(4/6/07 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Florencia Mangiapane)-.En febrero la médica argentina Zulma Ortiz fue invitada a formar parte del Comité Asesor de Investigaciones en Salud de la Organización Panamericana de la Salud, oficina regional de la OMS, un cuerpo independiente de especialistas que aconseja al organismo internacional sobre políticas de investigación en salud. En sus cinco décadas de historia, solo habían integrado el comité siete argentinos, entre los que se cuentan los premios Nobel Bernardo Houssay, Luis Leloir y César Milstein. Ortiz es una joven médica sanjuanina reconocida en el campo de la epidemiología y las políticas de salud, temas en los que se especializó en la Universidad de Ottawa (Canadá) gracias a una beca y luego en la Universidad de Lanús, donde obtuvo el Máster en Epidemiología, Gestión y Políticas de la Salud. Defensora de la medicina basada en la evidencia y convencida de la influencia de los factores socioculturales en las enfermedades, participa en la actividad académica y la función pública para combatir la llamada “brecha 10/90”: el hecho de que al grueso de los problemas de salud que existen en el mundo sólo se destina una mínima parte de los recursos de investigación. Desde el año pasado coordina la Comisión Salud Investiga del Ministerio de Salud de la Nación y dirige el proyecto de Fijación de Prioridades de Investigación en Salud en la Academia Nacional de Medicina de Buenos Aires, donde trabaja como jefa de Docencia e Investigación.

-A los 42 años acaba de ser designada integrante del Comité Asesor de Investigaciones en Salud de la OPS. ¿Sabe que Leloir recibió ese nombramiento a los 70, cuando ya le habían dado el Nobel?

-Sin dudas es un dato que impresiona. Creo que nos indica cómo ha cambiado la sociedad, en términos de oportunidades. Por ejemplo, en el Foro Mundial de Investigación en Salud hoy se incentiva a los jóvenes investigadores. También ha habido cambios en los valores culturales. Antes sólo se podía acceder a estos nombramientos después de una larguísima trayectoria. Ahora se tiene en cuenta el beneficio que uno pueda otorgar participando en un ámbito determinado.

-¿Y por qué cree que la eligieron a usted?

-El CAIS, en comparación con el resto de los comités de la OPS, tiene la particularidad de ser independiente de los gobiernos. La mayoría de los comités de la OPS tienen una representatividad por país. Quienes financian la estructura de la OPS son los gobiernos americanos, que ponen una cuota y eso hace que sea una organización de los gobiernos. Pero este es el único comité que no tiene nada que ver con los gobiernos. La directora tiene la atribución de decidir quién forma parte del comité. Recibe propuestas, indaga acerca de quién podría ser y tiene en cuenta las características que se están necesitando para ese sitial. La directora me dijo que había recibido mi nombre como propuesta y lo que más le gustaba es que yo gozaba de una aprobación generalizada. No deja de ser una definición política para ocupar un lugar totalmente académico, en el sentido de que no tiene que ver directamente con las instituciones políticas o de gobierno de la OPS.

-¿Cómo fue el momento de la asunción?

-Muy emotivo. Al comenzar la reunión estuvieron el presidente saliente del comité y la directora de la OPS, ambos argentinos. También fue invitado Peter Tugwell, la persona con la cual me formé. Fue muy impresionante desde el punto de vista afectivo para mí, primero porque las cabezas de este comité son argentinas y segundo por tener la oportunidad de compartir, después de diez años, la misma mesa con la persona que me formó. El comentario que él hizo es el clásico: un verdadero maestro es aquel que se ve superado por el discípulo.

-¿Cuál va a ser su aporte al trabajo del comité?

-Bueno, en la última reunión se definió una agenda en materia de políticas de investigación sanitaria que tiene cuatro aspectos prioritarios. En primer lugar, el registro o inventario de investigaciones clínicas que ha financiado la OPS. Segundo, la elaboración de un documento de políticas para los próximos cuatro o cinco años en materia de investigación (elementos prioritarios, con quién se debería trabajar, etc.) Tercero, el desarrollo de una red para el uso de evidencias por parte de los políticos que actúan en los gobiernos, y finalmente, el aseguramiento del acceso a la información científica producida.

-Son todos puntos en los que tiene mucha experiencia.

-Sí. Hace años que vengo trabajando en la Colaboración Cochrane y la promoción del uso de la evidencia científica. Soy coordinadora de la Colaboración Cochrane en la Argentina y los países en vías de desarrollo. Se trata de una organización sin fines de lucro con asiento en Inglaterra, creada en 1992. Cochrane fue un epidemiólogo inglés que promovía, entre otras cosas, la elaboración de una base de datos con la mejor evidencia científica disponible sobre un tópico determinado y, de ser posible, el análisis de esa información para dejar a la vista cuál es la mejor evidencia respecto de un tratamiento o de un diagnóstico. El logo de la colaboración Cochrane, por ejemplo, es un metaanálisis donde se demuestra que el uso de corticoides en chicos prematuros puede salvar vidas porque se evita el riesgo de que los bebés mueran por complicaciones de la prematurez. En 1992 investigadores de diversos países se reunieron y empezaron a trabajar en el desarrollo de esta base de datos. Cuatro años más tarde hice mi primer metaaánálisis sobre el uso del ácido fólico para pacientes con artritis reumatoidea. Hasta ese momento, las personas que sufrían de artritis reumatoidea eran tratadas con una droga llamada metotrexato. No recibían ácido fólico, otra droga que es muy barata y evita las náuseas y los vómitos. Entonces, a partir de esa investigación se empezó a usar sistemáticamente el ácido fólico, lo que mejoró mucho la calidad de vida de estos pacientes. Eso me puso en contacto con la Colaboración Cochrane, que está en todo el mundo y responde a un trabajo voluntario en red, en pro de evitar sesgos y duplicación de esfuerzos.

-Concretamente, ¿cómo fue que se vinculó con la Colaboración Cochrane?

-Vino una persona de España y me preguntó si quería trabajar para armar una red iberoamericana. En ese momento la Colaboración Cochrane no estaba en la Argentina. Ahora hay centros en toda América Latina y Centroamérica. Solamente falta que se integren Paraguay y Bolivia. En la Argentina tenemos dos centros colaboradores y cinco son adherentes al centro colaborador que funciona en nuestra Academia. Desde febrero, también coordino los esfuerzos en todos los países en desarrollo que no tienen ninguna actividad de la Colaboración Cochrane, muchos de los cuales están en África y Asia. La idea es que se extienda el uso de la evidencia para la toma de decisiones prioritarias. Esto no quiere decir que la evidencia deba ser el único elemento a considerar, pero sí es necesario tenerlo en cuenta. De a poco habría que ir dejando atrás el modelo de las políticas basadas en la opinión y empezar a generar políticas más basadas en la evidencia científica.

-¿Qué relación tiene esta idea con el aseguramiento del acceso a la información científica?

-Bueno, yo voy a participar en los cuatro puntos de la agenda por igual, pero es probable que me concentre más en el registro de investigaciones clínicas, que es un desafío muy importante. Ahora estamos preparando un inventario de investigaciones clínicas en la Argentina, que estaría disponible en octubre. Sería el primer registro de investigaciones clínicas con asiento en el Ministerio de Salud. La OMS promueve este tipo de iniciativas; la idea es que toda la información de los protocolos, de todo tipo, pero en especial de drogas, sea accesible para el ciudadano; que uno como ciudadano, si le indican un tratamiento, pueda saber si está en investigación o no, y en qué consiste esa investigación, cosa que hasta ahora no es posible en la Argentina.

-¿No es un registro público ahora?

-No todavía. No es un registro público como el que existe en otros países, como Estados Unidos, Canadá e Inglaterra. El servicio clinicaltrials.gov, por ejemplo, es una iniciativa del gobierno estadounidense, enmarcada en una política que promueve que los investigadores registren sus estudios. A partir de 2008, los editores de las principales revistas científicas que publiquen un ensayo clínico van a tener que publicar también el número de registro de la investigación.

-¿Las investigaciones no registradas no se van a poder dar a conocer entonces?

-El problema es que muchas veces no se publican las investigaciones que dan mal. Es decir, existe el sesgo de publicación; se publica sólo lo que tiene resultado positivo. Pero el registro no sólo apunta a todo lo que se publica, sino también a todo lo que se investiga. Los ciudadanos tienen derecho a saber por qué una droga no funciona.

-En la última reunión del Comité, el presidente saliente, Víctor Penchaszadeh, hacía hincapié la cuestión de las desigualdades y los determinantes sociales de la enfermedad. ¿Qué lugar se le va a dar a ese tema en la actividad del Comité en los próximos meses?

-Esa es una agenda crítica, que tiene que ver con el Foro Global de Investigación en Salud y la brecha 10/90, es decir, apenas el 10 por ciento de los recursos aplicados a la investigación en salud se destina a investigar el 90 por ciento de los problemas existentes.

-¿Es decir que sólo el 10% de los recursos se usa para investigar problemas prioritarios, y el 90% se gasta en cuestiones poco relevantes?

-Claro. Si seguimos haciendo hincapié en las nuevas moléculas y la investigación clínica, los verdaderos problemas que tenemos no se van a resolver. El esfuerzo tiene que encaminarse a reorientar los recursos para investigar los grandes temas, como por ejemplo, los determinantes socioculturales de las enfermedades.

-Esos determinantes están contemplados en los temas propuestos por la Academia de Medicina para la fijación de prioridades de investigación en salud, en el foro abierto que usted coordinó el año pasado.

-Exactamente. En el Centro de Investigaciones Epidemiológicas de la Academia terminamos de elaborar la primera parte. Ahora estamos trabajando en la producción de los policy briefs, que son documentos cortos para tomadores de decisión, sobre lesiones por accidentes de tránsito, tuberculosis, Chagas, diabetes, tabaquismo y morbi-mortalidad materno infantil. Este año los talleres ya no están orientados solamente a la fijación de prioridades, como el año pasado, sino a pensar cómo se puede obtener financiamiento para estas prioridades. El primer taller de 2007 se va a hacer el próximo 28 de junio, y el tema va a ser cómo obtener financiamiento en las investigaciones sobre lesiones por accidentes de tránsito.

-Se está generando una demanda social para resolver el tema, en ese caso.

-Así es, con la propuesta de declarar la emergencia vial. Y otro logro de esta matriz es un proyecto de investigación básica y sanitaria sobre tuberculosis, para el que conseguimos financiamiento de la SeCyT. La fijación de prioridades debería ser un proceso iterativo que se dispara y se transforma en un sistema. Todos los años tiene que haber nuevas prioridades y hay que ver cómo se financian. Eso es lo que estamos haciendo constantemente. Hasta ahora la agenda argentina nos da un resultado bastante acorde a lo que está pasando en el mundo. La tuberculosis, las lesiones, la diabetes, el tabaquismo, la mortalidad de las mujeres, son problemas mundiales. Que nos estemos ocupando de eso significa que vamos por el buen camino.