El cambio climático aceleraría el derretimiento de los glaciares, una importante reserva de agua. Esta es la amenaza que plantea un estudio basado en modelos climáticos. En los Andes tropicales, los Andes del sur y otras regiones del mundo los glaciares están en franco retroceso.

(22/08/06 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Bruno Geller) – El veloz derretimiento de los glaciares en los Andes tropicales y otras regiones montañosas del mundo, debido a los efectos del cambio climático, producirá una reducción significativa en el caudal de los ríos que se generan a partir de ellos. La disminución de los recursos hídricos producirá consecuencias socio-económicas y ambientales.

Estas son algunas de las conclusiones de un estudio publicado en la revista Science de junio. Un equipo de científicos encabezados por Raymond S. Bradley, del Centro de Investigación de Sistemas Climáticos del Departamento de Geociencias de la Universidad de Massachusetts, Estados Unidos, vaticina un aumento de temperaturas en las altas montañas de los Andes. Las predicciones se basan en cálculos obtenidos a partir de Modelos de Circulación General de la Atmósfera (MCG).

Los MCG son una herramienta basada en el uso de computadoras de gran capacidad de procesamiento que incorporan programas de cálculo numérico. Estos programas permiten elaborar representaciones espaciales y temporales aproximadas de los principales procesos físicos que ocurren en la atmósfera y de sus interacciones con los otros componentes del medio ambiente. Mediante su empleo se pueden realizar simulaciones climáticas, por ejemplo, conocer las consecuencias que las variaciones de un elemento, como el dióxido de carbono, puede generar en un sistema climático.

Bradley y sus colegas sostienen que la concentración de dióxido de carbono (CO2), uno de los principales gases de efecto invernadero en la atmósfera, se duplicará durante el siglo XXI en comparación a los niveles de CO2 de la era preindustrial. De acuerdo a los MCG utilizados por los investigadores, en las altas montañas de Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina, el calentamiento global aumentará las temperaturas más rápidamente en las regiones altas de las montañas.

“El trópico es el corazón de la tierra, allí está la energía del planeta, un mar a 28 °C todo el año. El aumento de las temperaturas en esa región aumenta los niveles de evaporación, de esta forma se genera una columna de aire caliente ascendente cada vez mas importante en los trópicos”, explica Ricardo Villalba, Director del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA).

“Posteriormente, la columna de aire caliente se distribuirá a través de la circulación atmosférica que conecta latitudes medias y bajas. La mayor cantidad de energía o calor se concentrará en las partes altas de la atmósfera e irá disminuyendo esa energía a medida que desciende, por eso los aumentos serán mayores en altura”, sostiene Villalba.

Villalba advierte que las inferencias de Bradley se desprenden de modelos climáticos y afirma: “Que el aumento de las temperaturas vaya a ser mayor a mayores alturas es algo difícil de probar, ya que no tenemos registros climáticos en la alta Cordillera que nos permitan compararlos con los de los llanos.”

A grandes alturas, por arriba de los 2 mil metros en la Cordillera de los Andes, prácticamente no hay registros meteorológicos homogéneos que cubran extensos períodos de tiempo. Por esta razón, a los investigadores les resulta difícil proveer una estimación de cuáles son las tendencias reales de la temperatura a grandes alturas. Por el momento, dependen de los registros a menor altura en ambas márgenes de la Cordillera.

“A partir de un convenio entre CONICET y la Subsecretaria de Recursos Hídricos se colocarán 15 estaciones de altura a lo largo de nuestra Cordillera para monitorear los cambios climáticos que en ella están ocurriendo. De esta forma queremos revertir esta falta de información sobre nuestra Cordillera” asegura Villalba.

Este especialista argentino afirma que “sin duda, como consecuencia del calentamiento global, las temperaturas aumentarán más en altas latitudes que en la región tropical. Este punto es claro y seguro, ya que existen datos de temperaturas y registros paleo-climáticos que así lo muestran.”

El estudio de Bradley analiza 268 registros ubicados en los Andes tropicales a lo largo del tiempo en distintos latitudes y constata un aumento de 0.11 °C por década entre 1939 y 1998. A su vez señala que 8 de los 12 años más cálidos se registraron en los últimos 16 años de ese período.

El derretimiento rápido de los glaciares a causa del aumento de las temperaturas afecta no sólo a los Andes tropicales, sino también a la Cordillera ubicada mas al sur, que se extiende por el extremo oeste del sur de Sudamérica.

En base a dataciones dendrocronológicas -estudio de los anillos de los árboles encontrados en depósitos glaciarios- reconstrucciones climáticas de la región y documentos históricos, Villalba y un equipo de científicos han estudiado las fluctuaciones de diversos glaciares distribuidos en el territorio argentino.

El Glaciar Frías, el cuerpo de hielo más septentrional del Cerro Tronador, en Río Negro, Argentina, alcanzó su máxima extensión en los años 1640-1660, durante un evento frío que se conoce como Pequeña Edad de Hielo. A partir de ese período hasta el año 1850, aproximadamente, el glaciar retrocedió a una velocidad de 2.5 metros por año. Cuando comenzaron a aumentar las temperaturas regionales alrededor del año 1850, la velocidad de retroceso aumentó. Entre 1850 y 1900, el retroceso fue de siete metros por año, de 10 metros por año entre 1910 y 1940, y de 36 metros por año entre 1976 y 1986.

“Nuestras observaciones de campo indican que la velocidad de retroceso se ha incrementado aún más después de 1986. Este aumento en la velocidad de retroceso del Glaciar Frías, que se manifiesta en todos los glaciares patagónicos, es consistente con las reconstrucciones de las temperaturas que indican que el calentamiento a partir de 1970 no tiene precedente, al menos, en los últimos 400 años”, destaca Villalba.