Un equipo internacional de científicos propone una técnica para crear lluvias en zonas áridas y semiáridas. Consiste en la instalación de un material absorbente de calor solar de varios kilómetros de superficie. Al calentarse, el aire en contacto con ese material ascendería dando lugar a la condensación del vapor de agua, lo que originaría nubes y precipitaciones. El proyecto aún no ha sido probado experimentalmente.

(08/07/08 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Bruno Geller) – Un equipo internacional de científicos está desarrollando un sistema para crear lluvia artificial. De acuerdo con los investigadores, encabezados por el profesor israelí Leon Brenig, de la Universidad Libre de Bruselas (ULB), Bélgica, si el proyecto tiene éxito, podría ser útil para desarrollar agricultura en zonas áridas y semiráridas próximas a costas de regiones tropicales o subtropicales donde se registren frecuentes vientos húmedos del mar.

“Además, podría ser una herramienta para combatir la desertificación”, asegura Brenig, especialista del Departamento de Física de la ULB.

El proyecto propuesto por Brenig y sus colegas se llama “Geshem” (lluvia en hebreo). Consiste en la creación e instalación de una amplia superficie de varios kilómetros cuadrados sobre el suelo, compuesta de un material muy absorbente de la radiación solar en un ambiente donde esté garantizado el aporte de humedad, por ejemplo, en alguna zona costera.

Ese material alcanzaría temperaturas muy altas, y produciría la dilatación del aire y del vapor de agua o humedad presente en la zona. “El vapor ascendería y al enfriarse se condensaría y formaría nubes formada por gotas o cristales de hielo”, explicó el doctor Vicente Barros, climatólogo y profesor emérito de la UBA, al ser consultado por la agencia CyTA sobre ese proyecto. Y agrega: “Cuando el aire que asciende en las nubes tiene mucho contenido de vapor, las gotas o cristales crecen rápidamente y no pueden ser sostenidos por el aire ascendente. En ese momento, se inicia la precipitación”.

De acuerdo con Barros, mucho tiempo antes de que hubiera imágenes de satélites era sabido que el calor de las ciudades aumentaba el nivel de las precipitaciones con respecto a las zonas rurales circundantes. “En general, las ciudades de latitudes medias son más calientes que el entorno rural y las estadísticas de precipitación muestran con bastante regularidad, que las precipitaciones son algo mayores, del orden del 10 al 20 por ciento”. Lo mismo ocurre en las zonas aledañas que reciben los vientos predominantes desde la ciudad.

Posteriormente, imágenes de satélite confirmaron esa realidad. Estudios realizados por la NASA demostraron que hubo un aumento del 25 por ciento en las precipitaciones en regiones adyacentes a una serie de ciudades en el estado de Texas, Estados Unidos.

Precisamente, el proyecto Geshem pretende imitar ese fenómeno y reproducirlo de forma artificial.

A la espera del prototipo

Los diseñadores de la técnica, que cuentan con el apoyo de investigadores de la Universidad Ben Gurion, Israel, planean construir un prototipo de ese sistema en el desierto del Neguev, al sur de ese país. “Hasta la fecha, el proyecto se encuentra en una etapa de estudios de factibilidad”, señala Brenig. Y continua: “Estamos realizando estudios de simulación con modelos en computadoras para determinar el efecto del prototipo en el clima, basados en las condiciones meteorológicas de la región donde el sistema podría instalarse”.

Asimismo, los científicos están buscando fondos y autorizaciones para llevar a cabo el proyecto experimental. Mientras tanto, los estudios de simulación basados en software indican que una superficie de material absorbente de luz solar de entre 9 y 12 kilómetros cuadrados podría generar un promedio de 50 millones de metros cúbicos de agua por año.

Sin embargo, el doctor Barros considera que los modelos atmosféricos empleados en programas de computación distan mucho de ser precisos en cuanto a la representación de los procesos de formación de las nubes y de la precipitación.

Según el especialista argentino, el método propuesto es de muy difícil realización y en el caso de comprobarse su eficiencia, ella estaría limitada a muy pocas zonas del planeta.

“Su propia comprobación experimental tendrá enormes costos y dificultades, por lo que es posible que nunca se realice. En este sentido, es uno de tantos proyectos que si bien parecen interesantes a nivel teórico, son de muy difícil implementación, al menos en los próximos decenios”, afirma Barros.

¿Las lluvias artificiales más allá de ser beneficiosas o no, pueden alterar de forma negativa determinados ciclos naturales? Barros sostiene que la respuesta es compleja. “En primer lugar, habría que ver si se pueden producir lluvias artificiales que cambien las precipitaciones medias de una zona. Si así fuera, seguramente se producirían cambios en el entorno ecológico; pero no serían mayores que el que se produciría por la actividad agrícola o ganadera que se introducirían para aprovechar el cambio. Por otra parte, es poco probable que ese método reste precipitaciones en forma apreciable en otras zonas”.

RECUADRO – MÁS DATOS SOBRE GESHEM

(08/07/08 – Agencia CyTA-Instituto Leloir) –Los artífices del proyecto Geshem analizan la posibilidad de que la instalación de varios de esos sistemas ubicados a corta distancia entre sí puedan cambiar el clima local de forma permanente.

El proyecto de la lluvia artificial estaría articulado con la aplicación de métodos de agricultura y de reforestación apropiados, entre otras medidas.

Por otra parte, para el profesor israelí Leon Brenig, de la Universidad Libre de Bruselas (ULB), Bélgica, el sistema Geshem sería más barato que una planta de desalinización de agua de mar como la instalada en la ciudad israelí de Ashkelon.

“El costo de instalación de esa planta fue de 250 millones de dólares y produce 100 millones de metros cúbicos de agua por año”, señala Brenig. Y agrega: “Además el gasto de energía destinado a la planta es constante en el tiempo, mientras que en el sistema Geshem es necesario básicamente, el costo de mantenimiento de los captores solares”.

Por otra parte, asegura el especialista, se evitarían los costos económicos y ecológicos que genera la eliminación de sal producida en el proceso de desalinización. Otra ventaja que destaca Brenig es que se evitarían los costos de transporte de los recursos hídricos, dado que el agua de las precipitaciones caería directamente en las zonas de agricultura.

Sin embargo, el precio que tendría el sistema Geshem aún no está definido porque todavía faltan más investigaciones.