Más del 40 por ciento de las clínicas de fertilización asistida de los Estados Unidos ofrecen a las parejas la posibilidad de elegir el sexo del futuro bebé mediante el diagnóstico genético preimplantatorio. Esta técnica, que también se aplica en algunas clínicas de fertilización asistida de la Argentina, genera un fuerte debate en torno a sus implicancias éticas.

(21/12/07 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Bruno Geller) – En el pasado, la pregunta ¿nena o varón? tenía respuesta el día del parto. A partir de la década de 1970, se desarrollaron distintas técnicas de diagnóstico prenatal que permiten conocer con anticipación el sexo del bebé durante el embarazo. Hoy en día, los avances científicos permiten programar el sexo de la descendencia.

Desde hace más de una década, las clínicas de fertilización asistida comenzaron a emplear el Diagnóstico Genético Preimplantatorio (DGP), una técnica que consiste en el análisis de una célula extraída de embriones obtenidos por Fertilización in Vitro (FIV), a fin de seleccionar aquellos que no presentan anomalías genéticas que predisponen a graves enfermedades. Este estudio fue diseñado originalmente con ese objetivo, pero de forma paulatina, algunas clínicas comenzaron a utilizarlo también para brindar a las parejas la posibilidad de elegir el sexo de su bebé. Mediante el DGP es posible detectar en la célula extraída la presencia del cromosoma X o Y, que determinan el sexo femenino y masculino respectivamente. Luego se transfiere el embrión elegido al útero.

En la Argentina, este estudio (que en realidad abarca diferentes etapas) cuesta cerca de 14.500 pesos.

Selección de embriones

La selección del sexo de los embriones comenzó como una práctica aislada, pero luego se extendió en los Estados Unidos. Un estudio elaborado por el Centro de Genética y Políticas Públicas (GPPC, según sus siglas en inglés) en Washington D.C. (Estados Unidos) revela que más del 40 por ciento de las clínicas especializadas en fertilidad y reproducción de ese país permite que las parejas elijan el sexo del bebé.

Fue así que esa práctica se expandió a otros países y adquirió nombre propio. “El consorcio sobre Diagnóstico Preimplantatorio de la Sociedad Europea de Reproducción Humana y Embriología (ESHRE), que agrupa a 67 laboratorios de diagnóstico preimplantatorio alrededor del mundo, acordó hace cuatro años en llamar PGSS (en lugar de DGP), según sus siglas en inglés, al diagnóstico preimplantatorio para sexado sin motivaciones médicas”, explica el doctor Roberto Coco, miembro fundador y director del Laboratorio de Genética y Reproducción de Fecunditas, centro privado que realizó en la Argentina la primera intervención de ese tipo en 1998, en una pareja con riesgo de tener hijos con hemofilia.

“En Fecunditas, de aproximadamente ciento cinco procedimientos de diagnóstico preimplantatorio que realizamos al año, cinco corresponden a PGSS aunque las consultas van en aumento“, afirma el doctor Coco.

Según el especialista, la mayoría de las parejas que piden el PGSS son aquellas que tuvieron hijos de un determinado sexo y que les gustaría tener otro, de otro sexo.

La doctora Susana Sommer, experta en bioética y profesora de Ética en la Maestría de Biología Molecular Médica de la Universidad de Buenos Aires (UBA), señala algunas de las tantas motivaciones que llevan a los padres a elegir a un varón o a una nena: “En algunas culturas confieren mayor valor a los hijos varones, en otros casos, la aspiración es equilibrar la cantidad de hijos de cada sexo y, a veces, se pretende reemplazar un hijo muerto por otro del mismo sexo”.

¿X o Y?

Otra técnica que puede servir a una pareja que desea tener un varón o una nena es la Separación de Espermatozoides por Citometría de Flujo. Las clínicas argentinas no disponen del citómetro de flujo por el alto costo del equipamiento, pero algunas envían la muestra de semen congelada al Instituto de Genética y Fecundación in Vitro de Fairfax, Virginia, en los Estados Unidos. El estudio cuesta alrededor de 3000 dólares.

“Ese procedimiento permite seleccionar los espermatozoides X, que van a formar una mujer, o los Y que van a dar origen a un varón. Posteriormente se inyecta un solo espermatozoide dentro del óvulo y una vez fecundado se transfiere al útero de la mujer”, explica el doctor Sergio Pasqualini, director de Halitus, centro médico de Reproducción Asistida.

Sin embargo, la separación de espermatozoides por selección de sexo no permite detectar anormalidades genéticas que predisponen a la manifestación de determinadas enfermedades en el futuro individuo y, por otra parte, la pareja no poseerá el 100 por ciento de seguridad de lograr un bebé del sexo deseado dado que en el proceso de división se filtran algunos espermatozoides del otro sexo.

“Si se toman espermatozoides del grupo X habrá 88 por ciento de chances de obtener un embrión del sexo femenino y un 12 por ciento de obtener embriones de sexo masculino. Si se toman espermatozoides del grupo Y, habrá un 73 por ciento de posibilidades de lograr un embrión de sexo masculino”, afirma Pasqualini.

La separación de espermatozoides es posible dado que el citómetro detecta las diferencias de cantidad de ADN que hay entre el espermatozoide del grupo X y el del Y. “El espermatozoide Y es más pequeño que el X y por lo tanto tiene menor cantidad de ADN. El espermatozoide Y es más rápido que el X, pero más lábil, más frágil y menos resistente. Por el contrario, el espermatozoide X es más lento, pero más resistente”, explica Pasqualini.

Más embriones del sexo deseado

“De los embriones obtenidos, mediante la Fertilización in Vitro, alrededor del 50 por ciento serán de un sexo y el resto del otro, pero sí se seleccionan con anterioridad los espermatozoides X o Y según sea el caso, se podrán obtener más embriones del sexo deseado”, afirma Pasqualini y continúa: “Sería ideal la realización de ambos estudios, esto es, la técnica de Separación de Espermatozoides por Citometría de Flujo y el PGSS. La ventaja de tener disponibles más embriones del sexo deseado le va a dar más chances a la pareja de tener un embrión viable, dado que no todos lo son. Por otro lado, se obtendrán menos embriones del sexo no deseado”.

De acuerdo con el experto, hay parejas que han mostrado interés por ambos estudios, pero finalmente no se decidieron debido a los costos. Es por ello que a veces la pareja recurre únicamente al diagnóstico preimplantatorio para sexado sin motivaciones médicas.

Vacío legal

En la Argentina aun no hay legislación que regule procedimientos médicos como el diagnóstico genético preimplantatorio con fines terapéuticos (PGD) o el diagnóstico preimplantatorio para sexado sin motivaciones médicas (PGSS).

Para Sommer “es necesario que se establezca un diálogo entre investigadores, expertos, responsables políticos, industriales y ciudadanos para definir los límites, basados en principios éticos y morales, con relación a la aplicación de los nuevos adelantos científicos y tecnológicos vinculados con la reproducción. En definitiva, la sociedad debe discutir los riesgos y los beneficios que pueden generar”.

RECUADRO DISTINTAS MIRADAS

• El doctor Sergio Papier, Director Médico del Centro de Estudios en Ginecología y Reproducción (CEGYR) no está de acuerdo con el Diagnóstico Preimplantatorio para Sexado sin Motivaciones Médicas (PGSS según sus siglas en inglés). “Nosotros hemos sido formados en la escuela de medicina para resolver cuestiones médicas no sociales. Realizamos el Diagnóstico Genético Preimplantatorio principalmente en aquellos casos donde se pueda prevenir una alteración genética en la descendencia. La selección de embriones de acuerdo al sexo la aprobamos sólo si existe una indicación médica clara”, enfatiza.

• El doctor Roberto Coco, miembro fundador y director del Laboratorio de Genética y Reproducción de Fecunditas opina que “desde el punto de vista psicológico, la elección de un hijo de un determinado sexo “sería un embarazo buscado y deseado”.

• El doctor Lino Barañao, Ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, y experto en Bioética, señala: “Debería analizarse cuidadosamente la relación costo/beneficio de aplicar las selección de sexo ya que ninguna tecnología está exenta de riesgos. Por otra parte, si consideramos que muchas especies animales pueden controlar la relación de sexos de la descendencia, esta práctica no podría considerarse completamente “antinatural”.

• Respecto a la preferencia de algunas culturas por determinado género, la doctora Susana Sommer experta en bioética y profesora de Ética en la Maestría de Biología Molecular Médica de la Universidad de Buenos Aires (UBA), opina: “La aplicación de las tecnologías que facultan la determinación del sexo y la eventual eliminación de fetos en sociedades que privilegian al sexo masculino –la mayoría- puede reforzar el sexismo, alterar la proporción de mujeres y hombres en la población”.

• El doctor Sergio Pasqualini, director de Halitus, centro médico de Reproducción Asistida. afirma: “Lo que se combina con la pareja es que van a obtener el embarazo del sexo deseado y después hay que hacer algo que no sea el descarte de los embriones normales que no fueron transferidos al útero de la mujer. Las dos opciones son o la transferencia posterior de los mismos o la donación de esos embriones a parejas que tienen problemas de fertilidad”.