(Agencia CyTA – Instituto Leloir. Por Florencia Mangiapane)-. El negocio de la cosmética, el abuso del botox, los mitos del té verde, la difusión del bronceado y la conducta de los “metrosexuales”, entre otros signos de una época marcada por la búsqueda de la eterna juventud y el vacío afectivo, son algunos de los temas que el doctor Fernando Stengel desarrolla en esta entrevista con Agencia CyTA. Stengel es jefe de Dermatología y profesor asociado del Instituto Universitario CEMIC, dirige un centro médico que promueve el cuidado de la piel con un enfoque integral del paciente, y es uno de los autores de un informe publicado en los Archivos Argentinos de Dermatología, en el que se revisan las pautas de diagnóstico y los tratamientos posibles del envejecimiento de la piel, un motivo de consulta al dermatólogo cada vez más frecuente.

-¿Qué relación hay entre el envejecimiento cronológico y el fotoenvejecimiento?

-Son procesos independientes, pero interdependientes. El envejecimiento cronológico depende del paso de los años, de la gradual e inexorable disminución de las funciones celulares de todos los órganos, incluida la piel. El fotoenvejecimiento, por su parte, se vincula con el daño solar y las radiaciones ultravioletas provenientes de aparatos como las mal llamadas camas solares, que en realidad son camillas de radiaciones. Es un proceso que se vincula con el daño acumulativo e irreversible que ocurre independientemente de expectativas creadas por la industria cosmética, que a menudo promete lo que no puede dar. Nos podemos preguntar qué vende la industria en realidad: ¿sueños envasados en envases de ensueño?

-¿La cosmética o “cosmecéutica” es una especialidad dentro la dermatología?

-No, la dermatología es una especialidad médica y la cosmética o cosmecéutica es una ciencia derivada de la farmacología. Los dermatólogos usamos productos cosméticos o cosmecéuticos (un híbrido entre producto cosmético y terapéutico), y medicamentos “éticos”, para tratar la piel sana y enferma.

-¿Cuántas consultas se reciben por envejecimiento en comparación con acné u otras dermatosis? Es de suponer que no sucede lo mismo en los consultorios privados que en los servicios públicos…

-La consulta más frecuente es por acné, aunque la frecuencia de consultas depende de muchos factores: el medio social que se atiende, la idiosincracia de los pueblos del mundo, los recursos económicos, la edad promedio de la consulta, entre otros. En consultorios privados generales -no dedicados exclusivamente a la dermatología cosmética- la relación de acné versus consultas cosméticas es de 6 a 4, es decir seis casos de acné por cada cuatro casos “cosméticos”. En los servicios públicos la consulta “cosmética” casi no existe, excepto en algunas instituciones situadas en barrios privilegiados económicamente.

-Las mujeres que compran por su cuenta cremas de venta libre, por lo general de marcas internacionales, muy promocionadas y bastante costosas, con el objetivo de prevenir y /o tratar el envejecimiento cutáneo, ¿deberían consultar al dermatólogo?

-Deben consultar al dermatólogo porque con mucha frecuencia la venta de farmacia responde a factores no precisamente médicos. Basta con ver los escaparates y vidrieras de las farmacias para reconocer la cantidad de dinero que se mueve para promocionar las ventas de productos cosméticos. Los médicos también se encuentran motivados económicamente para actuar en el mundo de la belleza, que implica prácticas no cubiertas por los sistemas de seguro de salud y obras sociales, es decir, reciben dinero en efectivo a cambio de estos servicios. Por último, hay que consultar al médico dermatólogo porque muchas veces el estudio serio de la piel permite detectar enfermedades generales que deben ser tratadas no precisamente por farmacéuticos, estetistas y “dermoconsultoras expertas”, estas últimas un brazo que tienen las empresas farmacéuticas para promover el consumo de sus marcas. No digo que no puedan ser buenos productos, pero hay que tener presente las motivaciones que están detrás de su promoción y venta.

-¿En qué medida el envejecimiento se está convirtiendo también en una preocupación masculina?

-Desde hace años se viene notando una constante inquietud masculina por la belleza. Los metrosexuales representan el epítome de ello. Basta ver a algunos hombres comprar en un Duty Free Shop… Compran para la mujer que aman, su esposa; compran para “la otra”, al salir o volver a su país; compran para “la otra” para agasajarla… y para la propia para calmar la “cola de paja”. De paso compran “para ellos”, porque tienen que estar más lindos, para la propia, para la otra, para ambas o para sí mismos. También es cierto que hay muchos hombres que se preocupan genuinamente por su piel, la cuidan y protegen de forma racional y adecuadamente. Un look saludable, no necesariamente bronceado como se supone siempre, puede ser relevante para un ejecutivo o personas que se relacionan con mucha gente en su trabajo.

-¿En invierno hay que protegerse de los efectos del sol? ¿Cómo?

-Depende de dónde se viva. En general aconsejamos protegerse todo el año, pero especialmente los meses que llevan “R”. En otoño y en invierno es recomendable hidratar la piel y protegerla los días que nos exponemos al sol, con factor de protección solar 15. En primavera y verano, protegerla como mínimo con un factor de protección solar 30, hidratarla y en ciertas pieles lubricar. Usted se preguntará por qué no digo “nutrir”. No he terminado de comprender de qué se trata el concepto de \”nutrir la piel\” con cremas como las que se venden. “Nutrir” es un término del marketing, poco fundamentado científicamente.

-¿Qué hay de cierto en las bondades que se proclaman del té verde? ¿Es recomendable tomar una taza por día, como se supone que hacen los chinos?

-Los chinos no toman una taza de té verde por día… toman té verde todo el día, lo toman directamente, lo usan para preparar bebidas frías y demás. Sólo en esas cantidades, no un té por día, se obtienen resultados. Grandes cantidades de té verde podrían tener efectos antioxidantes beneficiosos para la piel, en la medida en que no se abuse del sol, no se fume, no se tome mucho alcohol, se cuide la ingesta de grasas, se haga ejercicio, etcétera. Pensar que el té verde neutraliza la acción oxidante de una vida insana es erróneo, engañoso y falso. Lo mismo cabe para las píldoras antioxidantes, de eficacia dudosa para la salud general, y la de la piel inclusive, si no se respetan estas condiciones que le enumero.

-¿En qué casos se aconseja la aplicación de toxina botulínica y el implante de colágeno?

-Es un tema largo, que merece un tratamiento profundo. Estas técnicas son las más frecuentes entre las prácticas cosméticas y deben ser tratadas con máxima seriedad. Es común el tratamiento “light” de estos temas en los medios de difusión, hecho que acrecienta la sensación de que son tratamientos “light”. Algunos profesionales no parecen tener opiniones consensuadas con respecto a sus indicaciones y modo de empleo. Si no vea usted labios rechupetones, mejillas deformadas, caras paralizadas e inexpresivas, cejas que parecen carpas de carnaval, cicatrices estéticas y otras no tanto… Felizmente abundan los profesionales que realizan tratamientos correctamente.

-¿Por qué mucha gente intenta producir los cambios de afuera hacia adentro y se olvida de que quizá lo más importante sea cambiar el estilo de vida?

-Porque la piel es el “yo que se ve”… y es más fácil engañar al yo mejorando la piel que mejorar el yo interior, que no luce tanto porque no se ve. El “estilo de vida” es popular porque abundan las “vidas sin estilo”. Las modas dominan los actos de la población de forma irracional: hace sesenta años estar bronceado era “un quemo”. Hoy, exponer una piel color natural es estar “verde”, “blanco leche”, “piel de muerta”.

-¿Qué ejemplos argentinos de actos poco fundamentados científicamente podría darnos?

-Le doy dos. Se repite a diario que para evitar la osteoporosis hay que tomar sol y mucho, y eso es absolutamente falso. La osteoporosis en la Argentina está vinculada con dietas deficientes en calcio (producto del prejuicio de que los lácteos y sus derivados engordan), la falta de ejercicio, sobre todo en la adultez y edad madura, y factores endocrinológicos propios de la mujer latina, con distribución de grasa feminoide en glúteos y caderas con adiposidad aumentada. Estos factores son mucho más importantes que la falta del sol, ni qué decir de la necesidad de estar bronceado. Para personas con problemas de motilidad, que no salen al sol, y en las edades mayores, puede plantearse la conveniencia de suplementar la dieta con vitamina D oral. Otro ejemplo es el de aquellas personas que llegan al consultorio y dicen: “Doctor, quiero estar mejor porque he tenido muchos problemas en los últimos tiempos y ahora he decidido dedicarle tiempo a mi salud”. Eso de dedicarle tiempo a la salud nos lleva a pensar qué es lo que esta buscando esa persona. ¿Acaso un abrazo por verse un poco mejor de sus arrugas por la falta de abrazos verdaderos, que son los que valen? Mejorar sus arrugas no la va a contener nunca, y seguirá buscando con rellenos para labios, por no poder rellenar su vida de afectos genuinos. Hay quienes se hacen liposucción y plásticas para mejorar su incipiente pancita; se matan de hambre haciendo dieta o por ser cuasi anoréxicas, usan la ropa cada vez más ajustada, los zapatos cada vez más finitos (la moda, ¿no?) y siguen con hambre de compañía, de compartir acaso una rica comida. Amando su cuerpo esas personas se quedan muy solas. Pero cambiar el estilo de vida es tener que ver lo que uno no quiere ver… o le cuesta mucho aceptar. Eso es más difícil.

-En el informe que publicó en los Archivos Argentinos de Dermatología usted y sus colegas afirman que la terapéutica del envejecimiento debe involucrar al “yo” de la persona, logrando una armonía terapéutica. ¿Qué relación tiene con el llamado “psicoenvejecimiento” y cómo se puede lograr esa armonía?

-Usamos el término “psicoenvejecimiento” como modelo para llamar la atención sobre esto que comentaba antes. En el fondo, uno puede ser viejo y tener una mente o un yo joven, y eso es muy lindo en la medida en que haya equilibrio y límites. La armonía surge del equilibrio, del respeto por los límites. Hay personas con psicoenvejecimiento que no paran de operarse, de hacerse láser, Fraxel (fototermólisis fraccional), terapia fotodinámica, toxina botulínica, rellenos, mesoterapia, hilos, implantes, succiones y thermage (termoestiramiento) sólo para mirarse, suspirar, y volver al ruedo de excesos cosméticos y psíquicos. Un dato para pensar es que siempre encuentran algún colega (una minoría, por supuesto) que intenta satisfacer sus requerimientos y aspiraciones erróneas y de paso satisface sus bolsillos sin respetar la armonía terapéutica de su paciente. Llegará un día en que volveremos a pensar en el paciente como un todo, no sólo en las muy importantes “evidencias médicas”. Practicaremos medicina basada primariamente en cada paciente, con firmes evidencias médicas. Veremos así no sólo a un pedazo de piel fotoenvejecida que requiere láser u otra metodología terapéutica. Entonces habremos encontrado el yo verdadero de cada paciente, y podremos volver a la terapéutica armónica que respeta al yo por sobre todas las cosas, aunque el yo no se vea.