En el campo de la ciencia y la tecnología “nano” hay cada vez más interés en incentivar potenciales aplicaciones que lleguen al mercado.  Así lo destacaron especialistas de la Escuela de Negocios de Copenhague, que participaron en una reunión, realizada en San Carlos de Bariloche, de un proyecto de colaboración internacional entre la Comunidad Europea y América Latina, llamado EULASUR.    

(25/10/10 – Agencia CyTA-Instituto Leloir / Divulgación GIyANN-CNEA. Por Laura García)-. En la ciudad de Bariloche se llevó a cabo una reunión sobre un proyecto denominado EULASUR, orientado a la nanociencia y tecnología En la reunión, que se realizó en octubre de 2010, participaron investigadores y estudiantes graduados de Alemania, Argentina, Brasil, Colombia, Dinamarca, España, Francia, Inglaterra, Italia y Uruguay. Allí se presentaron conceptos básicos de la nanociencia y aplicaciones provenientes de campos como la física, la química o la biología. El rasgo distintivo fue que el encuentro estuvo enfocado fuertemente hacia la innovación, así como sus interrogantes en torno a las oportunidades y desafíos.

La iniciativa EULASUR reúne a varias instituciones referentes en nanociencia y nanotecnología para discutir nuevos proyectos de colaboración y nuevas formas de transferencia de tecnología en el área de nanomateriales y procesos industriales.

Entre otras actividades, se desarrollaron sesiones coordinadas por investigadores de la Escuela de Negocios de Copenhague. “Allí se discutieron aspectos relacionados con la transferencia de tecnología e innovación. Lo novedoso es justamente que se incluyó a gente que ve el campo desde otro punto de vista”, señaló Carlos Balseiro, investigador del Centro Atómico Bariloche, de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), docente del Instituto Balseiro e investigador del CONICET.

Además, Balseiro agregó que la nanotecnología dejó de ser una promesa hace tiempo. Un ejemplo es el campo de la espintrónica, donde se investigan diversas aplicaciones tecnológicas en base al espín del electrón, que puede definirse, a grandes rasgos, como su estado magnético. “Ahora existen computadoras personales con discos duros que alcanzan varios terabytes”, señaló. Por otro lado, señaló que uno de los obstáculos en Argentina para hacer transferencia de tecnología es que el sector de la industria no está tan desarrollado. “Es probablemente más difícil generar empresas desde la academia en Argentina, pero existen experiencias exitosas”, dijo Balseiro.

Durante el encuentro, los investigadores trabajaron en el diseño de potenciales proyectos de investigación para presentar en  el próximo programa marco de cooperación internacional que financiará la Comunidad Europea. Los jóvenes también participaron de talleres, donde evaluaron diversos proyectos desde cuatro perspectivas, desde la economía, la política, el mercado y la ciudadanía.

“Una de las preguntas que un investigador puede hacerse es cómo llevar el conocimiento al mercado o como generar su propia compañía. El interrogante es cómo transferir el conocimiento, sin olvidarse de la responsabilidad social de la ciencia. Tiene que ver con el crecimiento económico, la competitividad del mercado y el desarrollo sustentable”, señaló Leif Bloch Rasmussen,  ingeniero y docente en la Escuela de Negocios de Copenhague.

“Nuestro objetivo en estos talleres en particular fue interpelar a los jóvenes en formación, motivarlos a pensar en las aplicaciones de la ciencia. Vivimos en la ‘sociedad del conocimiento’, y es crucial poner en práctica el conocimiento y al mismo tiempo generar un debate público sobre sus usos. Por ejemplo, un debate interesante son las patentes o por qué es importante que haya inversión en ciencia. También es interesante preguntarse por la percepción que la sociedad tiene de los riesgos de la nanotecnología”, dijo Maja Horst,  socióloga y especialista en comunicación. Además, contó que se hicieron ejercicios con los jóvenes para reflexionar sobre las ideas que tienen sobre la ciencia.

Su colega Janni Nielsen destacó que es importante que los investigadores reflexionen sobre las posibilidades y consecuencias de la ciencia al diseñar potenciales aplicaciones. “Hay que pensar que las personas que usan las tecnologías son ciudadanos que son padres, madres y niños. Di un ejemplo a los jóvenes sobre el diseño que hicimos con mi grupo de un software interfase entre humano y computadora. Teníamos la mejor intención pero fallamos: fue un fracaso y un aprendizaje caro. Pero aprendimos que hay que conocer a las personas que usarán nuestra tecnología, saber quiénes son, qué hacen. Los científicos deberíamos ser más humildes”, agregó Nielsen, magister en psicología y doctora en Tecnologías de la Información.

Los tres profesores de la Escuela de Negocios de Copenhague destacaron que los mismos investigadores no deben olvidar que forman parte de la sociedad, y que “la ética es crucial al tener en cuenta las potencialidades del campo de la ciencia y la tecnología nano”.

Ejemplo de innovación

Carlos Miratvilles, coordinador general de EULASUR y que también participó de este encuentro realizado en el Hotel Amancay, a más de 20 kilómetros del centro de Bariloche, dijo que esta iniciativa tiene el objetivo de impulsar la innovación entre los jóvenes. “Hay muchas definiciones de qué es la innovación, pero a grandes rasgos se puede decir que es tomar el resultado de una investigación y aplicarlo con éxito”, señaló.  Además, señaló que la meta de que los jóvenes de diferentes países se conozcan en un ámbito interdisciplinario donde hay investigadores referentes a nivel mundial responde al objetivo de “cultivar las relaciones humanas e institucionales”.

“En esta escuela no se trató de mostrar ‘el último grito de la moda’, sino de que los investigadores con más trayectoria explicasen a los estudiantes qué técnicas utilizan en sus investigaciones y cómo trabajan”, agregó Miratvilles, que es doctor en Farmacia y experto en cristalografía.

Un ejemplo de innovación que se presentó durante la reunión fue el de la científica española Laura Lechuga, profesora de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Ella dirige un equipo especializado en el desarrollo de nanobiosensores, y desarrolló un sensor “a pie de campo” para medir la contaminación del agua con pesticidas. El desarrollo fue patentado por el Estado, que es dueño de la patente y que reconoce a Lechuga como su autora. Esto dio origen a una empresa privada, SENSIA Sociedad Limitada, que es licenciataria de esa patente y en la cual la científica es accionista. A su vez, esto no impide que la científica continúe trabajando en el centro de investigación estatal.

Los sensores son ampliamente utilizados, por ejemplo, en el área de salud: las personas con diabetes suelen utilizarlos para medir sus niveles de glucosa. La nanotecnología realiza un giro en el campo de esos dispositivos. “Con la tecnología nano, se permite tener más beneficios: además de ser más baratos, con ellos se realiza un análisis en tiempo real a diferencia de los análisis tradicionales. Además de trabajar con nanobiosensores para medir la contaminación, trabajamos en el desarrollo de sensores de biomarcadores de proteínas que podrían ayudar a detectar el cáncer de modo temprano y también realizar un seguimiento post-tratamiento”, contó Lechuga.

La investigadora destacó que hay varios obstáculos para avanzar con los nanobiosensores, y que es clave tener más información del mundo clínico. En su equipo trabajan 18 personas, de diferentes áreas, entre ellas, la biología, la bioquímica, la física. “Los nanobiosensores tiene dos partes: una física, fabricada con nanopartículas o nanochips de silicio, pero la gracia del asunto es que le debes acoplar un receptor biológico que sea totalmente selectivo de lo que quieres analizar”, dijo.

Ante la consulta de qué es necesario para que un científico pueda realizar un “spin off”, Lechuga respondió que es importante tener una buena idea sumada a una tecnología sólida que ha sido demostrada en laboratorio, en la vida real y validada por laboratorios certificados, y demostrar que es potencialmente transferible. Asimismo, en su caso recibió asesoramiento legal por parte de un cuerpo administrativo experto en el tema de patentes. “Recibí muchas críticas, ya que trabajo en un ámbito de física teórica, pero a mí me gustan las aplicaciones y ahora mi trabajo es valorado”, dijo Lechuga.

De ese modo, durante la reunión se tuvieron en cuenta los aspectos sociales y económicos de la nanociencia y la nanotecnología. Y quedaron muchas preguntas rondando entre los jóvenes estudiantes. Las próximas reuniones de EULASUR se realizarán en Minas Gerais (Brasil), La Plata (Argentina) y Copenhague (Dinamarca).

RECUADRO

PRIMERA ESCUELA DE EULASUR

EULASUR es un proyecto financiado por la Comunidad Europea, que comenzó en 2009 y finalizará en 2012. De América Latina, participan Brasil, Uruguay y Argentina. El principal objetivo es generar una plataforma de futuras colaboraciones entre investigadores europeos y latinoamericanos en nanociencia y nanotecnología.

La reunión realizada en Bariloche consistió en una escuela de capacitación de una semana de duración en la que participaron experimentados investigadores y jóvenes estudiantes de posgrado. Bajo el título de “Propiedades y aplicaciones de nanomateriales”, se realizaron exposiciones de trabajos y técnicas en química, física y hasta biología.

Durante la reunión, se realizaron talleres coordinados por los docentes de la Escuela de Negocios de Copenhague. Allí trabajaron, de modo interactivo, con los investigadores y los jóvenes estudiantes de doctorado y posdoctorado en torno a preguntas sobre la responsabilidad social de la ciencia y su relación con el mercado. Así, se complementaron las sesiones de exposiciones técnicas de referentes en el campo, realizadas por la mañana.

 

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Laura Lechuga, profesora de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Créditos: Laura García

 

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Maja Horst y Leif Bloch Rasmussen, de la Escuela de Negocios de Copenhague.

Créditos: Laura García