El tipo de dieta aumentaría o reduciría el riesgo de desarrollar tumores de vías urinarias. Así lo revela un estudio de investigadores  de la Unviersidad Nacional de Córdoba que fue publicado en la revista científica The European Journal of Cancer Prevention.

(08/09/10 – Agencia CyTA – Instituto Leloir)-. El análisis de encuestas alimentarias respondidas por 168 pacientes con tumores de vías urinarias y 334 pacientes que no presentaban esa enfermedad pusieron en evidencia patrones alimentarios que reducirían o aumentarían el riesgo de desarrollar ese tipo de cáncer. Las entrevistas se realizaron entre 2004 y 2008, en diez hospitales generales y clínicas de la ciudad de Córdoba que colaboraron con el estudio.  Los resultados fueron destacados en la edición del 23 de agosto de la revista científica The European Journal of Cancer Prevention.

“El hallazgo más relevante del estudio fue la identificación de dos patrones alimentarios principales: el denominado ‘patrón occidental’ se asoció con los casos de tumores de vías urinarias, en tanto que el ‘patrón prudente’, con los controles sanos. Estos patrones confirmaron estudios similares realizados por colegas uruguayos”, señaló a la Agencia CyTA la autora principal del estudio, María Marta Andreatta, especialista en Nutrición y doctora en Ciencias de la Salud por la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Y agregó: “El ‘patrón prudente’ que encontramos incluye el consumo frecuente y moderado de carnes magras, frutas, cereales y sus derivados como pan y pastas, entre otros alimentos, aceites vegetales como el de girasol, el uso moderado de alcohol (sobre todo vino tinto, no más de seis veces en la semana y hasta 100 centímetros cúbicos cada una de esas veces), alimentos y bebidas dulces (gaseosas, y jugos artificiales, entre otros), sumados a la distribución de la ingesta de los alimentos en cuatro o más comidas diarias.  Este patrón reduciría el riesgo de desarrollar tumores de vías urinarias.”

Por otra parte, el “patrón occidental” supone el consumo muy frecuente de infusiones (mate), bebidas alcohólicas, papas, alimentos y bebidas dulces, fiambres, vísceras y embutidos, destacó otra de las autoras del estudio, Alicia Navarro, licenciada en Nutrición, y doctora en Ciencias de la Salud por la UNC.  Y continuó: “Como puede apreciarse, los alimentos y bebidas dulces y las bebidas alcohólicas mostraron un comportamiento ‘bimodal’ en relación al riesgo de desarrollar tumores de vías urinarias. Pueden ser protectores si se consumen con moderación, o bien, aumentar el riesgo de la enfermedad si se utilizan en exceso. De esto puede inferirse que no existen alimentos buenos o sanos y malos o no saludables, sino que son las combinaciones que hacemos entre ellos, las formas de prepararlos y la frecuencia de consumo los que determinan la construcción de patrones alimentarios más saludables, o perjudiciales.”

Asimismo, las autoras del estudio explicaron que no se conocen con precisión las causas de los diferentes tumores, incluidos los de vías urinarias. “Los estudios epidemiológicos como el nuestro solo señalan asociaciones con el riesgo”, subrayaron.

Factores genéticos y ambientales

Para la doctora Andreatta, que también se desempeña como becaria posdoctoral del CONICET y  que ha sido consultora de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) en Programas Educativos en Alimentación y Seguridad Alimentaria, es importante destacar que los tumores de vías urinarias parecen estar más asociados a factores ambientales que genéticos.  “Entre aquellos, se han identificado como principales factores asociados al desarrollo de esta enfermedad el cigarrillo. Al punto que el riesgo es de dos a seis veces mayor para los fumadores y se incrementa directamente en relación al número de cigarrillos por día y el tiempo que se lleva fumando.

La exposición ocupacional a agentes mutagénicos es otro factor para considerar. Por ejemplo, existe evidencia de que el cuatro a siete por ciento de todos los tumores de vejiga  está asociado a sustancias de uso habitual en la industria de las pinturas. Además, la irritación y las infecciones crónicas en las vías urinarias y la exposición a altos niveles de arsénico en el agua de bebida también son otros factores de riesgo.”

Tipo de dieta

La alimentación puede influenciar el desarrollo de tumores de vías urinarias debido a que la mucosa de revestimiento interno del tracto urinario está expuesta continuamente a compuestos potencialmente cancerígenos, que ingresan con los alimentos y cuyos metabolitos son excretados por vía urinaria, indicó la doctora Navarro.Y agregó: “Asimismo, existe una creciente evidencia epidemiológica que asocia el patrón alimentario ‘occidental’, con la obesidad y el desarrollo de enfermedades crónicas no transmisibles, tales como las cardiovasculares, la diabetes tipo 2 y ciertos tipos de cáncer. Por el contrario, características del patrón ‘alimentario’ prudente, tales como el consumo diario de vegetales y la preferencia por las carnes magras, parecen contribuir a proteger contra las mencionadas enfermedades.”

Más aún, afirma Andreatta, “se ha sugerido que más del 80 por ciento de los casos de enfermedades cardiovasculares y diabetes tipo 2, y alrededor del 40 por ciento de los de cáncer podrían evitarse mediante medidas preventivas adecuadas, entre las cuales se encuentra la alimentación habitual saludable.”

En relación al cáncer, investigaciones realizadas en los últimos años han encontrado que un patrón alimentario de tipo “prudente” o “saludable”, como se lo ha denominado también, se asocia a un menor riesgo de desarrollar cáncer mamario,  ovárico, estomacal, colorrectal, laríngeo, pulmonar y en vías urinarias, indican las investigadoras.

Propiedades de algunos alimentos

Es difícil explicar con exactitud por qué determinados alimentos influirían en el desarrollo de tumores. “No hay aún evidencias moleculares que permitan dar una  respuesta unívoca a la pregunta. Sin embargo, el rol “protector” de los aceites de girasol, maíz y otros granos, estaría vinculado a su contenido de ácidos grasos poliinsaturados omega 6”, destacó la doctora Andreatta. Y agregó: “Muchos estudios relacionan el ‘comportamiento protector’ de los cortes magros de vaca con su contenido relativamente alto de ácido linoleico conjugado, que es un ácido graso poliinsaturado que ha mostrado propiedades anticancerígenas en modelos experimentales.”

Por su parte, las frutas contienen betacarotenos, unas sustancias que actúan como antioxidantes, combatiendo el daño oxidativo de los radicales libres en proteínas, lípidos, ácidos nucleicos y vitamina C. De este modo podrían inhibir la transformación maligna del urotelio (tejido de las vías urinarias). “Las frutas también contienen ácido fólico y flavonoides, antioxidantes que podrían contribuir a prevenir el desarrollo de cáncer”, puntualizó Andreatta. Y prosiguió: “En diversos modelos experimentales se ha podido determinar que el resveratrol y otros flavonoides relacionados, que se encuentran en el vino tinto, poseen actividad anticarcinogénica. Esta última parecería predominar cuando se consume esta bebida con moderación. En cambio, cuando se la ingiere con mucha frecuencia y formando parte de una alimentación poco saludable, prevalece la acción perjudicial del etanol, el que constituye, por sí mismo, un agente mutagénico y tóxico.”

Las conductas o patrones alimentarios saludables pueden promoverse a través del diseño e implementación de programas y proyectos de educación alimentaria nutricional orientados a prevenir enfermedades crónicas no transmisibles, afirmó la doctora Andreatta- Y concluyó: “No obstante, es importante destacar que no es suficiente la  implementación de intervenciones educativas y preventivas dirigidas a modificar conductas individuales, sino que es necesaria una mirada más amplia respecto de las Políticas de Salud y Educación, que contribuya a modificar los procesos estructurales que favorecen la aparición de ciertas enfermedades en determinados grupos sociales.”

En el estudio también participó el doctor Aldo Eynard, profesor de la UNC, la doctora Sonia Muñoz y la licenciada Laura Aballay de la Escuela de Nutrición de la UNC.

 

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Las ensaladas son un alimento bueno para la salud.

Créditos:  Stanford