Recientes investigaciones prometen solucionar los problemas de infertilidad que sufren hombres y mujeres luego de pasar por tratamientos de radioterapia y quimioterapia para combatir el cáncer. La crioconservación de semen y embriones son hasta hoy las mejores alternativas.

(16/03/06 – CyTA-Instituto Leloir, por Bruno Geller) – La lucha contra el cáncer ha avanzado tanto en los últimos años, que los especialistas están empezando a tener en cuenta los problemas de infertilidad de quienes logran superar la enfermedad. La radioterapia y la quimioterapia afectan la capacidad procreativa de hombres y mujeres. Por su parte, la cirugía para cáncer de ovario y de testículo disminuye o elimina la posibilidad de tener un hijo.

Estadísticas recientes indican que uno de cada 650 niños sufrirá alguna forma de cáncer y que aproximadamente el 70% se curará. Se calcula que en el 2020, uno de cada 250 jóvenes será un sobreviviente de cáncer. En los varones, la alteración grave de la producción de espematozoides varía entre el 60% y 100% de los casos. En las mujeres, la radioterapia y la quimioterapia provocan una seria disminución en la producción de óvulos.

Frente a esta realidad, médicos, biólogos y otros especialistas intentan mejorar la calidad de vida de los pacientes y trabajan para encontrar tratamientos que les permitan recuperar la capacidad de ser padres biológicos. En esta dirección trabaja el Dr. Jorge A. Blaquier, Director Médico de un centro especializado en fertilidad, en la ciudad de Buenos Aires, y ex investigador del CONICET.

Según Blaquier, la crioconservación de semen y embriones son hasta hoy las mejores alternativas para quienes van a enfrentar un tratamiento contra el cáncer y quieren preservar su fertilidad. En el primer caso, la técnica consiste en mantener a bajas temperaturas el semen para que pueda utilizarse en el futuro en la fertilización in vitro. Por su parte, el congelamiento de embriones de mujeres casadas o con pareja antes de que empiecen el tratamiento oncológico, sirve para posteriores procedimientos de reproducción asistida. La limitación de este recurso deriva del número de embriones que pueden obtenerse y el tiempo requerido para realizar este procedimiento, que a veces puede ser vital en la lucha contra el cáncer.

Blaquier afirma que aún es baja la colaboración que existe en Argentina entre los especialistas en fertilidad y los médicos que realizan tratamientos contra el cáncer. En particular entre los oncólogos pediatras que se preocupan por salvar al niño, lo que consiguen en una proporción grande de casos, sin pensar en su futura posibilidad de procrear. Con respecto a los urólogos dice que frecuentemente “no aconsejan a sus pacientes varones con tumores de testículo que conserven semen congelado, y que estas prácticas son más frecuentes en Europa y los EE.UU”.

Probablemente, y en esto coincide el especialista, la gente no está bien informada sobre las consecuencias que tienen los tratamientos oncológicos en la fertilidad y está aún muy angustiada por superar la enfermedad como para pensar en el futuro.

Además de la crioconservación de semen y embriones existen otras técnicas de preservación de la fertilidad, como la criopreservación de biopsias testiculares en el caso de los hombres y de tejido ovárico en el caso de las mujeres. Las muestras de tejido testicular y ovárico se congelan y se guardan hasta que es superada la enfermedad.

Blaquier explica que “la criopreservación de tejidos testicular esta aconsejada para aquellos varones que no han llegado a la pubertad, y por lo tanto no tienen semen para congelar. Mientras que la conservación de ovario es indicada para las mujeres pre-púberes y para aquellas ya mayores que no tienen pareja o en las cuales el tratamiento para madurar los óvulos está contraindicado – por ejemplo, cáncer de mama”.

La idea de está técnica, en fase experimental en el caso de los hombres, consiste en transferir las células germinales primitivas, que producen a los espermatozoides, al testículo estéril para que recupere la fertilidad. En relación con esta técnica Blaquier comenta que “en el varón parece posible la repoblación del testículo con sus propias células germinales. Esto ya se ha logrado en el mono y otras especies de laboratorio”.

En el caso de las mujeres, el tejido ovárico puede tener dos destinos, uno es la maduración in vitro de los folículos primordiales, que son las células germinales que producen a los óvulos; el otro es el transplante de trozos de tejido para que comiencen a funcionar los ovarios, una vez que la mujer superó el tratamiento contra el cáncer. Blaquier afirma que “el autotransplante de ovario es aplicable y ya se han producido varios nacimientos a partir de esta técnica”.

El riesgo del transplante de los tejidos, en ambos casos, es que podrían llegar a transferirse células malignas a los pacientes curados. Para evitar este riesgo, especialistas en fertilidad de diversos países han planteado el desarrollo de otras técnicas, en fase experimental, que consisten en la transferencia de células germinales del paciente a otro receptor, por ejemplo un ratón, para que este produzca espermatozoides que puedan ser útiles en la reproducción humana, o la introducción de trozos de ovario de la mujer a ratones hembra para que estas produzcan óvulos humanos. Esta técnica enfrenta el riesgo de que los ratones transmitan al futuro bebé una infección o un cambio genético.

Para evitar estos riesgos, en el caso de los hombres, un camino es la espermatogénesis in vitro, es decir, la producción de espermatozoides del paciente en un laboratorio, a partir de células precursoras, sin la participación de un animal huésped. Pero esta técnica aún está en fase experimental. En el caso de las mujeres, la maduración in vitro de óvulos sería la alternativa.

Cabe esperar que las investigaciones sobre técnicas de reproducción asistida sigan avanzando y que el trabajo interdisciplinario entre los especialistas en fertilidad y los médicos que realizan tratamientos contra diferentes tipos de cáncer, se afiance. Ante la falta de conocimiento, surge la necesidad de una campaña educativa que informe a la gente sobre el modo en que la radioterapia y la quimioterapia pueden afectar su capacidad reproductiva.