Con la reciente intervención de la institución por parte del Gobierno porteño como telón de fondo, el legendario Lenguas Vivas realizó un Congreso sobre lenguas extranjeras y traducción. En la mesa de apertura se discutieron, entre otros temas, la negación de las lenguas de la inmigración un siglo atrás en las escuelas de Buenos Aires, la actual exigencia del castellano “neutro” a los traductores de la industria editorial y la engañosa idea de que algunos idiomas, como el portugués, son más fáciles de aprender.

(30/5/07 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Florencia Mangiapane) – Una mesa redonda sobre las culturas y las prácticas en la formación de profesionales en lenguas extranjeras fue el puntapié inicial de tres intensas jornadas de intercambio de ideas, en el marco del primer Congreso de Formación e Investigación en Lenguas Extranjeras y Traducción, organizado por el Instituto de Enseñanza Superior en Lenguas Vivas “Juan Ramón Fernández” entre el 23 y el 26 de mayo en su sede del barrio porteño de Retiro.

La actividad reunió a 117 expositores de centros académicos locales y extranjeros, que presentaron 83 trabajos en paneles, foros de alumnos y sesiones de pósteres, donde participaron organizaciones profesionales, como la Asociación Argentina de Traductores e Intérpretes. Asimismo, expertos de las Universidades de Humboldt (Alemania), La Sorbonne (Francia), la República (Uruguay), la Universidad Federal de Santa Catarina (Brasil) y la Universidad de Ottawa (Canadá), entre otras casas extranjeras invitadas, plantearon su perspectiva sobre cuestiones relativas a los diccionarios electrónicos, el español como lengua segunda y extranjera, y la construcción discursiva de la prensa, en distintas conferencias y mesas redondas.

“El Congreso es un proyecto plurilingüe y multidisciplinario que se viene gestando desde hace mucho tiempo, si bien la preparación concreta comenzó un año atrás. No nos imaginábamos entonces que en el día de la inauguración estaríamos con el estupor y la consternación que hoy nos afectan. Decidimos sin embargo atravesar esa coyuntura, concentrándonos en lo que sabemos hacer: enseñar, traducir, estudiar e investigar”, señaló la coordinadora general del Congreso, Patricia Franzoni, ante un centenar de asistentes, entre los que se encontraba María Teresa Cañás de Davis, la rectora suspendida el 3 de mayo pasado, cuando el Ministerio de Educación del Gobierno de la Ciudad decidió intervenir el Lenguas Vivas a raíz de un sumario sustanciado por presuntas irregularidades administrativas.

La mesa de apertura comenzó luego de que la reconocida traductora e investigadora Patricia Willson diera lectura a una carta del Consejo Directivo del Lenguas Vivas, que expresaba por unanimidad el repudio a los hechos ocurridos el 3 de mayo, cuando “alegando una supuesta «crisis institucional» y en un claro atropello a la autonomía académica de la institución y que vulnera los derechos democráticos” el Ministerio de Educación porteño tomó la polémica medida.

¿Cómo se incentiva a los alumnos a elegir la docencia? ¿Cómo se logra que la formación de profesores en lenguas extranjeras no se transforme en un adoctrinamiento de consumidores y turistas? ¿Cómo se hace para que los alumnos dejen de ser recipientes de estructuras lingüísticas? ¿De qué trabaja un traductor literario en nuestro país? ¿Qué funciones cumplió la enseñanza de la lengua extranjera y la traducción en la Argentina a lo largo de la historia? ¿Por qué el aprendizaje de la traducción es muchas veces una práctica de laboratorio aislada de todo contexto?

Éstos fueron algunos de los interrogantes que plantearon los expositores de la mesa redonda inaugural, provenientes no sólo del Lenguas Vivas, sino también de los Institutos Superiores Dante Alighieri y Joaquín V. González de Buenos Aires, el Josefina Contte de Corrientes, la UBA, la Universidad de la Plata y la Universidad de Misiones.

Un poco de historia

Desde una perspectiva histórica, el especialista en política lingüística Roberto Bein comentó que hacia 1914, cuando la proporción de extranjeros en la ciudad de Buenos Aires alcanzaba el 50 por ciento de la población, las lenguas extranjeras enseñadas en la escuela secundaria no guardaban ninguna relación numérica con los grupos de inmigrantes. “Si ese hubiese sido el caso, se tendría que haber enseñado en primer lugar el italiano o dialectos como el piamontés. ¿Por qué no se enseñaban las lenguas de la inmigración? Porque estaba en formación el territorio y la construcción de la nacionalidad argentina. Una vez completado el desplazamiento de los aborígenes, las masas inmigrantes debían ser «nacionalizadas»”, explicó Bein, secretario del Instituto de Lingüística de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA y co-director del proyecto de investigación de UBACyT “Políticas lingüísticas e integración regional”.

¿Cómo se conjuga esta situación con la fundación en 1904 del Lenguas Vivas, primera institución especializada en la formación de profesores de lenguas extranjeras? “Posiblemente haya que entenderlo en el marco de una dinámica de clases. El pueblo llano debía ser argentinizado; en cambio, las capas más elevadas debían recibir una formación europea de la cual formaba parte ineludible el conocimiento de las lenguas extranjeras de las «grandes naciones»”, indicó Bein. Cabe aclarar que en el Lenguas Vivas, en el año 1915, la instrucción en lenguas extranjeras no tenía un fin comunicativo sino formativo, orientado a que los alumnos vieran “qué tenemos y qué nos falta como nación”, según se desprende de los libros donde se registraban los planes de estudio del instituto.

Idiomas para qué

“En la Argentina la formación de docentes de lenguas extranjeras y de traductores ha tenido distintas funciones según el contexto sociopolítico. En cierto momento histórico, el castellano era constructor de la nacionalidad argentina. Hoy el inglés puede ser la lengua vehicular de muchos países y de competencia internacional, no sólo como modelo de la comunicación cotidiana, literaria y cultural, sino también como proponen algunos, como lengua de la ciencia”, expresó Bein.

Por su parte, el profesor Germán Correa, rector del Profesorado de Portugués del Josefina Contte de Corrientes y maestrando en Semiótica Discursiva de la Universidad de Misiones, se refirió a los desafíos derivados del crecimiento del portugués en el campo de las finanzas, la inmigración y las actividades turísticas.

“En un contexto de inestabilidad del mercado de trabajo y con la idea de que es un idioma fácil de aprender, muchos jóvenes eligen la lengua portuguesa. Nosotros tratamos de mostrarles la complejidad de esa lengua, acercándolos a su discurso histórico, literario, artístico y cinematográfico. No queremos que la formación de profesores se convierta en un adoctrinamiento de consumidores o un entrenamiento de turistas”, comentó el rector del Profesorado correntino, que actualmente comparte un proyecto de intercambio de alumnos con el Lenguas Vivas.

En la misma línea, Mónica Arreghini, magíster en Didáctica y Promoción de la Cultura y Lectura Italiana, afirmó: “La docencia de lenguas extranjeras debe favorecer el proceso de descentralización, haciendo trizas la ilusión del único punto de vista. La idea es acercarse a lo extranjero para volver con otra mirada al punto de partida, lo propio”.

En tanto, la profesora en Letras Elina Malamud, experta en español como lengua extranjera, llamó a desarrollar la sensibilidad de los profesores de idiomas, quienes tradicionalmente ponían la lengua en primer plano, muy por encima de la didáctica. “Con las nuevas metodologías, basadas en enfoques comunicativos y pos-comunicativos, el alumno deja de ser un recipiente de estructuras lingüísticas. Se convierte en alguien que piensa y siente, un «otro» que negocia objetivos, contenidos y procedimientos con el docente, que debe acompañar el proceso con vivencias”, puntualizó.

La sensibilidad tampoco debe escapar a los traductores literarios, que realizan una actividad íntimamente vinculada con el gusto estético, aunque también marcada por la incertidumbre, incluso laboral. Al respecto, el doctor en Letras Miguel Ángel Montezanti, docente de traducción literaria de la Universidad Nacional de La Plata, señaló que la madurez lingüística y cultural del alumno bonaerense medio conspira contra el aprovechamiento del programa curricular. “Sugiero que los alumnos incrementen el contacto con las manifestaciones literarias de su propia lengua. Asistimos a la paradoja de que el estudiante del Traductorado es más consciente de formas y estilos en la lengua extranjera que en la propia lengua”, indicó.

Montezanti también arremetió contra el denominado “castellano neutro” que exigen las grandes editoriales a los traductores, tan alejado de las formas corrientes en la Argentina, donde está instalado el voseo. “Tal vez debamos preguntarnos si debemos mantener in eternum la prohibición del castellano rioplatense. Esto supone un esfuerzo que excede con holgura nuestras posibilidades. La gigantesca empresa que nos debemos es ni más ni menos la de inspirar nueva vida a nuestras editoriales, promover la lectura, valorar la literatura traducida por argentinos y exportarla”, comentó.

Textos y contextos

“Formar traductores al margen de toda reflexión sobre procesos de producción cultural y en especial de la industria del libro, es limitarnos a una situación de laboratorio reñida con la experiencia, que cercena la posibilidad de pensarnos como agentes del campo de la cultura”, señaló Patricia Willson, traductora egresada del Lenguas Vivas, doctora en Letras, docente e investigadora.

Para Willson, que coordina el Seminario Permanente de Estudios de Traducción y dirige el proyecto de investigación “Escenas de la traducción en la Argentina”, ambos en el Lenguas Vivas, los docentes de traducción tienden a evaluar al alumno como si los criterios fueran eternos. “La consideración de textos sin soportes ni instituciones oculta las presiones que gobiernan la difusión de las ideas a través de fronteras lingüísticas”, señaló, sin dejar de recordar que en la Argentina de fines del siglo XIX, los traductores formaban parte de la élite letrada y tenían injerencia en la vida política del país, tal el caso de Lucio V. Mansilla, diputado y gobernador, Bartolomé Mitre, presidente de la República y Miguel Cané, ministro de la Nación e intendente de Buenos Aires.