Crecen conectados a la red, usan Internet, computadoras y celulares para comunicarse con amigos y creen que la solución a los problemas depende siempre de las circunstancias. Autónomos y flexibles, pueden correr el riesgo de olvidarse de su entorno social inmediato. Así es la socialización de los adolescentes en la era digital según el sociólogo alemán Claus Tully, investigador especializado en las relaciones entre tecnologías y sociedad.

(5/6/07 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Florencia Mangiapane) – Las generaciones recientes van a quedar en la memoria colectiva asociadas a símbolos técnicos. La “generación perdida” quedará unida a la idea de la bomba; los baby boomers, al micrófono de Elvis y la motocicleta; la generación del 68, a los altoparlantes de Woodstock y las manifestaciones contra las centrales nucleares y los misiles. ¿Y los adolescentes de hoy? La llamada generación N (de “net”, red en inglés) crece con la computadora, Internet y los celulares, sin dudas, pero sobre todo experimenta una nueva manera de crecer.

“Las generaciones actuales se diferencian entre sí esencialmente por la utilización que hacen de sus aparatos técnicos y las vivencias comunicadas mediante la técnica”, dice Claus Tully, ingeniero industrial y doctor en sociología, en un trabajo que se acaba de publicar en la Revista Iberoamericana de Ciencia, Tecnología y Sociedad, editada por el Centro REDES.

La tesis principal del artículo de Tully, que trabaja como investigador en el Instituto Alemán de la Juventud, es que la generación de los jóvenes actuales se socializa especialmente a través del uso de la técnica.

“Sin celulares y sin mensajes SMS ser joven resulta hoy impensable”, sostiene Tully. “El anclaje en un grupo de pares, el estar accesible para los amigos, se sustenta en buena medida en dicha técnica de comunicación. Las competencias y los aparatos técnicos ayudan además a niños y jóvenes a diferenciarse de los adultos”, explica el experto, que visitó varias veces la Argentina y la última vez quedó impresionado por la amplia difusión del servicio de chat de MSN.

Niños con gadgets

Para Tully, la generación N se define por dos aspectos centrales: la posesión de una gran cantidad de objetos, como celular, reproductor de CD, reproductor de mp3, computadora portátil, entre otros; y la idea de la técnica como algo obvio e incuestionable.

“La técnica se ha vuelto una obviedad no natural: es una herramienta de trabajo y sirve para la comunicación, funciones tan importantes para los jóvenes como la propia estética de los objetos”, dice Tully.

En Alemania, la manipulación de la computadora y otros pequeños artefactos o “gadgets” se da desde la infancia. Si bien son pocos los niños que tienen computadora propia, tres de cada cuatro chicos y el 95% de los jóvenes tienen experiencia en su utilización. Los celulares están en manos del 90% de los jóvenes y la conexión a la red es un hábito cotidiano para la mitad de los chicos y 9 de cada 10 jóvenes.

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Esta intimidad con la técnica dota a la nueva generación de una serie de habilidades. “La computadora es una máquina universal. Su uso no está predeterminado de antemano, sino que debe ser organizada a partir de ciertos objetivos. De esta manera, los niños y jóvenes aprenden que no hay soluciones definitivas, sino dependientes del tiempo y del contexto”, reflexiona el sociólogo alemán.

Así, la generación N aprende a actuar de acuerdo a las circunstancias y se hace a la idea de que es necesario ser flexible y móvil. Crecen los impulsos individuales en una sociedad cada vez más globalizada y tecnificada, con un condimento fuerte: los chicos dependen materialmente de los padres por más tiempo, pero desarrollan cada vez más temprano modelos de consumo y de preferencia.

Según Tully, las nuevas técnicas fomentan desde edades tempranas un actuar autónomo e independiente. Sin embargo, su dominio cumple además una función social, vinculada con la inclusión. “Quien no posea un artefacto puede perder en el corto plazo los vínculos con el grupo de amigos, y a largo plazo, los vínculos con el mercado de trabajo”, señala el experto.

Mundos y brechas

De hecho, el empleo de la técnica despierta interrogantes sobre una serie de problemas sociales. El más conocido es la denominada “brecha digital”: la desigualdad en su adquisición tanto dentro de los países como entre países.

“Internet cobrará en el futuro cercano una importancia clave en el acceso al conocimiento y la participación comunicativa. Quien no disponga de esos medios enfrentará el riesgo de la exclusión y de una forma grave de desventaja social”, afirma Tully.

Aunque en los países desarrollados los fenómenos de exclusión afectan a sectores de la población cada vez más reducidos, existen discusiones sobre la “inequidad digital”, desequilibrio que se manifiesta sobre todo en el uso de Internet. Por ejemplo, algunos estudios sugieren que los estudiantes de escuelas técnicas limitan el uso de este medio al chat y los juegos, mientras que los alumnos que se preparan para ingresar a la universidad suelen usar Internet para investigar y adquirir conocimiento.

Otro de los aspectos que preocupan es la supuesta pérdida de anclaje social por parte de los ciberadictos. “Los espacios virtuales, no importa si son requeridos para el juego o para el aprendizaje, hacen que el entorno inmediato de experiencias quede desplazado y olvidado”, indica Tully.

Para el sociólogo alemán, es importante que los chicos se ejerciten en el sentir y el vivenciar dentro del ámbito familiar, para poder después volcar esos significados y deseos al uso de la técnica en otros contextos de interacción. “La apropiación de competencias sociales –concluye- debe ser el primer paso que los niños y los jóvenes deben aprender en la familia y, recién ahí, podemos aspirar a una población de mundos virtuales asistidos por la ayuda paterna”.