(17/06/08 – Agencia CyTA-Instituto Leloir- Por María Cristina Chaler) – La ciencia, en su camino de descubrimientos, se unifica al pensamiento filosófico. El Universo es más complejo de lo que pensamos; por lo tanto, nuestra existencia quizás tenga una razón de ser más importante de lo que creemos.

La gravedad es una de las fuerzas fundamentales de la naturaleza (Ver nota de fuerzas de la naturaleza). Ésta provoca una atracción entre cuerpos masivos y a pesar de que se trata de una fuerza débil, su extensión es universal.

Se cree que la responsable de la transmisión de esa fuerza es una partícula llamada “gravitón” (ver Átomo II). Esa partícula es misteriosa e hipotética ya que es producto de las conjeturas de la física teórica; y como su masa es prácticamente cero, todavía no se ha podido aislarla. Es un bosón de spin par que sería responsable de la transmisión de la interacción gravitatoria.

A pesar de que no se la ha encontrado, es muy probable que su existencia sea real, pero un conocimiento se cataloga de científico cuando se lo ha podido verificar de manera experimental.

La teoría de la relatividad de Einstein, tanto la general como la especial, en su momento, también parecieron imposibles, pero con el andar del tiempo y el avance tecnológico está absolutamente comprobada (ver notas de teoría de relatividad).

La fuerza gravitatoria se observa a gran escala entre los cuerpos masivos en el Universo y es directamente proporcional al producto de las masas, e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que separa a dichas masas en estudio

A saber:

F = GM1 M2/d2

Siendo G la constante de gravitación del Universo

A nivel cuántico (es decir, atómico) no es fácil explicar la atracción gravitatoria. Esto genera un serio problema matemático que resulta difícil de resolver, pero como dijimos en las notas anteriores, no va a ser imposible solucionarlo.

La Ciencia avanza y de a poco, descubre maravillas que resultan asombrosas aun para el hombre de ciencia.

Para que la matemática de la teoría cuántica de la gravedad sea coherente se necesita retener esa misteriosa partícula llamada gravitón; y para ello, hay que avanzar tecnológicamente. Hasta ahora no se ha encontrado la tecnología para hacerlo, aunque hay una lucha científica en su búsqueda.

El encuentro de esa partícula sería un descubrimiento importantísimo para la ciencia porque los cálculos matemáticos de la teoría unificadora se basan en la existencia de ella.

Si se pudiese explicar la gravedad a nivel cuántico como se la explica en forma relativista, la teoría del todo estaría encaminada.

Einstein, en su momento, revolucionó el conocimiento al introducir el tiempo como cuarta dimensión. Es decir, el tiempo no es algo que ocurre apartado de las tres dimensiones espaciales, sino que cambia según la posición del espacio que ocupamos y la velocidad del cuerpo. Transcurre de forma más o menos lenta, según el punto universal en que nos encontremos.

Para Einstein, el espacio-tiempo se deforma por la presencia de las masas. El espacio es como una enorme malla de goma que se hunde, cuanto más grande es la masa presente en él; y la gravedad esta motivada por esa curvatura, de modo que una masa que se acerca a otra se verá atraída, como si cayese en un pozo.

La trayectoria de la luz también se deformará en ese espacio de manera tal que se curvará. Parte de esa curvatura será lo que provoca la aceleración de la gravedad.

A nivel cuántico, la imposibilidad técnica de medir la acción de la gravedad hace que haya una incompatibilidad aparente que quizás pronto pueda resolverse.

En los últimos años, se ha intentado generar una teoría cuántica de la gravedad y la teoría M, que considera al Gravitón como una cuerda cerrada capaz de escaparse de la membrana que conformaría nuestro universo, parece acercarse a la explicación de esta.

Pero necesitamos recorrer un amplio camino de experimentación para poder dar por comprobado lo que la física teórica sostiene.

Quizás ese camino no sea tan largo, y en menor tiempo de lo que creamos, la teoría del Universo podría revolucionar al mundo en general.