Una experta italiana de la Escuela Médica de Harvard, que estudia el desarrollo embrionario de ratones para comprender cómo se diferencian las células nerviosas, habló con la Agencia CyTA sobre los últimos avances en este campo. El objetivo es desarrollar en el futuro, terapias basadas en células madre. Podrían ser útiles para el tratamiento de enfermedades como la esclerosis lateral amiotrófica.

(13/05/08 – Agencia CyTA-Instituto Leloir) – El cuerpo contiene billones de células de distinto tipo: todas provienen de una célula inicial que comienza con la unión de un óvulo y un espermatozoide y cuyo destino es multiplicarse. A lo largo del desarrollo, las células madre dan origen a tipos variados de células que se diferencian, adquiriendo formas y funciones específicas. En la actualidad, científicos del todo el mundo se dedican a comprender cómo se produce ese fenómeno.

La doctora Paola Arlotta también intentar revelar esos secretos. La científica italiana, que investiga en el Hospital General de Massachusetts de la Escuela Médica de Harvard, en Estados Unidos, investiga sobre el desarrollo de células nerviosas a partir de las células madre de embriones de ratones.

Durante su reciente visita a Buenos Aires, en la que participó como docente en un curso denominado Programa para el Mejoramiento de la Educación en Ciencias Biomédicas en Latinoamérica (PABSELA), presentó los resultados de algunos de sus últimos trabajos, publicados en las revistas científicas “Neuron” y “The Journal of Neuroscience”, entre otras. PABSELA se realiza en el Instituto Leloir en virtud de un acuerdo firmado con Harvard Medical Institute y la Fundación Crimson.

Entender cómo a partir de una célula indiferenciada surge una neurona o un glóbulo blanco es clave para comprender nuestra biología, así como para desarrollar terapias que en el futuro puedan enfrentar afecciones tan distintas como la leucemia o las enfermedades neurodegenerativas, como la esclerosis lateral amiotrófica. Se trata de una enfermedad degenerativa de las motoneuronas que se caracteriza por la atrofia de los músculos de las manos, antebrazos y piernas, y puede extenderse hasta afectar la mayor parte del cuerpo.

“Es muy importante entender cómo se forman los diferentes tipos de células nerviosas porque si uno quiere curar determinadas enfermedades, hay que ser capaz de hacer exactamente el tipo de células nerviosas que han muerto”, explica Arlotta.

En el caso de la esclerosis lateral amiotrófica, se mueren determinadas células nerviosas de la corteza que la conectan con la médula espinal, y que son decisivas para la realización de movimientos. “En mi laboratorio, estamos tratando de entender cómo hacer nuevas neuronas motoras corticoespinales que conectan el cerebro con la médula espinal y que son clave para las funciones motoras”, afirma Arlotta.

Y agrega: “Si aprendemos cómo se hacen esas células durante el desarrollo normal en el embrión, si entendemos cuáles son las señales que actúan, podríamos más tarde, emplear esas mismas señales para desarrollar células nerviosas a partir de células madre en el laboratorio”.

Trabajando con embriones de ratones, Arlotta y sus colegas descubrieron un conjunto de genes que controlan el desarrollo de las neuronas motoras corticoespinales: el gen FEZF2 controla su nacimiento a partir de células indiferenciadas del embrión y el gen CTIP2 regula el crecimiento de axones desde las neuronas corticoespinales hasta la médula espinal.

Para estudiar la función de esos genes, activos en la zona ventricular de la futura corteza cerebral de los embriones de ratones, Arlotta y sus colegas produjeron ratones en los cuales dichos genes habían sido inactivados y notaron que las neuronas corticoespinales no se formaban, mientras que otras neuronas de la misma región mantenían un desarrollo normal. Sus experimentos demostraron que FEZF2 es uno de los principales genes que provee información a la célula indiferenciada sobre qué tipo específico de neurona es el que deberá adoptar.

Arlotta plantea que el descubrimiento de los factores de transcripción -sustancias que interactúan con el ADN-, que influyen en la diferenciación de células madre a células nerviosas, podría contribuir en el futuro a generar ese tipo de células para curar no sólo esclerosis lateral amiotrófica, sino también, para tratar lesiones producidas en la médula espinal a causa de accidentes.

Los factores de transcripción son proteínas que se unen al ADN e inducen la expresión de genes específicos: pueden silenciar o activar genes y de esa forma, conseguir que las células madre, que en principio son todas iguales, se conviertan en células diferenciadas.

“Mi esperanza es que el conocimiento de los genes que se han descubierto y que serán descubiertos en ratones, -genes que inducen a las células madre a formar neuronas motoras corticoespinales-, pueda ser aplicado en el futuro a líneas de células madre humanas”, señala Arlotta.

Por lo pronto, queda un largo camino por recorrer.