De acuerdo con Atlas Interactivo UNESCO de las Lenguas en Peligro en el Mundo, de los 6 mil idiomas existentes, 199 cuentan con menos de diez locutores y 178 más tienen un número de hablantes comprendido entre 10 y 50. El panorama de las lenguas a nivel mundial fue elaborado por más de 30 lingüistas y dado a conocer este mes de febrero. Expertos de ese organismo señalan la importancia de desarrollar políticas estatales que reconozcan y protejan las lenguas minoritarias.

(24/02/09 – Agencia CyTA-Instituto Leloir) – De los 6 mil idiomas existentes en el mundo, más de 200 se han extinguido en el curso de las tres últimas generaciones, 538 están en situación crítica, 502 seriamente en peligro, 632 en peligro y 607 en situación vulnerable, indica la versión electrónica de la nueva edición del Atlas de las lenguas en peligro del mundo (http://www.unesco.org/culture/ich/index.php?pg=00206), presentado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) el 19 de febrero en París. En los próximos meses, ese organismo internacional publicará una versión impresa del Atlas.

En particular, esa herramienta digital interactiva permite hacer búsquedas según múltiples criterios y clasifica 2.500 lenguas clasificadas según cinco grados de vitalidad diferentes: vulnerables, en peligro, seriamente en peligro, en situación crítica y extintas.

El Atlas muestra, por ejemplo, que un total de 199 idiomas cuentan con menos de diez locutores y 178 más tienen un número de hablantes comprendido entre 10 y 50. Entre las lenguas muertas recientemente, el Atlas cita por ejemplo el manés de la Isla de Man, que se extinguió en 1974 con la muerte de Ned Maddrell; el aasax de Tanzania, extinguido en 1976; el ubyh de Turquía, que se extinguió en 1992 con la muerte de Tefvic Esenc; y el eyak de Alaska (Estados Unidos), que desapareció en 2008 con la muerte de Marie Smith Jones.

Sobre esta realidad, Koichiro Matsuura, director general de la UNESCO, señala: “La desaparición de una lengua conduce a la desaparición de varias formas de patrimonio cultural inmaterial y, en particular, del legado invaluable de las tradiciones y expresiones orales de la comunidad que la habla, que incluye poemas y chistes, proverbios y leyendas. Asimismo, la pérdida de los idiomas indígenas va también en detrimento de la biodiversidad, porque las lenguas vehiculan numerosos conocimientos tradicionales sobre la naturaleza y el universo”.

El Atlas, que fue elaborado por más de 30 lingüistas, constata que India, Estados Unidos, Brasil, Indonesia y México, países con una gran diversidad lingüística, son al mismo tiempo aquellos que tienen más lenguas en peligro.

En el Atlas de la UNESCO figura una lista de 18 lenguas correspondientes a la Argentina y también a países limítrofes, por ejemplo, Atacameño clasificada como extinta, Chaná en situación crítica, Avá-guaraní (en peligro), Guaraní Boliviano (vulnerable), la lengua mapuche en Argentina considerada como seriamente en peligro (vitalidad global: en peligro), Ona (extinta) y Toba (en peligro).

Un comunicado de prensa de la UNESCO informa que afortunadamente la implementación de políticas lingüísticas favorables ha aumentado el número de locutores de varias lenguas. Es el caso del aymará central y el quechua en Perú, del maorí en Nueva Zelandia, del guaraní en Paraguay y de varias otras lenguas de Canadá, de Estados Unidos y de México.

El objetivo de esa publicación es el de facilitar el acceso a los datos y mapas disponibles y servir como foro de debate abierto a las comunidades, los especialistas y las autoridades nacionales.

Asimismo los expertos de la UNESCO sostienen que para evitar la desaparición de una lengua es necesario crear las condiciones propicias para que sus hablantes la sigan usando y la enseñen a sus hijos. Desde su enfoque, eso exige con frecuencia la adopción de una política estatal que reconozca y proteja las lenguas minoritarias, el establecimiento de sistemas educativos que fomenten la enseñanza en la lengua materna de los educandos, y una colaboración creativa entre los miembros de la comunidad de hablantes y los lingüistas para elaborar un sistema escrito de las lenguas habladas y enseñarlas oficialmente.