Investigadores del Instituto Leloir y del Instituto de Investigaciones Fisiológicas y Ecológicas Vinculadas a la Agricultura (IFEVA) de la UBA realizaron un estudio que replantea un consenso científico establecido entre los biólogos desde la década de 1950. El estudio es tapa de la publicación de la Sociedad Americana de Biólogos Vegetales.

 

(17/11/2014 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Bruno Geller)-.Hace más de medio siglo, Harry Borthwick, Sterling Hendricks y sus colaboradores, del Centro de Investigaciones de Beltsville del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, descubrieron que las plantas contenían fotorreceptores a los que llamaron fitocromos. Estas estructuras dispersas en sus hojas, en el tallo, en las raíces, y otras partes, funcionan como ojos que le “informan” a los árboles, cultivos o arbustos acerca de las variaciones de la luz ambiental. “De esta forma, la planta ‘sabe’ cuál es el momento apropiado para florecer, germinar o alargar el tallo, entre otras acciones”, explica el doctor Jorge Casal, jefe del laboratorio de Fisiología Molecular de Plantas del Instituto Leloir y líder del trabajo.

Antes de que se publicara el trabajo argentino, se estableció dentro de la comunidad internacional de biólogos vegetales que para percibir si un ambiente era soleado o sombreado, los sensores (los fitocromos)  percibían proporciones de los diferentes tipos de luz (color rojo, azul, naranja y otros) del espectro luminoso.

“Nuestro trabajo demuestra que los fitocromos no sólo distinguen proporciones entre tipos de luz que se encuentran en lugares sombreados o soleados, sino que también miden su cantidad”, afirma Casal que también es científico del  IFEVA y del CONICET.

Para llegar a esos resultados, los investigadores manipularon espectros de luz que se liberaban en diferentes plantas de la especie Arabidopsis thaliana – que comparte características genéticas con el trigo, el maíz, la papa y otros cultivos – y simultáneamente observaban cómo se modificaba el comportamiento de esos sensores.

“Si seguimos investigando, existe la posibilidad de mejorar el rendimiento de cultivos en diferentes ambientes lumínicos utilizando  biotecnologías que activen  o desactiven ‘interruptores  genéticos’ vinculados a la acción de  los fotorreceptores”, destacó Casal. “Encontramos una pieza que puede ayudar a que las plantas  utilicen mejor   sus recursos para producir granos”.

El resto de los participantes del estudio, que fue tapa de la “Plant Physiology”, publicación de la Sociedad Estadounidense de Biólogos Vegetales, son Martina Legris, licenciada en biología y experta en microscopía confocal del Instituto Leloir, el doctor Santiago Ariel Trupkin, la licenciada en biología Ana Sabrina Buchovsky,  y la estudiante María Belén Tolava del IFEVA.

FOTO 1 INVESTIGADORES

Los científicos argentinos que descubrieron una función clave de los fotorreceptores de las plantas. El doctor Jorge Casal (der.), investigador del CONICET, jefe del laboratorio de Fisiología Molecular de Plantas del Instituto Leloir y científico del Instituto de Investigaciones Fisiológicas y Ecológicas Vinculadas a la Agricultura (IFEVA) situado en la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires, la licenciada en biología Martina Legris del Instituto Leloir y el doctor Santiago Ariel Trupkin del IFEVA.

Créditos: Agencia CyTA – Instituto Leloir

 

 

FOTO 2 FOTORRECEPTORES

Con elegantes experimentos y empleando potentes microscopios, los investigadores argentinos determinaron cómo los fotorreceptores, marcados con verde fluorescente, funcionan en las plantas como “ojos” para distinguir lugares soleados de lugares sombreados.

Créditos: Martina Legris

 

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Imagen de la portada de Plant Physiology, revista de la Sociedad Americana de Biólogos Vegetales.

Créditos: Santiago Trupkin / copyrighted by the American Society of Plant Biologists and reprinted with permission.