La energía oscura, una fuerza ocupa las tres cuartas partes del universo, podría llegar a destruirlo, según los expertos.

(21-02-06 – CyTA-Instituto Leloir, Florencia Mangiapane) – A ocho años de su descubrimiento, la energía oscura se resiste a ser descifrada. Algunos astrónomos aseguran que si no se lanza una misión espacial para estudiarla, el destino del cosmos seguirá en las sombras, según la última edición de la revista New Scientist.

Los científicos creen que la energía oscura –una forma de presión inversa a la gravedad– es responsable de que el universo esté creciendo a un ritmo acelerado.

Pero todavía no saben si su valor se mantiene constante o cambia con el tiempo. Si se mantiene constante, dentro de 20 mil millones de años aún quedarían en pie cientos de galaxias. Pero si cambia con el tiempo, provocaría el colapso total del cosmos.

Si disminuyera, la gravedad dominaría, impulsando al universo a colapsar en un “gran mordisco”. Si creciera, aceleraría cada vez más la expansión, lo que llevaría a un “gran desgarro” del cosmos.

Hasta hace poco, para estudiar la energía oscura, se obtenían datos de las “supernovas”, estrellas muy lejanas que alguna vez explotaron. Midiendo la distancia de cientos de supernovas, los cosmólogos calculaban la expansión del universo y deducían el efecto de la energía oscura a lo largo del tiempo. Hasta ahora, las observaciones indicaban que el universo y la energía oscura crecían a la par. Y que faltaba mucho para que la energía oscura pudiera tomar la delantera.

Pero en enero de este año, el panorama se ensombreció. El cosmólogo estadounidense Brad Schaefer informó a sus colegas que la energía oscura estaba cambiando a toda velocidad. Schaefer llegó a esta conclusión estudiando los estallidos de rayos gamma, explosiones originadas por “hipernovas”, estrellas más potentes que las supernovas. Schaefer observó que los estallidos más lejanos –de casi 13 mil millones de años luz–, se ven mucho más brillantes de lo que deberían si la energía oscura siguiera siendo constante.

Pero muchos desconfían del método de Schaefer: los estallidos de rayos gamma son otro misterio de la ciencia, y los resultados pueden tener errores estadísticos. Ahora la comunidad científica pide una investigación independiente.

La Misión Conjunta por la Energía Oscura, un proyecto espacial de varios equipos de astrónomos, promete ser la solución: las sondas espaciales son las únicas que pueden detectar el brillo de las estrellas más lejanas, claves para averiguar la expansión real del universo. Hasta ahora, la NASA no parece dispuesta a financiar la expedición. Mientras tanto, la energía oscura sigue guardando el secreto.