Investigadores de la Facultad de Agroindustrias de la UNNE diseñaron un sistema para quitar el hierro al agua del subsuelo. De ese modo, podría proveerse con agua potable a los pobladores de varias ciudades de la provincia de Chaco.

(30/05/08 – Agencia CyTA, Instituto Leloir. Por Catriel López Acosta – UNNE) – El Chaco y la falta de agua son casi sinónimos hacia el extremo oeste de esta provincia. Sáenz Peña, Las Breñas, Charata, Quitilipi y otras ciudades históricamente muy pobladas sufren esa falencia natural que no pudo salvarse con la intervención del hombre.

Actualmente, la red de agua potable se nutre de las napas freáticas del subsuelo chaqueño. Dada la abundancia de hierro presente en la zona, esa agua es potencialmente perjudicial para la salud. Por ese motivo, investigadores de la Facultad de Agroindustrias de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) están llevando adelante un proyecto para aplicar procesos de desferrización del agua, lo que permitiría mejorar sustancialmente la provisión de agua potable para esta zona del Chaco a un muy bajo costo.

Agua con hierro

La vegetación chaqueña refleja la desigual distribución de lluvias. Ofrece un bosque cerrado al oeste, conocido como El Impenetrable, un paisaje de parques y sabanas en el centro y de selvas en galería que bordean los ríos hacia el oriente. Las palmeras –en especial, la variedad yatay- son típicas de los pastizales cercanos a los ríos Paraná y Paraguay, al punto que una palmera es el principal dibujo dentro del escudo provincial.

Pero al desplazarse hacia el oeste de la provincia, se ingresa en un clima cada vez más continental, donde la amplitud térmica es mayor y el aire más seco. Allí, los veranos son muy calurosos y los inviernos, templados.

La influencia de los vientos húmedos, que llegan desde al Atlántico, determina que el sector del este reciba un monto mayor de precipitaciones. Hacia el oeste, el suelo va perdiendo humedad, por lo que esa zona tiene una marcada estación seca en el invierno.

Los niveles promedios de lluvia pasan de 1.200 milímetros anuales al este, hasta unos 200 milímetros anuales en el extremo oeste. La distribución anual de las precipitaciones también es muy despareja.

La búsqueda de agua es desesperada durante las recurrentes sequías que castigan a la región. En la década de 1920, se descubrieron aguas termales a 80 metros de profundidad en la zona de Sáenz Peña (centro de la provincia), las que cuentan con excelentes propiedades minerales para el tratamiento de diversas enfermedades.

Con el descubrimiento, se verificó la extensión del acuífero Guaraní. Pero ni siquiera de ese modo, pudo solucionarse el problema de la falta de agua para el consumo.

Según la investigación de Agroindustrias, que está encarada por el ingeniero Orlando Brachna y otro grupo de docentes e investigadores, en Chaco existen fuentes de abastecimiento de agua subterránea que están influidas por la presencia de hierro.

El agua obtenida de esas redes se presenta en forma soluble, y al oxidarse, ya sea en el momento de la cloración o con el oxígeno del aire, el material ferroso se precipita dando origen a una sustancia de color oscuro que no sólo es resistida por el gusto de los consumidores, sino que también mancha la ropa, obstruye tuberías, accesorios y bombas.

“Hasta el momento, no se han observado efectos perjudiciales para la salud de ete elemento”, aclara Brachna en un resumen del trabajo al que accedió Ciencia y Técnica. Pero señala que como consecuencia de la existencia de este metal, se verifica el aumento de la demanda de cloro u otros oxidantes aplicados para la desinfección.

Proceso de desferrización

Frente a esa situación, los investigadores de Agroindustrias decidieron aplicar sus conocimientos para mejorar la situación. Así, encararon el proyecto de desferrización, filtración y aireación del agua obtenida del subsuelo. “Es un proceso simple y barato que puede ser muy útil”, aseguró el ingeniero Brachna.

Según la explicación del profesional, la remoción del hierro se realiza mediante una oxidación en columnas rellenas, atravesadas por una corriente de aire. Ese proceso genera compuestos insolubles, que son eliminados a través de filtración con filtros rápidos, abiertos o cerrados. En ese procedimiento, el control del valor del pH (potencial de hidrógeno) tiene un significado especial.

Los medios filtrantes a utilizarse pueden ser, entre otros, arena o zeolita. Esos filtros deben llevar una fase de preparación para tener una granulometría del material filtrante adecuado.

Uno de los objetivos del trabajo de Agroindustrias es evaluar la eficiencia de remoción del hierro con un esquema de aireación, sedimentación y filtración. Para ello, se evaluó la cantidad de hierro presente en el agua antes y después del proceso de tratamiento, de manera de determinar la eficiencia del método utilizado. Vale acotar que para que sea apta para el consumo humano, la concentración de hierro no debe ser mayor de 0,30 miligramos por litro

Para realizar el trabajo, se utilizó una columna rellena de anillos del tipo “Pall”, a través de los cuales el agua desciende en forma dispersa, mientras, en contracorriente, asciende aire. En ese proceso de oxidación, el hierro presente en el agua se coagula y después, precipita en una pileta de decantación. Luego, el agua pasa a través del sistema de filtrado.

“Este sistema es un proceso sencillo, de bajo costo de ejecución y mínimo mantenimiento, ya que no requiere mano de obra especializada para su construcción y los costos de operación son más bajos que los de un tratamiento convencional”, aseguró Brachna, al señalar los alcances y beneficios que puede tener la investigación que dirige.