En la guerra contra los microorganismos nocivos, los antibióticos van perdiendo eficacia y la vigilancia se vuelve crucial. Investigadores de la Universidad Nacional del Litoral siguen las huellas de los estafilococos más resistentes que circulan en la comunidad santafesina.

(26/09/11 – Agencia CyTA – Instituto Leloir /Comunicación científica UNL Priscila Fernández)-. Dentro de hospitales y sanatorios, públicos y privados, del primer y del tercer mundo, siempre se está librando una batalla entre los agentes de salud y las bacterias que causan infecciones. Y no es azaroso el escenario de esa lucha, ya que el uso de antibióticos que se hace en esos lugares ocasiona la muerte de muchos microorganismos, pero los que sobreviven se adaptan y se vuelven resistentes al tratamiento.

Infecciones que comienzan con pequeñas heridas en la piel, forúnculos o “granitos” pueden volverse un problema serio si la bacteria responsable –Staphylococcus aureus– no responde a la meticilina. En algunas ocasiones, las infecciones se vuelven graves llegando a enfermedades como la neumonía necrotizante y la osteomielitis, tanto en niños como en adultos previamente sanos.

Hasta no hace mucho tiempo atrás este patógeno sólo circulaba dentro de los centros de salud, esto es, era responsable de infecciones intrahospitalarias. Mientras que un antibiótico común, de la familia de las penicilinas, como la cefalexina era un arma suficientemente potente para hacer frente a las infecciones por S. aureus adquiridas en la comunidad.

“Venía una persona con una lesión de piel y se la trataba con cefalexina. Actualmente existen algunos adquiridos en la comunidad que hacen difícil su tratamiento”, señaló la docente e investigadora de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), Emilce Méndez.

El trabajo

En Santa Fe, microbiólogas de  la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas (FBCB) analizaron 141 muestras de pacientes con Staphylococcus aureus meticilino-resistente (SAMR) de la comunidad. Setenta fueron tomadas en pacientes pediátricos del Hospital “Orlando Alassia” mientras que las 71 restantes pertenecieron a adultos atendidos en el Hospital Cullen.

En todos ellos, los investigadores rastrearon dos mecanismos específicos: uno de resistencia y otro de virulencia. El primero es el gen mec A que está asociado con la meticilino resistencia y que, efectivamente, estuvo presente en estas muestras. Además, indagaron sobre la presencia del gen pvl  vinculado a la virulencia con la que se propaga la infección. El 65% de las bacterias dio positivo, por lo que los investigadores concluyeron que existe una alta circulación en nuestro medio de Staphylococcus aureus meticilino resistente adquirido en la comunidad portador del gen de virulencia pvl.  “Estos resultados tienen impacto en el campo de la vigilancia de la resistencia antibiótica y en la conducta del uso de antibióticos en los servicios de urgencias y consulta ambulatoria”, destacó Méndez.

El trabajo fue realizado por Emilce Méndez, Antonela Giusti, Analía Mollerach, María Alejandra Mendosa, María Rosa Baroni, Liliana Roldán, Alicia Nagel, Stella Virgolini y Cristina Ochoteco.

Vigilar y prevenir

El mecanismo de resistencia estudiado hace que en dicha bacteria  no pueda usarse ningún antibiótico de la familia de los betalactámicos (como la penicilina, cefalosporina y hasta los más nuevos y más activos como los carbapenemes).

“Es necesario efectuar una vigilancia permanente”, subrayó Méndez, tanto para poder tratar a los pacientes de la manera más efectiva así como también para evitar la diseminación dentro del nosocomio. “Si sabemos que en nuestra zona existen determinadas resistencias, podemos recurrir a otro antimicrobiano”, ejemplificó.

 FOTO BACTERIAS RESISTENTES

 

En la guerra contra los microorganismos patógenos, los antibióticos van perdiendo eficacia y la vigilancia se vuelve crucial.

Créditos: Comunicación científica UNL