Si bien aún no pasó del campo experimental, una nueva propuesta para retrasar el envejecimiento logra generar atención en todo el mundo. Se trata de un método que tiene como protagonistas a los “isótopos pesados”, que podrían suministrarse a los seres humanos a través de los alimentos. El método proviene de un investigador ruso que trabaja en la Universidad de Oxford.

(28/9/07 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Laura García Oviedo) – “El tiempo pasa, y nos vamos poniendo viejos…” dice la canción que Mercedes Sosa inmortalizó con su voz. Ahora bien, ¿hay alguna manera de lograr que el tiempo “pase” más despacio? Un científico ruso propone un posible método para extender la vida: el uso de moléculas “pesadas” que evitarían la oxidación celular. Si bien por ahora la idea no pasó del campo experimental, ya despierta curiosidad por su posible impacto en la salud humana.

La propuesta del investigador de la Universidad de Oxford, Mikhail Shchepinov, tiene como fin disminuir los cambios dañinos que las especies reactivas de oxígeno generan en proteínas, lípidos y otros componentes de las células. La idea se basa en utilizar isótopos “pesados” – los isótopos son elementos químicos que poseen el mismo número de protones y distinto número de neutrones– para proteger a las células de procesos oxidativos.

Según señala el investigador, esos isótopos podrían ser administrados a través de diferentes vías, por ejemplo a través de la comida. Al ser ingerirlos, las células podrían resistir de manera más eficaz la reacción química de oxidación, y el proceso se haría más lento.

Envejecimiento oxidante

¿Cómo envejece el ser humano? Una de las teorías predominantes sobre ese fenómeno postula que la principal causa es la acción de las especies reactivas de oxígeno en la maquinaria celular. Entre ellos están los denominados radicales libres, que son producidos fuera y dentro de los seres vivos.

“La teoría aceptada sobre el envejecimiento hace responsable de la acumulación de alteraciones irreversibles en la maquinaria celular y de la reducción en la eficiencia de los procesos metabólicos a los radicales libres y otras especies reactivas, que dañan el ADN, las proteínas, los lípidos y otros componentes celulares”, afirma Mikhail Shchepinov en un artículo publicado en la revista científica “Rejuvenation Research”.

Para intentar demorar “el paso del tiempo”, hasta ahora las investigaciones habían tenido como estrategia contrarrestar la acción de los radicales libres con antioxidantes como la vitamina C, la vitamina E, y los carotenoides. Ese método todavía no logró aún una aceptación contundente en la comunidad científica.

Por otra parte, hasta ahora nadie había propuesto actuar sobre los blancos o targets de los responsables de la oxidación celular: las células mismas. Shchepinov se atrevió a sugerir esa estrategia y además fundó una compañía llamada “Retrotope Inc.” para profundizar la investigación en ese campo.

Un reciente artículo publicado en la prestigiosa revista “TRENDS in Biotechnology” comenta en detalle el trabajo de Mikhail Shchepinov. “Estamos expuestos de modo constante a pequeñas, pero dañinas, cantidades de biomoléculas oxidativas”, destaca el autor, Vadim Demidov, del Centro de Biotecnología Avanzada, de la Universidad de Boston, Estados Unidos.

Demidov indica que además de ser señaladas como las “culpables” de provocar el envejecimiento, las moléculas oxidativas generarían de manera progresiva la disfunción y muerte celular. Como si eso fuera poco, se las asocia con la aparición de enfermedades cardíacas, el cáncer, y desórdenes neurodegenerativos.

Consumo \”pesado\”

Ahora bien, ¿por qué los isótopos “pesados” ayudarían a las células a protegerse de los efectos oxidantes? Al reemplazar al mismo elemento, por ejemplo el carbono, por un isótopo “hermano” más pesado –con mayor cantidad de neutrones–, la unión química se haría más fuerte y las reacciones oxidativas tardarían más tiempo en producirse.

“La idea de Shchepinov es utilizar esa propiedad de los isótopos para hacer proteínas, ácidos nucleicos y lípidos más resistentes a las especies reactivas de oxígeno, como los radicales libres”, expone Demidov, quien se pregunta si algo así sería posible en la práctica. La clave, al parecer, estaría en posibles suplementos dietarios.

Microorganismos como levadura, hongos, algas y bacterias podrían ser cultivados en un medio rico en determinados isótopos ‘pesados’, y luego servir para alimentar a peces y ganado, que luego llegarían como alimentos al ser humano, describe Demidov en su artículo. Así, en vez de cremas para combatir las arrugas, quizás pronto podría haber cerdos y vacas “antiage”.

A esta altura, el gran interrogante es si algo semejante podría ser realidad. Ya se han realizado experimentos en lombrices que se alimentaron con comida “enriquecida con isótopos pesados”, y vivieron más tiempo. Pero hay un largo trecho para comprobar si podría tener el mismo efecto en la instancia humana.

“A pesar del potencial valor de esta nueva estrategia anti-envejecimiento, debo destacar la complejidad de ese fenómeno. El estrés oxidativo puede ser sólo una razón entre otras más de la senilidad celular, por lo cual no se puede estar absolutamente seguro que el envejecimiento se retrasa al disminuir la oxidación biomolecular por sustitución de isótopos”, opina Demidov.

Sólo hay una manera de sacarse la duda: profundizar en la investigación. Y, si sale bien, ganarle la carrera al reloj.