Según el geólogo Jorge Osvaldo Codignotto, experto en geomorfomología, es importante diferenciar los fenómenos derivados del calentamiento global de las acciones directas que ejercen los humanos en los territorios costeros. La erosión es una de las principales amenazas. El especialista resalta la importancia de que la Argentina cuente con políticas destinadas a la protección de las zonas costeras.

(25/01/08 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Bruno Geller) – El nivel del mar podría aumentar entre 19 y 59 centímetros en el periodo 2090-99 con respecto a 1990-99 a causa del derretimiento de las capas de hielo de Groenlandia y la Antártida, los glaciares y a la expansión de los océanos debido al aumento de la temperatura –entre otros factores–, como consecuencia del calentamiento global. Este es uno de los pronósticos que figura en el último informe elaborado por expertos del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, según sus siglas en inglés).

Pero no será sólo el incremento del nivel del mar o la mayor presión del viento en sudestadas o tormentas los factores que cambien la fisonomía de las costas.

El geólogo Jorge Osvaldo Codignotto, investigador principal del CONICET y ex-presidente de la Asociación Geológica Argentina, explica: “Es importante diferenciar los fenómenos derivados del calentamiento global de las acciones directas que ejercen los humanos en los territorios costeros”.

En ese sentido, Codignotto, que también ha sido director del Departamento de Ciencias Geológicas de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, subraya que “la acción directa de las poblaciones humanas, como por ejemplo, los errores de manejo territorial en áreas costeras originan inundaciones oceánicas y fundamentalmente erosión. En consecuencia, la intensidad de los fenómenos como el aumento del nivel del mar o las sudestadas se ven altamente potenciados”.

Algunas de las actividades humanas que vulneran la geografía de las costas son la instalación de desagües pluviales a través de la playa y la extracción de arena y cantos rodados para la construcción. “Todos los edificios costeros están construidos con arena de playa”, afirma Codignotto.

Otro factor involucrado es la destrucción de la duna costera, allí donde existe naturalmente, con el objeto de construir hoteles o condominios o “por supuestas razones estéticas”, señala el geólogo.

El emplazamiento de muelles también altera las costas porque cambia el patrón de dirección de olas concentrando su energía en puntos de la costa que consecuentemente son erosionados.

“En las costas argentinas el diseño urbano es inadecuado”, asegura Codignotto y agrega: “En el ámbito nacional se debería crear un instituto de manejo costero ágil y de actualización permanente, en definitiva, debería existir una legislación sobre edificación que se adecue a los procesos naturales y que proteja a las costas”.

Para Codignotto, la provincia de Buenos Aires dio un paso en esa dirección al dictar el decreto 3202, a fines de 2006, que regula el uso del área costera generando límites en el uso territorial.

Ese decreto establece restricciones a la construcción en las playas y un uso racional del espacio para evitar la erosión costera.

“De acuerdo con esa norma, las urbanizaciones en la costa deben ubicarse a más de 250 metros de la línea del mar, y los concesionarios de los balnearios sólo podrán edificar hasta un máximo de 200 metros cuadrados por cada kilómetro de playa, entre otros puntos”, explica Codignotto.

Escenarios posibles

Según el informe del IPCC de 2007, la erosión en las costas se verá exacerbada por el incremento de ocupación territorial en esas áreas.

“La migración de población hacia áreas costeras sigue aumentando. Según Naciones Unidas el 85 por ciento de la población mundial estará ubicada en áreas costeras en el año 2025 y con ello aumentará la presión sobre el medio natural”, señala Codignotto.

En general, las áreas costeras de la Argentina se están erosionando, proceso que comenzó a incrementarse a partir de la década del setenta. “Ello es coincidente con lo que ocurre en el resto del mundo a causa del acelerado calentamiento global”, explica Codignotto.

La erosión de las costas sumada al aumento del nivel del mar traza un panorama que debería movilizar a las autoridades de los países a tomar medidas de prevención.

“Se espera que varios millones de personas se vean afectadas por las inundaciones

debido al aumento del nivel del mar para el 2080”, destaca Codignotto y continua: “Están especialmente en riesgo las áreas costeras bajas y densamente pobladas, donde la capacidad de adaptación es relativamente baja, y en las que ya deben enfrentarse a otros desafíos tales como tormentas tropicales y subsidencias costeras, es decir, hundimientos de la corteza”.

El número de afectados será mayor en los mega-deltas de Asia y África, mientras que las pequeñas islas serán especialmente vulnerables.

En las costas de nuestro país, las consecuencias serían diferentes, dependiendo de la región. No sólo hay que tener en cuenta el incremento del nivel del mar o las consecuencias de la erosión, sino también los movimientos de mareas.

“Por ejemplo, en la actualidad en el río de la Plata el rango de mareas es del orden de 0.50 metros, mientras que en Río Gallegos alcanza los 8 metros. En cada región los factores son y serán diferentes”, afirma Codignotto.

Toma de conciencia

“Mi experiencia sobre las áreas costeras de nuestro país, desde Tierra del Fuego hasta el delta del río Paraná, es que no existe una clara conciencia, ni en la población ni en las autoridades políticas, sobre la ‘movilidad natural de la costa’. Todos suponen que la línea de costa es ‘fija’ a través del tiempo”, señala el especialista.

Para el geólogo otro asunto que debe ser resuelto en las costas es el de la contaminación. “Esta potencia en forma irreversible el deterioro del ecosistema costero. Las autoridades nacionales, provinciales y municipales tienen que hacer algo al respecto”. Codignotto advierte: “Es imperativo que se tome conciencia sobre estos temas. Debemos disminuir la agresión humana en las costas del país”.

RECUADRO

ZONAS VULNERABLES Y POBLADAS

Según el doctor en geología Jorge Osvaldo Codignotto, investigador principal del CONICET y ex-presidente de la Asociación Geológica Argentina, los sectores al pie de las barrancas de San Isidro, de Belgrano, de la Casa Rosada, del Parque Lezama, de las barrancas de Quilmes, y los valles del Riachuelo-Matanzas y Reconquista, entre otros, estarán expuestos dentro de 25 -50 años a recurrentes y críticas sudestadas.

“Esas sudestadas se incrementarán por efecto del calentamiento global”, señala.

Para el geólogo, experto en geomorfología es importante destacar que en esos sectores y

aledaños se encuentran los mayores asentamientos poblacionales del país. “Esto significa un potencial peligro para los habitantes de dichas áreas como así también la posibilidad de daños y/o destrucción de numerosas infraestructuras”.

“Pero no debemos alarmarnos, este conocimiento puede servir para evitar daños tanto en el ámbito privado como en el oficial”, concluye Codignotto.