Las terapias no verbales serían los abordajes clínicos más actuales y efectivos para tratar los trastornos de estrés postraumáticos, que pueden derivar de situaciones como los desastres, la violencia doméstica y el abuso sexual, entre otras. Lo explicó uno de los principales especialistas en esta temática en un congreso internacional que finalizó este sábado en Buenos Aires.

(2/7/07 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Ricardo Gómez Vecchio) – Durante el VII Congreso Internacional de Estrés Traumático, que se llevó a cabo en Buenos Aires los días 28, 29 y 30 de junio, estuvo presente el Dr. Bessel van der Kolk, uno de los especialistas más importantes en estrés postraumático y director del Trauma Center de Massachusetts, Estados Unidos. En este instituto trabajan más de 40 profesionales y 15 investigadores en distintas áreas del trauma, desarrollando temas que tienen que ver con la terapéutica de estos trastornos.

El trastorno de estrés postraumático (TEPT) puede presentarse después de un evento traumático y se caracteriza por la existencia de amenaza de lesión o de muerte para la persona misma o para alguien más. Puede ocurrir a cualquier edad y aparecer luego de un desastre natural, como una inundación y un incendio, o eventos como una guerra, un encarcelamiento, un asalto, abuso familiar o violación. Las causas de este trastorno no se conocen en profundidad, pero en los últimos años se han realizado avances en tal sentido, con aplicaciones a su terapéutica.

Van der Kolk, con más de 30 años de experiencia en este tema, iniciada en el tratamiento de ex combatientes de la guerra de Vietnam, desarrolló durante más de una hora una clara e interesantísima exposición sobre las tendencias actuales en el tratamiento del estrés postraumático, ante un auditorio compuesto en gran mayoría por psicólogos y psiquiatras. A partir de la aplicación de los más recientes descubrimientos de las neurociencias, expuso cómo el trauma afecta al individuo a partir de su respuesta frente a una situación de estrés.

Origen y síntomas del TEPT

El TEPT se puede presentar inmediatamente después de un trauma mayor o demorar más de seis meses después del evento. Cuando se presenta inmediatamente después del trauma, usualmente se resuelve pasados tres meses, pero algunas personas experimentan una forma más prolongada que puede durar por muchos años.

Los ataques terroristas a las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001, por ejemplo, causaron TEPT en algunas personas involucradas, en quienes presenciaron el desastre y en quienes perdieron amigos y parientes. Estas situaciones producen estrés en cualquier persona, aunque no todas sufren luego TEPT.

El TEPT altera la respuesta del cuerpo al estrés, afectando las hormonas del estrés y los neurotransmisores (químicos que transmiten información entre los nervios). Las personas con TEPT experimentan el evento traumático repetidas veces en, por lo menos, una de varias formas: sueños angustiantes repetitivos, recuerdos recurrentes, sensación de estar reviviendo la experiencia (llamadas escenas retrospectivas o flashbacks) y angustia intensa alrededor de la época del acontecimiento que simboliza el evento (como los aniversarios).

El factor inmovilización

Cuando una persona está expuesta a un trauma – explico van del Kolk – hay una respuesta orgánica en la que el cuerpo se prepara para la acción. El lóbulo frontal, en la parte que organiza el lenguaje se cierra y uno se siente excitado, no piensa claramente, pero comienza a hacer algo en forma automática para tratar de salvarse. Se activa el sistéma límbico, la parte emocional del cerebro cuya función es lograr que el cuerpo se mueva, y la activación comienza por señales hacia los músculos, el corazón, y los pulmones.

El concepto básico – dijo van der Kolk- es que si el cuerpo hace algo, si uno lucha o escapa para preservar la seguridad, la situación llega a un fin y uno no queda traumatizado. En cambio, si uno se inmoviliza y queda atrapado, detenido, impedido de realizar acciones, se produce trastorno de estrés postraumático. “Mi concepto se basa en la neurobiología y es que el centro de la respuesta traumática se debe a la inmovilización física, a la incapacidad de hacer algo para que el organismo se mueva”, afirmó.

Esta perspectiva tiene una larga tradición que arranca en el ruso Pavlov, conocido sobre todo por su formulación del reflejo condicionado. Hace ya muchos años Pavlov postulaba que cuando los organismos se traumatizan pierden el sentido de dirección. Esto tiene un equivalente neurobiológico que ha sido muy estudiado en los últimos 25 años – dijo el experto- y es que cuando una persona tiene una respuesta efectiva al trauma, lo supera. En cambio, si eso no ocurre, se siguen segregando todas las hormonas y otros agentes que actúan en la situación de estrés.

En situaciones traumáticas – señaló van der Kolk- lo peor que puede hacerse es evitar que las personas tomen acción, inmovilizarlas, paralizarlas. Toda la hiperexcitación que se produce en esos casos no tiene salida y es allí que se produce el estrés postraumático. “Eso es exactamente lo que hizo mi gobierno en el caso del huracán Katrina. La gente estaba aislada, inmovilizada, y se la envió a otra ciudad lejana, donde además no conocían a nadie. Esa era la mejor manera de crear estrés postraumático”, ejemplificó.

La importancia del apoyo humano

Además de lograr que las personas puedan emprender alguna acción efectiva, el especialista dijo que la segunda forma de lidiar con el trauma es lograr el apoyo humano. “Por ejemplo, lo que han hecho en Argentina las Madres de Plaza de Mayo, lograr que la gente se acercara y pudiera trabajar en forma conjunta. Eso puede ser un regulador poderoso para ayudar a las personas a superar las situaciones traumáticas”, expresó.

Al respecto, acotó que las personas que no pueden encontrar ese apoyo humano son quienes sufren violencia doméstica o abuso infantil, particularmente los niños, heridos por las mismas personas que tendrían que cuidarlas.

Trabajar con grupos de teatro, con yoga y con movimiento, “porque el cuerpo necesita moverse” es una de las cosas que recomendó van del Kolk. “Los humanos somos organismos en movimiento –enfatizó-, no nos crearon para estar sentados quietos sobre nuestros traseros y hablar de qué tan mal nos sentimos. Esa no siempre es la mejor forma de sobrellevar el trauma”.

El EMDR

Una de las técnicas terapéuticas que se utilizan para tratar el estrés postraumático es el EMDR, sigla de Eye Movement Desentitization and Reprocesing, al cual se le dedicaron talleres en el congreso. Básicamente ese enfoque se basa en la desensibilización y el reprocesamiento de eventos traumáticos mediante la estimulación bilateral. Usa los mecanismos naturales que tienen el cuerpo y la mente para procesar la información. Esta técnica terapéutica fue desarrollada por Francine Shapiro, fundadora del EMDR Institute, en los Estados Unidos.

Después de un evento traumático la mente queda con una cantidad de información que le es difícil procesar. Esto conduce a que redes neuronales enteras se aíslen y la información contenida en ellas se quede congelada. La técnica de EMDR permite que la información sea procesada y se reconecten las redes neuronales, logrando la liberación de la información y la desensibilización del evento traumático.

La cultura de la pastilla

Respecto del uso de medicamentos para aplicar en las situaciones de estrés postraumático, van der Kolk señaló que nuestras sociedades occidentales desafortunadamente han quedado fijadas en una cultura que intenta cambiar las situaciones utilizando el alcohol u otros químicos extremos.

“Lo que antes se hacía con ginebra – afirmó- ahora se hace también mediante las compañías farmacéuticas que dicen: `bueno, si Ud. se siente mal, tómese esta pildorita y se va a sentir bien inmediatamente. Tome esta píldora que le va a sacar la depresión´. Siempre hay una respuesta química. Y lo que sabemos ahora es que la gente puede hacer cosas muy buenas para cambiar la forma en que se siente moviéndose, respirando, bailando y cantando, por ejemplo”.

Limitaciones de la palabra

En la extensa exposición hubo un lugar también para Freud, quien ya a fines del siglo XIX escribió trabajos sobre la naturaleza de la memoria traumática, expresando que el trauma permanece en el cuerpo de la persona, como sensaciones, movimientos, olores y sonidos. Según Freud, si una persona hablaba sobre lo ocurrido, con todos los sentimientos asociados, podía superar el trauma y mejorar.

Para van der Kolk, las investigaciones han demostrado que aunque uno pueda hablar, explicar y entender las razones del trauma, continua viviéndolo como olores, sonidos, imágenes y sensaciones físicas. O sea que, entender y contar la historia no hace que la huella marcada por el trauma desaparezca. “Hay algo intrigante en cómo podemos integrar una memoria traumática – dijo- pero no se puede hacerlo a través del habla”.

Hace algunos años –prosiguió- estuve en un equipo que hizo las primeras neuroimágenes de personas traumatizadas y aprendimos mucho. Encontramos que cuando las personas sufren el trauma desaparece la capacidad del habla. La gente está muy perturbada, muy atemorizada, muy enojada y muy traumatizada, y se encuentra con algo que llamamos el terror sin palabras.

“El descubrimiento de que toda la parte del cerebro dedicada al habla se cierra es un hallazgo muy importante que cambió el abordaje del tratamiento del estrés postraumático. Esto llevó la clínica al terreno de las terapias no verbales”, afirmó van der Kolk.