Los murciélagos, conocidos vectores de la rabia, podrían ser también los reservorios naturales de los virus de la neumonía atípica y del Ébola, dos de las enfermedades más letales de los últimos tiempos.

(14/03/06 – CyTA–Instituto Leloir. Por Florencia Mangiapane) – Dos recientes estudios sugieren que los murciélagos podrían ser el origen de los virus del Síndrome Respiratorio Agudo Grave (SARS) y del Ébola, enfermedades altamente mortales para los humanos, según informa la revista Scientific American de marzo.

Un equipo de investigadores del Australian Animal Health Laboratory conducido por la doctora Linfa Wang analizó hisopados de sangre, garganta y heces de 408 murciélagos salvajes de China. Los análisis genéticos revelaron que tres de las nueve especies de murciélagos de herradura estudiadas alojaban el virus del SARS.

El informe del equipo australiano señala que los murciélagos son posiblemente el origen de los coronavirus SARS presentes en el hombre y la algalia, un pequeño animal carnívoro vendido en mercados asiáticos. Hasta ahora se creía que la algalia era la fuente de la enfermedad. El SARS fue descubierto en China en 2003 y se propagó a otros países del sudeste asiático, Europa y América del Norte.

Otro equipo de investigadores vinculó a los murciélagos de la fruta con el virus del Ébola. El grupo africano, a cargo del virólogo Eric M. Leroy del International Center of Medical Research de Franceville, Gabón, observó que 16 de los casi 700 murciélagos estudiados tenían anticuerpos contra el Ébola, mientras que otros 13 presentaban secuencias de este gen en el hígado y el bazo.

“Es probable que el Ébola estuviera alojado en estos murciélagos desde hace mucho tiempo, lo que sugiere que los murciélagos podrían ser los hospedadores de origen del virus”, comentó Leroy a Scientific American. El Ébola es una fiebre hemorrágica descubierta hace 30 años en poblaciones de monos de África, donde en 2001 y 2003 originó brotes en humanos.

El SARS, el Ébola y otros virus recientemente atribuidos a los murciélagos, como el Nipah, el Hendra y el Marburg, causan enfermedades infecciosas muy graves que los animales transmiten al hombre cuando establecen contacto cercano.

Pero tanto Wang como Leroy creen que la prevención de estos males no pasa por sacrificar a sus hospedadores sanos. Además de cumplir un papel ecológico –comen insectos y otras especies peligrosas–, los murciélagos atraviesan continentes, lo que vuelve poco práctica la medida.

En su lugar, los países deberían desterrar algunas costumbres riesgosas. Por ejemplo, la ingesta de murciélagos es una práctica habitual entre los pobladores de Gabón y el Congo, zonas endémicas del Ébola. Y el SARS se propaga en los mercados de animales silvestres, donde los murciélagos se exponen vivos. Prohibiendo su circulación en estos mercados el mundo ahorraría 50 mil millones de dólares –entre gastos de traslado, comercio y cuidados sanitarios–, pero sobre todo salvaría cientos de vidas humanas.