Hallaron accidentalmente en China restos fósiles de un dinosaurio parecido a un ave de 85 millones de años de antigüedad, del periodo cretácico tardío. Perteneció a una especie, desconocida hasta la fecha, que fue bautizada con el nombre de Gigantoraptor erlianensis. De acuerdo con análisis paleontológicos, el ejemplar encontrado medía ocho metros de largo, 3. 5 metros de alto y pesaba 1400 kilos.

(14/6/07 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Bruno Geller) – En el desierto de Gobi, al norte de China, el paleontólogo Xing Xu y un equipo de colegas del Instituto de Paleontología y Paleontoantropología de Vertebrados de la Academia de Ciencias de Pekín, encontraron accidentalmente restos fósiles de un dinosaurio de una especie desconocida, que fue bautizada con el nombre de Gigantoraptor erlianensis.

El hallazgo ocurrió de forma casual durante la realización de un documental que pretendía reconstruir el momento en que Xu había encontrado en esa zona restos de un sauropodo, un gigantesco dinosaurio herbívoro que caminaba en cuatro patas.

De acuerdo con la revista científica Nature, Xu encontró un enorme hueso mientras las cámaras filmaban la escena. En un principio, el investigador pensó que la pieza correspondía a un tiranosaurio, pero en realidad se trataba de un resto fósil que pertenecía a otra especie de dinosaurio con aspecto de ave.

Retrato del dinosaurio

El nuevo dinosaurio tenía pico, patas largas, un cráneo pequeño y plumas en algunas regiones del cuerpo. Para Xu, el Gigantoraptor erlianensis pertenece a la familia de los Oviraptoridae, pero con la salvedad de que sus dimensiones físicas superan a las del resto de los miembros de esa familia de dinosaurios.

El Gigantoraptor hallado medía ocho metros de largo, 3,5 de alto y pesaba 1400 kilos, es decir, 35 veces más pesado y 300 veces más grande que el Caudipteryx, otra especie de dinosaurio de esa familia.

El análisis de los restos fósiles revela que el joven Gigantoraptor descubierto tenía 11 años de edad cuando murió. Xu estima que su peso y dimensiones podrían haber sido aún mayores de haber vivido más tiempo.

Por ahora, no fue posible determinar de qué se alimentaba el Gigantoraptor. La cabeza pequeña y el cuello largo es de un herbívoro, pero sus garras afiladas son propias de un carnívoro.

Lo que sí demuestra el hallazgo es que la diversidad morfológica en la familia de los Oviraptoridae es mayor de lo que se pensaba.