La transmisión del Chagas disminuyó en Sudamérica, pero persiste de forma significativa en la región del Gran Chaco. Según el informe de un investigador argentino, en las regiones rurales del Noroeste al menos un 7 u 8 por ciento de la población padecería esa enfermedad. Expertos locales afirman que se necesita un compromiso del estado nacional y de los estados provinciales para combatir este mal, que afecta a los más pobres y está desantedido por la industria farmacéutica.

(22/4/07 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Bruno Geller) – La eliminación de la vinchuca o Triatoma Infestans por su nombre científico, el vector de la enfermedad de Chagas y transmisor del Trypanosoma cruzi, ha sido un éxito en la mayor parte del territorio Sudamericano. La transmisión de la enfermedad por medio de ese insecto ha sido interrumpida en Brasil, Chile, Uruguay, regiones de Bolivia y Paraguay y cinco provincias de Argentina: Jujuy, Neuquén, Río Negro, La Pampa y Entre Ríos.

No obstante, en la región del Gran Chaco del lado argentino, boliviano y paraguayo el número de personas que ha contraído el Mal de Chagas ha aumentado en los últimos años. En algunas regiones como Los Llanos en la Provincia de la Rioja, casi el 47 por ciento de las viviendas rurales estaban infestadas con Triatoma infestans en el 2005, según revela un informe realizado por el doctor David Gorla, director del Centro Regional de Investigaciones Científicas y Transferencia Tecnológica (CRILAR).

El estudio, publicado en la revista científica brasilera Memorias do Instituto Oswaldo Cruz, se basó en los resultados recogidos durante 2004 y 2005 por el Programa de Control de Vectores del Ministerio de Salud de la Provincia de la Rioja.

Durante ese período, el riesgo de transmisión del Mal de Chagas en los departamentos de Los Llanos era similar al registrado durante la década de 1960, antes de que comenzara un programa de control de vectores que logró disminuir la infestación de las casas rurales por Triatoma infestans de un 50 por ciento a menos de un 20 por ciento en la provincia de la Rioja.

“A partir de mediados de los ´90, cuando la economía nacional empezó a declinar, hasta el 2003, hubo un cambio en las estructuras de los programas de control de vectores, se pasó de una estructura vertical jerárquica a programas horizontales descentralizados que resultaron en un progresivo debilitamiento de los mismos”, afirma Gorla quien también es investigador del CONICET y continúa: “Este proceso se vio reforzado por la disminución del presupuesto para la salud a nivel nacional y provincial. Por otra parte, en los departamentos de los Llanos se registra una tremenda pobreza, bajos niveles de educación de la población y una falta de infraestructura que los hace más vulnerables”.

Gorla destaca que la carencia de infraestructura sanitaria, educativa, caminos y obras hidráulicas son algunas de las problemáticas que se presentan en esa región. “En general hay una asociación directa entre nivel de pobreza e infestación de viviendas. Sin embargo, como fue demostrado en otras regiones de América, se puede resolver el problema de la transmisión vectorial de Chagas aún en regiones muy pobres”, señala Gorla.

Programa Chagas de la Rioja

Del 2004 al 2005, el Ministerio de Salud de la Rioja aplicó un Programa de Control de Vectores en las viviendas rurales en los departamentos de Los Llanos situados en la región sudoeste del Gran Chaco. “El programa consistió en detectar la presencia de Triatoma infestans en las casas rurales y en las estructuras peridomésticas, como corrales de animales domésticos y depósitos, que suelen ser lugares que sirven de refugio a esos insectos. También se registraron datos demográficos, epidemiológicos y cantidad y tipo de ganado”, puntualiza Gorla, quien agrega que “afortunadamente, el programa continuó”.

De las 4062 viviendas rurales evaluadas, aproximadamente un 47 por ciento presentaban infestación, tanto en su interior, como en las correspondientes estructuras peridomésticas. Un 27 por ciento de las viviendas tenía vinchucas dentro de los dormitorios y un 39 por ciento tenía vinchucas en corrales de animales domésticos y depósitos.

“El relevamiento de las viviendas y peridomicilio realizadas por el Dr. Gorla y su grupo del CRILAR merecen el máximo de credibilidad por la seriedad de la metodología empleada y expresa una realidad extremadamente preocupante: hay localidades en nuestro país, donde más de la mitad de las viviendas en el amplio sentido del término están expuestos a insectos infestados y a que sus moradores contraigan la enfermedad de Chagas y eso no es una mera inferencia estadística sino que es la lamentable realidad para muchos argentinos que ya la padecen”, afirma el doctor Edgardo Schapachnik, Jefe de la Sección Enfermedad de Chagas de la División Cardiología del Hospital General de Agudos Dr. Cosme Argerich, Buenos Aires, y Ex Director del Consejo Argentino de Enfermedad de Chagas de la Sociedad Argentina de Cardiología.

“Durante la realización del Programa Chagas de la Rioja, técnicos profesionales rociaron con insecticidas piretroides las viviendas rurales durante 2004 y 2005. En 2006 se hizo una evaluación de viviendas rociadas en 2004 en el Departamento San Martín (sur de Los Llanos). De un 40% de viviendas con vinchucas en dormitorios, en 2006 permanecían infestadas un 14%. De un 53% de corrales y depósitos infestados en 2004, el 43% permanecía infestado”, explica Gorla.

El programa continúa

Si bien el trabajo de Gorla evalúa los resultados del Programa Chagas de la Rioja aplicados entre 2004 y 2005, el programa continúa. La legislatura de esa provincia aprobó en 2004 una ley que asignó un presupuesto de 2.5 millones de pesos para un programa a 5 años con el objeto de interrumpir la transmisión vectorial del Mal de Chagas. Con esos recursos se actualizó la infraestructura de recursos materiales y humanos, se reforzó su capacitación técnica, iniciaron la detección de infectados y los menores de 15 años positivos detectados están siendo tratados.

“La tarea no está concluida, continúa con desinfestación de viviendas, detección y tratamiento de infectados y educación sanitaria. Hay problemas aún no resueltos, pero se continúa trabajando sobre ellos. Además, La Rioja es la única provincia de Argentina con presupuesto específico asignado para Chagas”, indica Gorla.

Los resultados obtenidos por el Programa han sido buenos, sin embargo, Gorla aclara que la evaluación de un programa de control de vinchucas debe ser hecha en un plazo no menor a 5 años. “Matar vinchucas es fácil, lo difícil es mantener sin vinchucas a las viviendas rurales por largos períodos. Esto último no se consiguió en la mayor parte de las regiones rurales del noroeste argentino. En La Rioja no existen los recursos necesarios para montar un eficiente sistema de vigilancia, que consolide la tarea ya efectuada. Tampoco existen los recursos necesarios para estudiar a todos los menores de 15 años, para detectar y tratar infectados que podrían curarse”, comenta el investigador del CONICET.

El mal escondido

Para Gorla, las cifras oficiales sobre la cantidad de personas que padecen Mal de Chagas tienen poca fiabilidad, a veces incluso son irreales. “A esa enfermedad se le llama muy adecuadamente ‘El Mal Escondido’ en una película realizada recientemente. Los afectados o quienes están en riesgo de contagio por Chagas no tienen voz política, no hacen manifestaciones en Plaza de mayo, ni piquetes en la 9 de Julio. Viven silenciosamente en el interior de la Argentina, tratando de sobrevivir día a día al Chagas, a la desnutrición y al olvido de las autoridades, los medios de difusión y los habitantes de las grandes urbes”, afirma Gorla.

“En las regiones rurales del Noroeste argentino, no menos de un 7 u 8 por ciento de la población padece esa enfermedad. Al menos eso es lo que apareció en una muestra de unos 1500 casos estudiados en la región de Los Llanos de La Rioja. Es posible que esa situación se repita en todo Santiago del Estero, Chaco, Formosa, parte de Tucumán, norte de Santa Fe y este de Salta”, sostiene Gorla.

Schapachnik destaca que “es un hecho grave que no existan relevamientos poblacionales. Por ejemplo, la posibilidad de conocer fehacientemente la cantidad de niños de esas regiones que están realmente parasitados por el T. cruzi a través de relevamientos serológicos al ingreso escolar, no ha sido instrumentado por las autoridades”.

Tratamiento contra el Chagas

Los infectados menores de 15 años reciben drogas con capacidad para matar el parásito que produce la enfermedad. Mientras más temprano se detecte la infección, más posibilidad de cura tiene el infectado. Las drogas tienen muchas contraindicaciones, de modo que el tratamiento debe ser estrictamente supervisado por profesionales de la salud, cosa que no ocurre siempre.

“La enfermedad de Chagas esta considerada, junto a la Leishmaniasis y la enfermedad del sueño, una de las enfermedades mas desatendidas por la industria farmacéutica”, asegura el doctor Andres Mariano Ruiz, Director del Instituto Nacional de Parasitología \”Dr. Mario Fatala Chaben\” que depende de la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud (ANLIS) Dr. Carlos G. Malbrán.

Explica Ruiz que “estas enfermedades afectan principalmente a personas que viven en países en desarrollo, donde no tienen acceso a los sistemas sanitarios y tampoco dinero para comprar esos medicamentos. La industria farmacéutica las ha ignorado sistemáticamente ya que no representa un negocio seguro. Es necesario contar con nuevos fármacos, más efectivos y con menos efectos colaterales en el organismo”.

De acuerdo con este especialista, el desconocimiento no es sólo causa de la realidad socioeconómica de los pacientes, sino que se encuentra ligado a grandes falencias educativas en los diferentes niveles de formación, incluyendo especialmente a los profesionales de la salud.

En esta visión coincide Gorla: “Hay un serio problema de formación profesional de médicos para diagnosticar Chagas en ámbitos rurales y para supervisar el tratamiento. Es un déficit severo en las universidades argentinas, que se denuncia desde hace mucho, pero no se resuelve. No existe tratamiento curativo demostradamente eficiente para las personas infectadas mayores de 15 años”, señala y amplía: “En el mejor de los casos reciben tratamientos sintomáticos para las disfunciones cardíacas o digestivas en la medida que aparecen. Los enfermos de Chagas dependen generalmente del sistema de atención pública. Eso significa que reciben poca atención”.

Tareas pendientes

“Creo que debemos ser pragmáticos y atenernos a los resultados, por ejemplo, los que surgen de la investigación del Dr. Gorla – señala Schapachnik. La realidad está reflejada en las cifras comentadas y la conclusión que surge es obvia: se ha hecho poco para combatir la enfermedad de Chagas. El estado debe ubicar la lucha contra el Chagas dentro de un plan integral de Salud, dedicar más fondos para este cometido y tener una política que contemple la lucha contra el vector, el control de la transmisión y la atención integral del paciente afectado”.

Gorla sostiene que una comprometida voluntad colectiva por parte de autoridades nacionales y provinciales de salud, así como del sistema científico – tecnológico y de las comunidades afectadas, podría generar soluciones orientadas a frenar el Chagas en la Argentina.

Por su parte, Ruiz afirma que esta enfermedad es una problemática social, para la cual deben activarse las acciones públicas en salud debiendo considerarse una política de estado. Aunque los organismos públicos existentes ofrecen control y seguimiento para toda persona con infección chagásica y tratamiento para la enfermedad de Chagas y cardiopatías, “es necesario –enfatiza Ruiz- la puesta en marcha de las siguientes medidas sanitarias: la ampliación de las vías de detección; la creación de campañas publicitarias que permitan informar y prevenir a la sociedad, sobre todo a las personas en riesgo; la planificación de mejores viviendas; la fumigación en las diferentes zonas endémicas del país y la realización de talleres en las escuelas dirigidos a docentes, padres y alumnos con el propósito de generar un espacio de debate que permita la educación sanitaria”.

“Terminar con la transmisión vectorial del Chagas es posible – asegura Gorla-, ya fue demostrado en varios países vecinos, algunos con niveles de pobreza superiores a los de Argentina. Se necesita de un compromiso del estado nacional y de los estados provinciales”.

Según Schapachnik, las políticas implementadas durante la década del 90, al desafectar al Estado de la responsabiblidad de encarar la lucha integral contra la enfermedad de Chagas, han sido en buena parte responsables de la situación actual.

“Es bueno recordar que la Provincia de La Rioja tuvo en dicha década una presencia singular y en particular la localidad de Anillaco, a la que posiblemente se recuerde más por una pista de aterrizaje que por los aportes del CRILAR a la lucha contra la Enfermedad de Chagas. El trabajo del doctor Gorla se presenta hoy para la reflexión y puede obrar como pivote para revertir la historia”, concluye Schapachnik.

RECUADRO 1

LA ENFERMEDAD DE CHAGAS

El protozoario Trypanosoma cruzi es el agente causal de esta enfermedad y su vector en la Argentina es el Triatoma infestans, más conocido como \”vinchuca\”. Fiebre, dolores musculares, falta de apetito, vómitos, somnolencia, irritabilidad y diarreas son algunos de los síntomas de esta enfermedad que pueden tardar años en aparecer. La enfermedad disminuye su intensidad después de la fase aguda y puede volverse crónica sin manifestar síntomas poseriores durante muchos años. Cuando los síntomas finalmente se hacen presentes, aparecen como cardiopatía (miocardiopatía) y trastornos digestivos.

RECUADRO 2

PARA TENER EN CUENTA

• Fases de la enfermedad: aguda, crónica asintomática o indeterminada y crónica sintomática. Menos del 5% de los infectados presentan manifestaciones clínicas en el período agudo.

• Aproximadamente de 2 a 3 de cada 10 pacientes infectados que no recibió tratamiento desarrollan lesiones que caracterizan a la fase crónica sintomática de la infección, después de 20-30 años.

• La inversión de la industria farmacéutica mundial fue de 400 billones de dólares en 2002. La mayor parte destinada a enfermedades como el cáncer y las cardiovasculares, una mínima parte para SIDA, Malaria y Tuberculosis, y nada para las más olvidadas, com0 Chagas.

• En el año 1993 se estimó en 2.300.000 las personas infectadas en base a los análisis serológicos de los incorporados al servicio militar obligatorio. Al abolirse este servicio, se dejó de contar con un estudio sistemático, careciendose en la actualidad de cifras que indiquen al sistema de salud la situación en las diferentes provincias y localidades del país.

RECUADRO 3

PROGRAMA FEDERAL DE CHAGAS

El Instituto Nacional de Parasitología Dr. Mario Fatala Chaben depende de la Administración Nacional de laboratorios e Institutos de Salud (ANLIS) Carlos G. Malbrán, organismo descentralizado del Ministerio de Salud de la Nación, y sus funciones son promover, coordinar y realizar actividades de investigación epidemiológica, clínica y bioquímica, brindar servicios de salud a la comunidad y capacitar recursos humanos para apoyar al Programa Federal de Chagas, entre otros objetivos.

Durante el año 2005 se realizó el diseño estadístico aplicable a una encuesta nacional, a realizarse a corto plazo diseñando una herramienta de aplicación nacional capaz de evaluar la prevalencia de la enfermedad de Chagas con la suficiente representatividad de los datos.

El producto de este proyecto fue contar con una herramienta a utilizar por el Ministerio de Salud a través del Instituto Nacional de Parasitología Dr. Mario Fatala Chaben y de la Red de laboratorios del país para realizar un estudio de seroprevalencia a partir de un muestreo representativo de toda la población.

La encuesta nacional permitirá a los sistemas sanitarios nacionales y provinciales contar con un conocimiento actual de la prevalencia de infección en el país, a fin de planificar las acciones de control y promover el aumento de registro de las personas infectadas. La atención clínica y tratamiento de los infectados permitirá una mejora en su condición de vida y por supuesto una disminución en los índices de transmisión.