Una científica argentina de la Universidad Nacional del Litoral, que integra un equipo de investigadores en la Universidad Autónoma de Barcelona, desarrolló un biosensor para detectar contaminantes en alimentos.  El sensor es pequeño como una moneda de un peso y cuesta nada más que un euro.

(27/7/07 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Romina Kippes – UNL) – María Isabel Pividori es santafesina, pero su carrera investigadora la desarrolla en la actualidad en la Universidad Autónoma de Barcelona, en donde realiza su postdoctorado. Egresó de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas, dependiente de la Universidad Nacional del Litoral, con la que mantiene (con la Cátedra de Química Analítica I) proyectos de investigación comunes en su campo de especialidad: los biosensores. Además, anualmente dicta un curso de postgrado en la FBCB de la UNL.

En Barcelona desarrolló -junto con un grupo de investigadores- un biosensor capaz de detectar la existencia de contaminantes en alimentos como el agua potable, la leche y el jugo de naranja comercial de una manera efectiva y cómoda. El biosensor es muy pequeño (apenas 7 mm de diámetro y 2 cm de largo), pero puede medir en 30 minutos y con alta eficacia la presencia, por más baja que sea, de compuestos como la atrazina y la sulfonamida.

Entre sus ventajas, que tientan especialmente al sector de la industria alimenticia, está su bajo costo de mercado. Según calculan los investigadores, se podrá vender a 1 euro, lo que lo vuelve muy atractivo desde el punto de vista comercial.

“En realidad es un desarrollo de laboratorio, pero ya hay empresas interesadas en su fabricación”, dijo Pividori, quien integró el equipo de investigadores que durante dos años trabajaron en este proyecto.

Si bien se supone que es cara la inversión para la fabricación del dispositivo (algunas empresas están realizando el estudio de costos), “el dispositivo final es económico; ahora hay que ver si la demanda del mercado justifica la inversión inicial”, razona la investigadora.

Actualmente, existen otros biosensores de uso masivo, como el caso del biosensor de glucosa, que utilizan los diabéticos en forma corriente y se vende en farmacias. “En este caso la fabricación del biosensor se justificó; hay que ver si el mercado justifica la inversión de este nuevo biosensor, aunque en realidad está pensado para su implementación en “puntos críticos de control” de la industria alimentaria, con el objeto de asegurar la calidad de un alimento a lo largo de toda la cadena alimentaria de manera económica y segura, dice Pividori.

El desarrollo

La atrazina es un herbicida muy utilizado en todo el mundo para combatir malezas en agricultura, pero tiene efectos adversos en la salud y en el medio ambiente, en el que puede persistir mucho tiempo ya que su degradación es muy lenta. Algunos trabajos le confieren a este compuesto efectos cancerígenos y se conocen sus propiedades como disruptor endócrino. La sulfonamida, otro compuesto que detecta el biosensor, es un antibiótico con el que se tratan infecciones en las vacas, pero que puede pasar de ellas a la leche que tomamos.

El pequeño biosensor actúa de manera muy efectiva (tiene tanta sensibilidad como los métodos cromatográficos de laboratorio) en apenas 30 minutos. Durante ese tiempo, la muestra –agua potable, leche, jugo de naranja comercial- se “incuba” en partículas magnéticas recubiertas del anticuerpo que se quiera detectar (antiatrazina o antisulfonamida); luego el sensor capta las partículas, y otorga una señal en función de la presencia del contaminante.

Los anticuerpos fueron desarrollados por investigadores del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), también de España. El resto del trabajo es responsabilidad del equipo que dirige Pividori, que ya ha logrado otros biosensores similares, aunque con distinta aplicación (por ejemplo, el que identifica ADN en algunos minutos).

Actualmente, “estamos desarrollando conjuntamente UAB con la UNL (Química Analítica I) biosensores para ácido fólico y para otro antibiótico, el cloranfenicol. Potencialmente el sensor puede detectar cualquier sustancia si existe el anticuerpo específico”, agrega Pividori.