La investigación en células madre presenta diferentes facetas, que abarcan desde instancias legales hasta éticas, además de las inherentes a los avances científicos. ¿Cuáles son los puntos conflictivos y cuáles las principales controversias sobre el tema? ¿Cuál es el futuro de este campo del conocimiento? En Iberoamérica y en todo el mundo estos temas exigen un análisis cada vez mayor si se tiene en cuenta el actual ritmo que adquiere este tipo de investigaciones.   

(05/01/11 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. OEI-AECID).- La investigación en células madre ha registrado un fuerte avance en los últimos años producto del creciente potencial que conlleva: quienes trabajan en este campo visualizan la posibilidad terapéutica de emplearlas para reconstruir tejidos y órganos dañados por diferentes enfermedades, convirtiéndolas en la base para el tratamiento del mal de Parkinson, la diabetes o las afecciones cardiovasculares.

Las células madre son células no especializadas que se renuevan de manera ilimitada. Los investigadores han comprobado que, bajo ciertas condiciones fisiológicas o experimentales, es posible inducirlas a que se conviertan en células con funciones específicas, para que “trabajen” por ejemplo de neuronas o de células de páncreas, productoras de insulina. En este punto un desafío clave para la ciencia es identificar cuáles son las señales que hacen que las células madre se transformen en células especializadas.

No obstante el avance logrado hasta el presente, la ciencia tiene hoy más preguntas que respuestas en lo que hace al uso de células madre. A pesar de ello, la comunidad científica se enfrenta a un nuevo dilema: la proliferación de centros en todo el mundo que, mediante el empleo de células madre, y a cambio de grandes sumas de dinero, prometen dar cura a diferentes enfermedades con tratamientos que carecen de aval científico, y que inclusive podrían generar nuevas enfermedades a quienes los reciban.

La preocupación frente a la irrupción en los medios de campañas agresivas de marketing que ofrecen terapias con células madre ha alcanzado tan magnitud que el 9 de junio la Sociedad Internacional para la Investigación en Células Madre (ISSCR, según sus siglas en inglés) lanzó un portal destinado a potenciales pacientes, familiares y médicos (www.closerlookatstemcells.org), en el que advierte que hay que ser muy cauteloso y evaluar bien las evidencias antes de  tomar la decisión de someterse a un tratamiento de este tipo. La iniciativa fue desarrollada por científicos líderes en el tema, provenientes de diferentes países, y si bien el sitio está en inglés, pronto tendrá una versión en español.

En Iberoamérica el interés estratégico por este campo del conocimiento se vio reflejado en el Simposio Internacional sobre Investigación en Células Madre que tuvo lugar en Buenos Aires, Argentina, a fines del 2009. El encuentro reunió a más de 400 científicos y estudiantes de la Argentina, Brasil, Chile, Venezuela, Colombia, Uruguay, EE.UU., Canadá, Suecia y España, entre otros.

Red de investigación

En la Argentina, la investigación en células madre ha cobrado un fuerte impulso a través de la creación del Consorcio de Investigación en Células Madre (CICEMA). El consorcio, que comenzó sus actividades en marzo de 2008, fue creado mediante un subsidio de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica que depende del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva. Con ese apoyo oficial, se constituyó esa red de centros integrada por la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, la Fundación Instituto Leloir, la Universidad Favaloro, la Universidad Austral y el Hospital de Pediatría Prof. J. P. Garrahan, entre otros organismos.

“El objetivo del CICEMA es estudiar el potencial terapéutico de las células madre en neurología, cardiología y cáncer y acercar ese conocimiento a la clínica. Es importante aclarar que trabajamos sobre modelos animales y celulares, y no con pacientes”, explicó el doctor Fernando Pitossi, director del Laboratorio de Terapias Regenerativas y Protectoras del Sistema Nervioso del Instituto Leloir y coordinador del CICEMA.

Pitossi subrayó que si bien se han logrado avances importantes en la investigación de las células madre, todavía queda un largo camino por recorrer para ver esos resultados experimentales de laboratorio traducidos en terapias clínicas para curar diversas enfermedades. “En este sentido es necesario que la sociedad esté bien informada sobre los avances, los límites y los mitos que circulan alrededor de este tema”, afirmó el experto quien describió el caso de un niño con ataxia –una enfermedad del sistema nervioso–  que recibió un tratamiento no autorizado con células madre en Rusia. El paciente no sólo no se curó, sino que además contrajo cáncer. Los detalles de esta historia fueron descritos en febrero de 2009 por la revista científica PLoS Medicine.

Embrionarias y adultas

Las investigaciones en marcha en todo el mundo emplean dos clases de células madre de animales y de seres humanos: las embrionarias y las adultas. Las de origen embrionario, generan un fuerte debate ético y social. Las células madre adultas, por su parte, son aquellas que se desarrollan en algunos órganos como la médula ósea, la piel, el hígado y en regiones del sistema nervioso de una persona adulta.

¿Pros y contra de cada una? “Algunas de las ventajas que presentan las células madre embrionarias son que tienen una alta plasticidad, es decir, son una fuente potencial de cualquier célula. Entre sus desventajas,  puede citarse que tienen un comportamiento en cultivo muy variable, su potencialidad de producir tumores al ser trasplantadas y, por otra parte, y la posibilidad de que generen una respuesta inmunológica (rechazo) al trasplante”, destacó Pitossi.  Y agregó: “Por su parte, las células madre adultas son de de fácil acceso, no provocan dilemas éticos ya que no se emplean células madre embrionarias y no producirían rechazo desde el punto de vista de la compatibilidad biológica en el caso de auto-trasplante. Algunas de sus desventajas radican en tener una capacidad limitada de diferenciarse a otro tipo celular para el cual fue programada”.

En esta misma línea, el doctor George Daley, investigador de la Universidad de Harvard y del Instituto Médico Howard Hughes de los Estados Unidos, opinó durante el encuentro de la especialidad realizado en Buenos Aires que el empleo de “células madre obtenidas por reprogramación (esto es, transformación de células adultas en células madre mediante la incorporación de genes) evita cierta controversia ya que un amplio sector de la sociedad no ve con buenos ojos el uso de células madre de origen embrionario.”

El mismo Daley decidió quitarle el peso ético a las investigaciones con células embrionarias, empleando sus propias células como material para llevar a cabo sus investigaciones. Para ello, junto a integrantes de su laboratorio, realizó pequeñas biopsias de la piel de sus brazos, a las que luego agregó genes que volvieron a esas células de la piel un equivalente de lo que serían células madre embrionarias. Esta nueva tecnología fue destacada por la prestigiosa revista Science en 2008.

Para el experto estadounidense, las células madre ofrecen un enorme potencial como plataforma de investigación. “Es una forma de estudiar y pensar la relación entre células, tejidos y órganos. Incluso si no revolucionaran el modo en que tratamos las enfermedades en términos de terapia celular, de todas formas serían una invalorable y fundamental plataforma de investigación. De verdad creo que pueden transformar a la medicina, pero no me atrevo a decir cuándo”, señaló.

Las implicancias éticas en  investigación y tratamiento con células madre son muchas y de diverso tipo. “Por el progreso actual de  las ciencias, cada vez se adquieren nuevos poderes para controlar los procesos biológicos y se generan notables inquietudes sobre las implicancias de esos procesos, situación que ha llevado a enormes debates sobre las consecuencias implícitas”, afirmó Susana Sommer, profesora de bioética en la Universidad de Buenos Aires, e integrante de la Comisión Mundial de Ética del Conocimiento Científico y la Tecnología, de UNESCO.

Con respecto a los embriones, Sommer destacó que las posturas suelen dividirse entre quienes consideran que deben ser tratados como personas, y entre quienes sostienen que “los embriones de 10 a 14 días son acumulaciones de células que no poseen sistema nervioso, cerebro ni capacidad de sufrir.” Se trata de una discusión que gira en torno al estatus moral de los embriones utilizados.  

Uno de los puntos que preocupa a Sommer y a otros especialistas en bioética es el modo de obtención de esas células madre embrionarias. “Estas células podrían provenir de fetos abortados, lo que generaría un fuerte debate ya que se relacionaría con el aborto, procedimiento que, en particular en la Argentina, es ilegal. Por otro lado también estaría la posibilidad de que se empleen embriones congelados provenientes de clínicas de reproducción asistida. En ese caso debemos tener muy  claro que su uso requiere el consentimiento expreso de las familias que les dieron origen. Ellos deben elegir si quieren guardarlos, descartarlos o que sean usados para investigación”, afirmó.

Regulación en células madre

Según informa la Comisión Asesora de Terapias Celulares y Medicina Regenerativa argentina, a pesar de que en todo el mundo se ofrecen terapias para tratar distintas patologías mediante la utilización de células madre, los únicos tratamientos validados científicamente son el trasplante de células madre de médula ósea, sangre periférica y cordón umbilical para tratar enfermedades de la sangre. “El resto de los tratamientos no ha demostrado la eficacia ni las condiciones de seguridad apropiadas para su uso terapéutico en seres humanos”, subrayan sus integrantes.   

Sobre la regulación de la investigación de células madre, dicha comisión indica que las prácticas experimentales deben realizarse bajo un marco regulatorio estatal. “Sólo cuando un tratamiento experimental en pacientes comprueba su eficacia terapéutica, y la ausencia de riesgos secundarios indeseables, puede ser aprobado por los organismos de control (en Argentina, el Instituto Nacional Central Único Coordinación de Ablación e Implante Argentina, INCUCAI) para pasar de ser un tratamiento experimental a uno establecido”, aseguran.

En este sentido, el investigador Fernando Pitossi del Instituto Leloir destacó el papel que está desempeñando el INCUCAI en la Argentina, que por resolución del Ministerio de Salud actúa como ente regulatorio de las investigaciones relacionadas con el implante de células madre. “Es importante recalcar que cualquier ensayo clínico novedoso utilizando células madre, por ser experimental, necesita aprobación previa del INCUCAI y debe ser gratuito para el paciente”, enfatizó.

Para la doctora Sommer es fundamental que los países de la región dispongan de una normativa que confiera un sustento legal a los estándares mínimos a cumplir en materia de investigación tales como la obtención, el tratamiento y la conservación de muestras, el estatus de los donantes, el consentimiento informado, el aseguramiento de buenas prácticas de laboratorio y de investigación clínica y el manejo de la información, entre otros puntos fundamentales.

Asimismo Pitossi subraya que desde que se origina una idea en el laboratorio hasta que se convierte en un tratamiento establecido existen varias fases de experimentación. Primero, en animales y luego en personas. “Los estudios en los que intervienen personas deben atravesar ensayos clínicos de fase I, II y III, donde se comprueba la seguridad y la eficacia de estos tratamientos en un ambiente clínico controlado, gratuito para el paciente y con aprobación del ente de control. Si un determinado tratamiento atraviesa estas fases, recién ahí, luego de la aprobación final por parte del organismo oficial competente, puede hablarse de un tratamiento establecido, oneroso para el paciente o las entidades de cobertura de salud”, concluyó el investigador.