(03/07/06 – CyTA – Instituto Leloir. Por Florencia Mangiapane) –. David Cavallo, investigador del Laboratorio de Medios del MIT, visitó la Argentina para avanzar en el diálogo con el Gobierno por el proyecto “Una laptop por niño”. Antes de que el país desembolse 100 millones de dólares para participar en la experiencia piloto deberán probarse las máquinas, aseguró Alejandro Piscitelli, gerente del portal Educ.ar, que gestiona la evaluación de la iniciativa.

En representación de la organización One Laptop per Child (OLPC), David Cavallo se reunió el jueves pasado con autoridades del Ministerio de Educación y un equipo de abogados para conversar sobre los aspectos legales de la implementación del proyecto que llevaría un millón de computadoras portátiles a las aulas argentinas el año próximo.

Por la tarde, Cavallo visitó a Alejandro Piscitelli, gerente del portal educativo del Estado. Ambos mantuvieron una charla con esta Agencia sobre el estado actual del proyecto.

“Al igual que con los demás países que participarían en la experiencia piloto, en Argentina el compromiso todavía no está cerrado. Falta ajustar varios aspectos, porque es un tema muy complejo. Estamos conversando sobre los contenidos educativos, además del hardware y la programación de las máquinas”, señaló Cavallo, que dirige el grupo El Futuro del Aprendizaje en el mítico Laboratorio de Medios del MIT, encabezado por Nicholas Negroponte, mentor de OLPC.

El grupo de trabajo de Cavallo estudia cómo las nuevas tecnologías son capaces de conducir a nuevas maneras de pensar, aprender y diseñar en contextos reales. La idea de OLPC es que los chicos de los países emergentes puedan acceder a computadoras portátiles y no se queden afuera de la “alfabetización digital” que vive el mundo desarrollado.

Cavallo aclara, sin embargo, que el cambio sólo puede darse según las necesidades de cada comunidad y con la participación activa de los propios actores involucrados.

“Con la tecnología digital se incrementan las posibilidades de que cada persona tome el control de su propio proceso de aprendizaje. Se puede desarrollar el conocimiento según los objetivos y las culturas locales. Es necesario que cambiemos nuestros marcos mentales sobre cómo deberían ser los entornos educativos y cómo podemos planificar y trabajar para cambiarlos y mejorarlos”, explicó el investigador.

Argentina es uno de países interesados en participar de la experiencia piloto, junto con Brasil, India, China, Nigeria, Tailandia y Egipto. Cada una de las máquinas, que se fabricarían con la contribución de compañías como Google, AMD, Quanta, Red Hat y Nortel, costará a los gobiernos nacionales 100 dólares.

El prototipo de las máquinas ya está listo. Para que comiencen a fabricarse en serie, falta que se confirmen los primeros pedidos masivos. La máquina está especialmente diseñada para ser usada por los chicos: tiene el tamaño de un libro, pantalla color y si se cae no se rompe. Usa energía casera y donde no haya servicio telefónico se conectará a Internet por sistema inalámbrico. Además, cuenta con un sistema especial que permite interconectarlas aún en ausencia de Internet. Muchas de las escuelas que la recibirán son rurales.

Cavallo explica que a través de la computadora los chicos tendrán a mano una enorme biblioteca virtual. Las materias van a dejar de ser campos de saber separados y se van a poder integrar en función de proyectos concretos.

Que los chicos cambien el lápiz y el cuaderno por el uso del espacio virtual, y el aula se transforme en un entorno de aprendizaje colaborativo sin distinción de edades y roles establecidos parece echar por tierra siglos de tradición escolar.

¿Qué van a hacer las autoridades educativas para operar el cambio? Piscitelli remarcó que no se puede responder a los desafíos que plantean las nuevas tecnologías a través de estrategias tradicionales, como la formación docente. Capacitar a los docentes para que a su vez capaciten a los chicos en el uso de las máquinas es una carrera perdida de antemano, señaló.

“La introducción de la tecnología digital masiva en la escuela implica cambiar la arquitectura del poder dentro del aula, una revolución cultural que no se puede imponer. Se tiene que dar, como se dio el Mayo Francés. Lo único que podemos hacer es ayudar a que suceda, aprovechando la pulsión exploratoria que todavía está activa en los chicos”, dijo Piscitelli.

“En el ’85, en el CBC, los docentes nos quejábamos del bajo nivel de los estudiantes —recordó—. Ahora la situación es aún peor, pero ya no le podemos echar la culpa a la dictadura. En democracia tampoco pudimos resolver el problema educativo. La caída en el nivel educativo es un dato mundial. No es que la tecnología va a poder resolverlo por sí misma, como tampoco la política. Es un tema tan complejo que se necesita contemplar distintas variables, desde los dispositivos hasta los actores, y muy especialmente el tipo de alumnos gestados en el marco de una sociedad de la información.”

“Todos los países que visitamos están atravesando crisis educativas”, apuntó Cavallo, que se trasladó a Brasil por el proyecto. El investigador del MIT destacó las ventajas que tiene la introducción de nuevas tecnologías para los países emergentes en la actualidad.

“Los países ya no crecen por factores geográficos o históricos, como antes. Hoy el desarrollo pasa por el conocimiento, lo que abre importantes oportunidades para dar batalla contra la inequidad”, expresó.

Cuando se le preguntó si Brasil fabricaría localmente las máquinas y desarrollaría su propio software, Cavallo no negó la posibilidad. Es importante que cada país se vuelva protagonista del proceso, agregó.

“El diseño de la intervención educativa se parece a la arquitectura. Para pensar un edificio hay que interactuar con la gente que lo va a usar. Pero a diferencia de la arquitectura, el diseño educativo no termina cuando está listo el artefacto, sino que se fortalece con su puesta en práctica por parte de los participantes. Esto es lo que yo llamo diseño emergente”, explicó Cavallo.

Desde su lanzamiento, el proyecto OLPC generó polémica. Las grandes empresas informáticas, como Microsoft e Intel, dieron a conocer estrategias alternativas para reducir la brecha digital, y muchos se preguntaron por qué los gobiernos de los países pobres deberían destinar una suma importante del exiguo presupuesto educativo a pagar una tecnología que está fuera de los estándares del mercado.

“Las objeciones y resistencias que genera el proyecto son válidas. Queremos llevar tranquilidad en el sentido de que no se va a gastar dinero en nada que no esté probado”, afirmó Piscitelli, que manifestó preocupación por la demostración. Esperan hacer simulaciones con laptops comunes en Chile y en Brasil, siguiendo el ejemplo de Maine, Estados Unidos.

“También queremos hacer una demostración acá con estas máquinas, para que la gente las pueda ver en acción. Pero todo experimento de ese tipo va a estar distorsionado. El proyecto funciona por saturación. Sirve si el chico se puede llevar la computadora a la casa y trabajar en red con toda la zona”, agregó.

Para concluir, Cavallo subrayó: “Lo importante es que las dos partes están interesadas. Sólo falta terminar de cerrar el acuerdo. Nuestra organización no tiene intereses comerciales. Estamos convencidos de que las nuevas tecnologías van a cambiar la manera de entender el aprendizaje y la escuela. El ministro Filmus, que es una persona abierta y pragmática, también lo entiende así”.