Científicos de la Clínica Mayo, en Estados Unidos, realizaron una investigación que señala el camino para crear un pesticida que no afectaría la salud de las personas y de otros animales, a fin de combatir al pulgón de los cereales y al pulgón de las espigas, dos pequeños insectos de la familia de los áfidos, que causan pérdidas millonarias en la industria agrícola.

(20/10/06 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Bruno Geller)- Los pulgones o áfidos constituyen un grupo de insectos de gran importancia dado que pueden intervenir como plaga directa succionando la savia y disminuyendo el rendimiento de cultivos o bien pueden actuar como vectores de importantes virus.

El pulgón de los cereales Schizaphis graminum y el pulgón de la espiga Sitobion avenae, han sido registrados en el continente americano, Europa, África, Medio Oriente y Asia. En EEUU, durante el transcurso del año 2005, causaron una pérdida de cien millones de dólares, según el Departamento de Agricultura de ese país. El primero tiene una longitud de 1.7 a 2.0 milímetros (mm) de longitud y es de color verde esmeralda con una franja verde más oscura en el dorso. El segundo tiene una longitud de entre 2 y 3 mm y es de color verde amarillento o rojizo opaco a casi negro.

El pesticida que se utiliza actualmente para combatir esas plagas afecta también la salud de los seres humanos y de los animales. El doctor Yuan-Ping Pang, director del Laboratorio de diseño molecular asistido por computadora de la Clínica Mayo en EEUU, y un equipo de colaboradores realizaron un estudio, publicado en la revista científica Bioorganic & Medicinal Chemistry de octubre, cuyos resultados podrían ser la base para el desarrollo de un plaguicida inocuo.

Según Yuan-Ping Pang, la clave consiste en identificar una enzima – proteínas altamente especializadas que regulan la velocidad de las reacciones químicas en los seres vivos- propia del insecto, la cual puede usarse como blanco directo para un nuevo insecticida que no afectaría a los humanos ni a los animales.

“Ahora contamos con un esquema que permitirá el desarrollo de una nueva generación de pesticidas no tóxicos para los humanos. La idea es que algún día podamos comer manzanas sin necesidad de lavarlas primero, aunque estén cubiertas de pesticidas\”, señaló el autor del estudio.

El método más común para proteger las cosechas del pulgón verde de los cereales y del pulgón de la espiga ha sido el uso de pesticidas con agentes anticolinesterasa, que incapacitan a la enzima acetilcolinesterasa que cumple un papel clave en la descomposición de un neurotransmisor llamado acetilcolina. Este neurotransmisor envía señales entre las neuronas, pero el pesticida bloquea su función, de esta forma se produce un desequilibrio en el cerebro de los insectos, que los elimina.

El problema es que ese pesticida que afecta a los insectos, también puede dañar a los seres humanos dado que la acetilcolinesterasa es una enzima que también actúa en sus sinapsis nerviosas.

Un informe de la Secretaría del Inspector General de la Agencia de Protección Ambiental de EEUU señaló que algunos pesticidas anticolinesterasa pueden ingresar al cerebro de un feto o de un niño pequeño y destruir las neuronas de su sistema nervioso en desarrollo.

\”Desgraciadamente, los pesticidas actuales con agentes anticolinesterasa apuntan hacia un residuo común de la acetilcolinesterasa, ostensible en insectos y en humanos. El uso de los pesticidas potencialmente dañinos desarrollados hace décadas se basa en la hipótesis que estos productos se emplean en dosis bajas, las cuales son toleradas por los humanos, pero no por las plagas\”, indica Pang.

La investigación dirigida por el doctor Pang se realizó mediante el empleo de una poderosa supercomputadora capaz de realizar un billón de operaciones por segundo. Esta tecnología le permitió desarrollar el modelo tridimensional de una enzima extraída tanto del pulgón de los cereales como del pulgón de la espiga.

Los pesticidas con agentes anticolinesterasa apuntan hacia un aminoácido -molécula orgánica pequeña que unida a otras forman proteínas- que se encuentra dentro de la enzima acetilcolinesterasa, llamado serina. La serina no es propia de los insectos, razón por la cual los insecticidas a base de serina afectan también a humanos y otros animales. Con la supercomputadora, el doctor Pang identificó en la acetilcolinesterasa de los pulgones, un aminoácido diferente, denominado cisteína, propio de los insectos.

El autor del estudio analizó las secuencias de la proteína anticolinesterasa en 72 especies, desde humanos hasta pollos, otros mamíferos y plagas. Descubrió la presencia del aminoácido cisteína en las secuencias de la proteína anticolinesterasa del pulgón verde de los cereales y del pulgón de la espiga, el cual estaba ausente en las secuencias de la mencionada proteína en los seres humanos y esos animales.

\”Mi objetivo era encontrar un residuo enzimático que fuese propio de los insectos, para así permitirnos diseñar una molécula que inhibiría selectivamente la enzima del insecto. A partir de eso, era factible concebir la creación de un pesticida con toxicidad únicamente para los insectos y no para los humanos\”, explicó Pang.

La investigación ofrece una base estructural que posibilita el diseño de pesticidas con toxicidad para los insectos, pero no para los humanos.

Si ese pesticida se hace realidad, nuestro país también se vería beneficiado. El pulgón de los cereales fue detectado en Argentina a comienzos del siglo XX, pero a partir de 1937 comenzó a ser considerado plaga, mientras que el pulgón de la espiga fue detectado recién en el año 1971.