Investigadores encabezado por un científico australiano acaba de producir una versión sintética de la proteína más saltarina de la naturaleza, la resilina.

(21-02-06 – CyTA-Instituto Leloir, Florencia Mangiapane) – Según informa la edición de febrero de Scientific American, la resilina es una proteína eficiente, llena de energía, parecida a una pelota que rebota alto y sin parar. Gracias a ella, las pulgas saltan, las moscas aletean y las cigarras cantan. La versión artificial podría usarse para producir nuevos stents -válvulas para el corazón – nanobisagras e incluso calzado deportivo más eficiente.

La resilina fue descubierta hace unos cuarenta años y su versión sintética era una cuenta pendiente de los ingenieros biomiméticos, investigadores dedicados a copiar los sistemas biológicos.

Por su peculiar composición, la resilina tiene propiedades similares a la goma: se la puede estirar al triple de su tamaño normal, sin que se rompa, según explica Julian Vincent, profesor de Biomimética de la Universidad de Bath, Inglaterra.

Cuando en 2001 los científicos descubrieron el gen de la resilina en la mosca de la fruta, el investigador australiano Christopher Elvin, junto con un grupo de colegas, se embarcó en producirla. Hace cuatro meses, el equipo logró transferir parte del gen a una bacteria infecciosa y, tras exponerla a la luz, obtuvo una versión sintética, idéntica a la proteína natural.

Pero el asunto no es tan sencillo. Para que el logro pueda tener aplicaciones prácticas, el equipo de Elvin necesita resolver algunos problemas: la resilina natural es frágil como un flan. Además, es biodegradable, y hay que modificarla para poder usarla en ambientes húmedos, como el cuerpo humano.

“Aunque el potencial parece enorme, restan quizá 10 años más de trabajo”, reflexiona Elvin. Ahí sí, ¿quién va a parar la pelotita?