A partir de estudios basados en imágenes obtenidas con un equipo de resonancia magnética, científicos del Instituto Científico Weizmann sostienen que las áreas del cerebro asociadas con las representaciones del Yo no están necesariamente involucradas durante la percepción sensorial.

(13/06/06 – CyTA – Instituto Leloir. Por Bruno Geller) – Diversos modelos teóricos que explican el funcionamiento de la mente rechazan la noción de que “uno puede llegar a perderse a sí mismo” durante una experiencia que exige mucha atención. Los defensores de esos modelos argumentan que la conciencia y la atención puestas en una actividad dependen de la mediación de áreas del cerebro involucradas en la representación de sí mismo.

Un trabajo realizado por científicos del Departamento de Neurobiología del Instituto Científico Weizmann de Israel, publicado a mediados de abril en Neuron, apuntó a profundizar este tema. Los datos obtenidos contradicen a los modelos mencionados. Aparentemente la percepción no estaría indisolublemente ligada con la conciencia de sí mismo.

Los autores de la investigación, Rafael Malach, Ilan Goldberg y Michal Harel, elaboraron un mapa de la actividad cerebral midiendo los cambios del flujo sanguíneo y de la oxigenación a partir de las imágenes logradas con un equipo de Resonancia Magnética. Mediante este estudio exploraron los cerebros de un grupo de voluntarios mientras realizaban una serie de ejercicios mentales.

Los participantes debían ver fotos o escuchar segmentos de música. En los ejercicios visuales, la tarea consistía en diferenciar imágenes como las de un león, una pelota de fútbol, un barco y un elefante en categorías de animal y no animal. En los ejercicios auditivos, debían distinguir la trompeta de otros instrumentos.

Estos ejercicios se realizaron según tres modalidades. La primera consistió en llevar a cabo los ejercicios con un ritmo lento, observando un estímulo cada tres segundos y sin introspección.

La segunda fue realizar los mismos ejercicios, pero pidiendo a los participantes que pensarán en sí mismos y en cómo la imagen o la selección musical los hacía sentir. Debían categorizar sus respuestas emocionales frente a las imágenes o a los segmentos musicales como positivas, negativas o neutrales.

La tercera implicó efectuar ejercicios de rápido reconocimiento. Los participantes debían categorizar imágenes o segmentos músicales con una velocidad tres veces mayor.

Durante las tareas, los científicos estudiaron determinadas regiones de la corteza prefrontal relacionadas con la personalidad y el conocimiento de sí mismo, entre otras cosas, para determinar la relación entre introspección y percepción.

Los investigadores confirmaron que estas regiones cerebrales estaban activadas durante el ejercicio que incluía la introspección, pero durante el ejercicio de categorización rápida los sujetos estaban tan enfrascados en la tarea de reconocimiento, que la actividad cerebral de la corteza prefrontal, implicada en la personalidad y el conocimiento de sí mismo, se silenció. Incluso el nivel de actividad era más bajo que el registrado cuando los participantes estaban descansando.

Malach, Goldberg y Harel observaron que en los ejercicios de reconocimiento rápido, las demandas cognitivas durante la realización de las tareas era tal que las áreas del cerebro relacionadas con el sí mismo estaban “apagadas”. Desde su punto de vista, esta inactivación es útil para evitar distracciones que pudiesen interferir con la percepción. Sugieren además que la instrospección no es necesaria para realizar muchas tareas que involucran a la percepción.

Malach, uno de los autores de la investigación, afirma que “es tentador poner estos hallazgos dentro de una perspectiva más amplia, una que se aparte del pensamiento tradicional occidental que pone énfasis en el autocontrol, en ‘el individuo que siempre está pensando en sus propios asuntos’, y que gire hacia las perspectivas orientales en las cuales ‘el Yo debe ser suprimido para entablar una conexión completa con el mundo exterior”.

Para el doctor Ricardo F. Allegri, Investigador del CONICET, Jefe de Neurología Cognitiva del Instituto de Neurociencias de Buenos Aires (INEBA) y Jefe de Neuropsicología de CEMIC, las grandes dificultades de las Resonancias Funcionales son los paradigmas que se usan para estudiar lo que se dice que se está estudiando. En la medida en que el paradigma que se emplea es más simple, y la función que se intenta estudiar también lo es, los resultados que se obtienen están más cercanos a la realidad. En cambio, en la medida que las funciones que se estudian son más complejas, la interpretación que se hace de los resultados debe ser más cuidadosa. Tal sería el caso de esta investigación.

“Creo que el trabajo de los investigadores del Weizmann es muy rico en la tecnología que emplean y en la revisión bibliografica que han hecho –opina Allegri – pero desde mi punto de vista es pobre en su base filosófica y en los modelos neuropsicológicos que han utilizado para interpretar cómo se produce el procesamiento cerebral”.

Respecto de la metodología utilizada para esta investigación, el doctor Fernando Ogresta, Médico Especialista en Diagnóstico por Imágenes, Jefe del Área de Resonancia Magnética de la Fundación Jaime Roca y Director Médico de la Unidad de Investigación en Tomografía Computada de Buenos Aires (Tcba), comenta que “con el desarrollo de técnicas que permiten conocer la activación cerebral como la Resonancia Magnética Funcional, la Tomografía por Emisión de Positrones y otros estudios, empezamos a conocer los mecanismos íntimos del funcionamiento del cerebro. Pasamos de la anatomía, macroscópica o microscópica, a la función cerebral”.

De acuerdo al estudio, los centros cerebrales de la conciencia de sí mismo no constituirían un elemento crítico para percepción del mundo exterior. Las áreas de la corteza prefrontal relacionadas con el sí mismo parecen estar específicamente comprometidas cuando estamos concientes, tanto de la experiencia sensorial, como de nosotros mismos como observadores de la experiencia. Sin embargo, cuando estamos tan ocupados con el mundo que nos rodea hasta el punto de \”olvidarnos de nosotros mismos\”, esas áreas de la corteza no se activan.

Los autores del trabajo sostienen que el papel de la corteza prefrontal, relacionada con la personalidad y el conocimiento de sí mismo, permitiría al individuo reflexionar sobre sus experiencias y juzgar sus posibles significados relativos al Yo, pero no estarían necesariamente implicados en el momento de la percepción.

Según los autores de la investigación, basada en modelos científicos occidentales, los resultados parecerían confirmar enfoques de filosofías orientales, como las enseñanzas Zen, que enfatizan la necesidad de estar en un estado mental durante el cual el ego debe ser suprimido para alcanzar un verdadero contacto con la realidad.

Para Ogresta “el conocimiento a través del método científico occidental está avanzando a través de estos estudios funcionales hacia el entendimiento de los paradigmas de culturas orientales. Actualmente puede demostrarse, por ejemplo, que la acupuntura es capaz de modificar diversos centros de activación cerebral, como las diferentes áreas vinculadas al dolor”.