En algunas partes de la zona céntrica de la ciudad de Córdoba, no existe la “noche acústica”, es decir, el ruido no disminuye en el grado necesario como para permitir a los habitantes un descanso adecuado. Para resolver el problema de la contaminación sonora, expertos en el tema recomiendan medidas coercitivas, derivadas de las leyes, y el desarrollo de programas educativos cuyos objetivos sean concientizar a la población a fin de que se involucre en esa problemática ambiental.

(12/08/08 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Bruno Geller) – El ruido de las ciudades ha sido un problema para los seres humanos desde hace siglos. En la antigua Roma, existían normas para controlar el ruido emitido por las ruedas de hierro de las carrozas que golpeaban las piedras de las calles y que alteraban el sueño de los vecinos.

Hoy en día, la contaminación sonora de las grandes ciudades es considerablemente mayor y en muchas de ellas, los niveles de ruido exceden los límites aptos para la salud humana.

En cuanto a ellos, la Organización Mundial de la Salud los ha fijado para distintos tipos de efectos y/o consecuencias. Considera que el ruido constante durante el día, de entre 50 y 55 decibeles (dBA) causa molestia en las personas. Para tener una idea, la interferencia en la comunicación comienza con niveles de ruido de aproximadamente 50 dBA.

“Se considera 85 decibeles (dBA) como el límite entre exposición ‘peligrosa’ y ‘no peligrosa’ a ruido continuo”, afirma el ingeniero Mario Serra, director del Centro de Investigación y Transferencia en Acústica (CINTRA) de la Universidad Tecnológica Nacional de Córdoba. Y agrega: “Las mediciones que estamos realizando en este momento en varios puntos de la ciudad de Córdoba exceden esos niveles”.

En Córdoba, el tránsito vehicular es intenso. “A esto se suma la presencia de vehículos en deficiente estado de funcionamiento y a la falta de control de ruido. Además, se han multiplicado notablemente tanto las obras en construcción como la actividad comercial en todas las áreas de la ciudad”, señala Serra, quien también es investigador de CONICET.

Asimismo, asegura el experto, la gran cantidad de población estudiantil proveniente no sólo de la misma ciudad, sino de todo el país y del exterior, que asiste a diez universidades y que realiza actividades deportivas y recreativas, aumenta considerablemente el bullicio y por ende, el ruido urbano.

Según los entrevistados, las principales fuentes de contaminación sonora en las grandes ciudades pueden ser tanto fijas como móviles: tránsito vehicular, tránsito aéreo y ferroviario, industrias, entre las que se encuentra la construcción, clubes, restaurantes, discotecas, áreas recreativas, animales domésticos, sistemas de ventilación y artefactos varios, entre otras. La exposición a estas diferentes fuentes de ruido puede ser simultánea o sucesiva. Se suma a esto, el efecto de los camiones de carga pesada con motores sin silenciadores adecuados que circulan en ciudades y carreteras día y noche. Lo mismo sucede con no pocas unidades del transporte público.

Por su parte, la licenciada en psicología Ana María Verzini, investigadora de CINTRA, centro asociado a CONICET, indica: “Los resultados obtenidos hasta ahora, en la investigación que estamos realizando sobre la contaminación sonora en Córdoba capital, indican que en el casco céntrico, existen niveles de ruido que exceden los permitidos. La mayoría de las personas encuestadas hasta el presente manifiestan que les produce molestia y que los irrita. Asimismo, interfiere su descanso, el sueño, la concentración y la comunicación, tanto cuando hablan persona a persona, como por teléfono, ven televisión o escuchan radio”.

De acuerdo con Verzini, quien también se desempeña como investigadora de CONICET, esos primeros hallazgos estarían confirmando los resultados de investigaciones previas realizadas por su equipo, en la misma zona, hace más de diez años. “Por otra parte, como en el estudio anterior, los encuestados afirman, que deben defenderse de los problemas que les causa el ruido de la calle mediante estrategias tales como cerrar ventanas, elevar el nivel de voz o de la radio y TV o cambiar de actividades. La gravedad del problema se demuestra en parte, por el hecho de que algunos participantes afirman que se evaden del ruido, alejándose de su domicilio”, afirma la especialista.

La “noche acústica”

El doctor Serra, la licenciada Verzini y sus colegas han comprobado que en algunos lugares de la zona céntrica de esa ciudad no existe la “noche acústica”, es decir, que el ruido no disminuye en el grado necesario como para permitir a los habitantes un descanso adecuado.

“Los efectos del ruido sobre la salud han sido estudiados y debatidos por distintos investigadores. La mayoría de las investigaciones realizadas son de laboratorio y en ellas se ha encontrado, relacionados con los niveles y tipos de ruidos, problemas en el funcionamiento de los sistemas circulatorio, respiratorio, endócrino, inmunológico y en los sistemas sensoriales especializados del aparato auditivo”, indica Verzini.

También son de laboratorio la mayoría de los estudios relacionados con los efectos del ruido sobre el sueño. Se han encontrado perturbaciones en algunos estadios del mismo, señala la especialista, quien considera que deben realizarse más trabajos para determinar con precisión el modo en que el ruido afecta la salud humana.

Para Serra, solucionar el problema de la contaminación sonora urbana requiere del diseño y de la aplicación de políticas oficiales que se basen en evidencias científicas. “En la problemática del ruido, el protagonista principal es el ser humano. Por eso, hay que buscar soluciones en las ciencias físicas, en la acústica, en la ingeniería, en la arquitectura, y en las ciencias sociales y humanas”.

Serra y Verzini coinciden en que son las conductas inadecuadas de las personas las que producen la contaminación ambiental y por ende, la sonora; y que las leyes estrictas para su mitigación y control son imprescindibles.

“La actual Ordenanza de la Municipalidad de Córdoba (Nro. 8167) tiene una antigüedad tecnológica de más de 30 años, lo cual significa que está desactualizada con respecto a los requerimientos y problemas que se plantean en el presente. Urge una renovación de la actual Ordenanza”, afirma Serra.

A nivel nacional, existe una propuesta de Ley Nacional de Ruido que en el año 2007 fue aprobada por la Cámara de Diputados, la que contempla la problemática del ruido en forma integral. Fue redactada por un grupo de acústicos argentinos, entre ellos, el ingeniero Serra.

“Las medidas coercitivas, derivadas de las leyes, deben estar acompañadas con programas educativos, cuyos objetivos sean concientizar a la población para que se involucre en la problemática ambiental y en el respeto por sus congéneres. Esto significa que todo intento de mitigar la contaminación sonora debe incluir no sólo una legislación adecuada, sino también, la promoción del conocimiento sobre la problemática del ruido y la educación para el logro de actitudes apropiadas para alcanzar conductas sustentables con relación al ruido y al ambiente”, afirman Serra y Verzini.

En la actualidad, la licenciada. Verzini está dirigiendo una tesis doctoral de una becaria de CONICET y el Ministerio de Ciencia y Tecnología de la provincia de Córdoba que investiga sobre determinados factores relacionados con el ruido. El objetivo es diseñar un Programa de Educación Ambiental en función de los resultados.