El dramático incremento del ruido subacuático generado por actividades humanas está amenazando la vida de mamíferos marinos como ballenas y delfines. Expertos reunidos, bajo el auspicio del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), urgieron a los gobiernos y a las industrias para que tomen medidas dirigidas a disminuir los efectos de esa fuente de contaminación.

(05/12/08 – Agencia CyTA-Instituto Leloir) – En 1956, el explorador marino Jacques Cousteau describía a los océanos como “el mundo silencioso”. Desde entonces el ruido procedente de embarcaciones, de la exploración petrolera y de sónares militares, entre otras fuentes, está aumentando los niveles de ruido subacuatico en forma dramática. Esta realidad constituye una amenaza para los mamíferos marinos como las ballenas y los delfines que utilizan el sonido para comunicarse, para buscar alimentos y para el apareamiento.

\”Bajo el agua, los ruidos causados por el hombre ya están provocando una especie de niebla acústica y una cacofonía de sonidos en mares y océanos de muchas partes del mundo. Además ahora hay pruebas que relacionan los ruidos subacuáticos fuertes con algunos varamientos considerables de mamíferos marinos, en particular de ballenas picudas que nadan a gran profundidad”, señaló Mark Simmonds, director científico de la Sociedad para la Conservación de Ballenas y Delfines, uno de los expertos que asistieron a la reunión de la Convención sobre las Especies Migratorias (CMS, según sus siglas en inglés), del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), realizada a comienzos de mes en Roma, Italia.

Por su parte, Robert Hepworth, secretario ejecutivo del PNUMA- CMS, afirmó que el cambio climático va a provocar que áreas del océano que alguna vez fueron relativamente tranquilas y de difícil acceso, sean mucho más ruidosas. \”El retroceso del hielo en el Ártico está dando lugar a una lucha por la perforación y exploración de petróleo y gas que es probable que aumente la exposición al ruido subacuático para especies como la beluga y la ballena de Groenlandia”, agregó.

Durante la convención, se dio a conocer un informe titulado “Ruido oceánico: bájenlo” que presenta un análisis sobre la contaminación sonora en los océanos. El reporte, elaborado por el Fondo Internacional para el Bienestar Animal (IFAW), señala, entre otros puntos, que la distancia a la que las ballenas azules se pueden comunicar se ha reducido en un 90 por ciento como consecuencia del aumento de los niveles de ruido. Dice también que el ruido procedente de embarcaciones en el Océano Pacífico se ha duplicado cada década, durante los últimos 40 años, y se espera que la flota mundial se duplique en tamaño en el año 2025.

Asimismo los autores del trabajo informan que los dispositivos utilizados en las exploraciones sísmicas de petróleo y gas generan sonidos que alcanzan hasta 259 decibelios y que pueden llegar a recorrer más de 3 mil kilómetros desde la fuente.

Se calcula que hay alrededor de 300 sistemas de sónares navales en todo el mundo, capaces de generar ondas sonoras de más de 235 decibelios y en la actualidad están siendo desarrollados y desplegados nuevos equipos de baja frecuencia.

La acidez de los mares

Uno de los trabajos científicos que fueron mencionados en la conferencia organizada por el PNUMA, fue el realizado por investigadores del Instituto de Investigaciones del Acuario de la Bahía de Monterey de los Estados Unidos (MBARI, según sus siglas en inglés). Según los resultados de su investigación, publicada en octubre en Geophysical Research Letters (revista de la Unión de Geofísica Americana), el aumento de los niveles de acidez de los océanos –producto de la acumulación de dióxido de carbono generado por la quema de combustibles fósiles- produciría un cambio químico en el agua que reduciría su capacidad de absorción de los ruidos de los océanos. De este modo el ruido subacuático se extendería a mayores distancias en la actualidad, aseguran los expertos.

“Las aguas de los océanos están atravesando una extraordinaria transición en su composición química a un ritmo nunca antes registrado”, indica Keith Hester, el autor principal del estudio. Y agrega que entre los numerosos cambios se debe considerar las modificaciones en la acústica de los océanos.

De acuerdo con Ralf Sonntag, biólogo marino y director de IFAW Alemania, además de la polución química, la caza de ballenas, y otras actividades humanas, la contaminación sonora de los océanos puede empeorar el hábitat de los animales marinos.

Los participantes de la conferencia de Roma urgieron a los Gobiernos y a la industria a promover la adopción de motores menos ruidosos para los barcos, e instruir regulaciones más estrictas para las investigaciones sísmicas vinculadas al gas y el petróleo, así como también sugerir a las armadas el uso de tecnologías de sonar menos perjudiciales, reveló un comunicado de prensa de PNUMA.