rassetto, responsable del proyecto BIOFAA de la Federación Agraria Argentina, que promueve su uso entre los productores de oleaginosas.

Es importante destacar que la biomasa vegetal utilizada para la producción de biocombustibles, también genera anhídrido carbónico (dióxido de carbono) durante la transformación industrial, pero esto es compensado por el consumo que la atmósfera realiza en el proceso de fotosíntesis.

Mientras que la quema de combustibles fósiles libera a la atmósfera dióxido de carbono que ha estado inmovilizado por millones de años, la quema de biocombustibles libera dióxido de carbono que no incrementa las emisiones netas de ese gas, dado que fue absorbido e inmovilizado recientemente por las plantas.

Con el biodiesel se recicla el dióxido de carbono de cosecha a cosecha, con lo que se cierra el ciclo del carbono y siempre queda la misma cantidad en la atmósfera. Ejemplo: unas 50.000 toneladas de biodiesel producidas anualmente por una planta mediana ayudarían a prevenir la emisión de 150.000 toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera.

Además de ser menos contaminante que el petróleo y no acumular dióxido de carbono, entre otros beneficios, cabe mencionar que no contiene azufre y por lo tanto no genera emanaciones de ese elemento, responsable de las perniciosas “lluvias ácidas”.

Es biodegradable: volcado al medio ambiente, se degrada mucho más fácilmente que los combustibles fósiles. Es saludable, por cuanto es menos irritante para la epidermis humana y su combustión genera menos elementos nocivos que los combustibles tradicionales, reduciendo el riesgo de cáncer.

Por otra parte, la producción de biodiesel permite obtener certificados de reducción de dióxido de carbono, los denominados “Bonos de Carbono”, y venderlos a empresas que deben reducir sus niveles de emisión de gases de efecto invernadero para cumplir con el Protocolo de Kyoto.

Este nuevo mercado, conocido como “Mecanismo de Desarrollo Limpio” (MDL), implica para las empresas de países en desarrollo como la Argentina, la posibilidad de presentar proyectos de inversión que permitan la reducción de estos gases y recibir a cambio una cantidad de bonos de carbono que posteriormente se pueden vender a empresas y gobiernos de países desarrollados, comprometidos en reducir antes del 2012 sus emisiones en 5% en promedio respecto de los valores de 1990.

“Si fuese posible sustituir todos los combustibles por biodiesel, desaparecería el problema del efecto invernadero”, afirma Carlos Querini, del Instituto de Investigaciones en Catálisis y Petroquímica (INCAPE), dependiente de la Facultad de Ingeniería Química de la Universidad Nacional del Litoral (Santa Fe) y el CONICET.

Uno de los máximos exponentes del INCAPE, Querini indicó que la de los biocombustibles es una industria que va a evolucionar en el país y que ya hay aceiteras que están haciendo varios proyectos.

En el INCAPE se realizan trabajos de investigación y asistencia a los interesados en producir biodiesel, a través de convenios con las empresas para el diseño y producción de plantas. Además, se encargan de asesorar a una gran cantidad de empresas en nivel de calidad y certificación de exportaciones.

En el laboratorio que dirige Querini, existen muestras de las más diversas materias primas: aceite de coco, semillas de mamona (tártago), granos de soja, semillas de girasol, grasa bovina, de cerdo, pollo o caballo. “Con cualquiera de estas sustancias se puede elaborar biodiesel, mediante un proceso adecuado que asegure la calidad”, dice Querini.

Experiencias internacionales

Ya existe amplia experiencia en el exterior en la producción de biocombustibles. El biodiesel actualmente se usa en varios países en mezclas con porcentajes diversos, mientras que el etanol comenzó a utilizarse mezclado con nafta en la década del 70.

Brasil entendió muy bien el potencial de los biocombustibles cuando, hace treinta años, lanzó el “Programa Pro-Alcohol” para la producción de etanol a partir de la caña de azúcar. En 1975, el objetivo era reducir la dependencia de las importaciones de petróleo, en aquel momento un tema conflictivo luego del impacto de la crisis petrolera mundial que se había experimentado dos años antes.

En Brasil, por ejemplo, toda la nafta consumida contiene entre 20 y 25 % de alcohol y existe una alta proporción de vehículos que funcionan con alcohol puro.

En los Estados Unidos se encuentran instaladas actualmente 65 fábricas de biodiesel y 100 fábricas de bioetanol.

En Europa, la estrategia adoptada a nivel comunitario establece tres objetivos principales: promover los biocombustibles tanto en la Unión Europea como en los países en desarrollo; preparar su uso a gran escala para mejorar su competitividad en cuanto al costo; y apoyar a aquellos países en desarrollo en los que la producción de biocombustibles podría estimular el crecimiento económico sostenible.

Europa sabe que el uso masivo de biocombustibles le será sumamente beneficioso porque reducirá la dependencia de las importaciones de combustibles fósiles, aminorará las emisiones de gases de efecto invernadero, proporcionará nuevas salidas a los agricultores y abrirá nuevas posibilidades económicas en varios países en desarrollo.

Desde este año, la Unión Europea obliga al corte obligatorio de combustibles fósiles con combustibles renovables. Cada litro de gasoil debe contener 2 % de biodiesel, porcentaje que crecerá hasta 5,75 % en 2010.

Perspectivas futuras

La nueva ley 26.093, aún no reglamentada, contempla otorgar beneficios impositivos a las empresas que se dediquen a la investigación y producción de biocombustibles, lo cual, sumado a la condición de país productor de cereales y oleaginosas, principales materias primas para la elaboración de los mismos, hacen que podamos confiar en un desarrollo técnico y económico, al igual que una mejora ambiental, como opción de esta fuente alternativa de energía.

La Argentina es hoy el tercer productor y exportador mundial de oleaginosas (soja y girasol) y uno de los exportadores líderes de aceite. Esto la convierte en un potencial abastecedor mundial de biodiesel. “El mercado global llegará en el 2010 a unos 15 mil millones de toneladas anuales”, dice Claudio Molina, director de la Asociación Argentina de Biocombustibles e Hidrógeno.

Según los datos que maneja esa asociación, los proyectos de inversión para los próximos cuatro años suman 1.000 millones de dólares. Eso significa que en 2010 el país contaría con instalaciones capaces de producir unos 3 millones de toneladas de biodiesel, un volumen que excederá la demanda interna y significará un salto enorme respecto de las 60.000 toneladas que se producen actualmente.

La demanda mundial de biodiesel para el año en curso será de más de 12 millones de toneladas. Los expertos estiman que Europa tendrá un déficit muy elevado y generará un importante mercado, de allí el interés de las petroleras que evalúan producirlo en gran escala.

Para muchos especialistas, Argentina se encuentra ante una oportunidad histórica e inmejorable, similar a la de fines del siglo XIX en cuanto a la exportación de materias primas, un escenario que la convirtió en su momento en el “granero del mundo” dentro del contexto internacional.

Se trata nuevamente de enviar las cosechas al extranjero, pero ahora con un valor agregado tecnológico y especializado, en el que las materias primas y la infraestructura científica se conjugan para apuntalar el desarrollo del país.

Fuentes:

Asociación Argentina de Biocombustibles e Hidrógeno

INCAPE – Conicet

INTA – Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria

Proyecto BIOFFA – Federación Agraria Argentina

SAGyPA – Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos